El
cielo siempre estuvo lleno de estrellas
(Respecto
de la entrevista a Raúl Zurita, publicada en el Periódico Literario
Carajo,
Número 8, septiembre de 2006)
Por
Mauricio Torres Paredes
¿Estamos
hablando de Zurita?
¿Alguna vez, antes, supimos como se comportaba el
poeta dentro de un enjambre atiborrado de virtualidad?
¿Nos quisimos
dar cuenta de cómo la publicidad arrebataba iconos simbólicos de
la poesía?
Pues pensar que las vacas sagradas recién están
siendo veneradas y adornadas, tal cuales becerros de
oro, es y seguirá siendo un problema de los adoradores, mas el poeta simplifica
la respuesta: "Al Cesar lo que es del Cesar"
Raúl Zurita
se encuentra entre la carne y el espíritu, entre la razón y el sentimiento,
entre la condena y el perdón, pero comete errores de los cuales muy bien
saben los deportistas y los que sustentan algún grado de poder, el mapeo
físico-mental ya lo tienen definido y tal cual como hace un publicista
al poetizar con un eslogan o una frase metaforizada, Zurita sabe muy bien la respuesta
que ha sus dichos recibirá.
No podemos negar que la poesía,
hecho indómito, onírico y sintético, ha sido parte de y los
hombres y mujeres desde tiempos inmemoriales, siendo palabra creativa y creadora
que sucumbe en los oídos, en la voz y en la memoria de la humanidad, pero
también es cierto que existe el autismo y en este también existe
voz.
Nosotros los poetas, no necesariamente excomulgamos a quienes dan cuenta
de una no expresión, que sin embargo embarga las expresiones más
insospechadas y ocultas entre nosotros, los vivos ¿Quién podría
asegurar que en estos momentos está vivo, sin entregarse al cuestionamiento
del respirar?
Existe un error en lo que plantea Zurita, al hablar de la
poesía chilena o los poetas chilenos, tengo claro que su retórica
sustenta su prestigio y validación social, pero no es menos cierto que
la poesía no tiene nacionalidad ni continentalidad, el poeta es universal,
con todo lo que esta palabra arrastra y eleva, bien claro lo dijo Baudelaire en
su poema el extranjero:
-¿A
quién quieres más, hombre enigmático, dime, a tu padre, a
tu madre,
a tu hermana o a tu hermano?
-Ni padre, ni madre, ni hermana,
ni hermano tengo.
-¿A tus amigos?
-Empleáis una palabra cuyo
sentido, hasta hoy, no he llegado a conocer.
-¿A tu patria?
-Ignoro
en qué latitud está situada.
-¿A la belleza?
-Bien
la querría, ya que es diosa e inmortal.
-¿Al oro?
-Lo aborrezco
lo mismo que aborrecéis vosotros a Dios.
-Pues ¿a quién
quieres, extraordinario extranjero?
-Quiero a las nubes..., a las nubes que
pasan... por allá.... ¡a las nubes
maravillosas!
Necesaria
es la identidad y la no identidad, sabemos que convergemos en una invisible pugna
entre el deseo y lo social, que nadie ha sufrido como a sufrido uno, pero el poeta
sabe convencerse de que el dolor es ajeno y existe en el dolor personal y en el
universal, los dos se validan entre la atmósfera de lo fortuito y se dispersa
como el aire, muchas veces no encontrando explicación donde termina y donde
comienza, sin embargo existe y se concreta desde la palabra dicha y hecha, pronunciada
y escrita, así es tan valida la poética de quien la vivencia como
un autista, como quien la publicita.
No estamos en tiempo de rencillas inmaculadas,
adornadas con la corazonada mecánica de la automatización homogenizante,
nos encontramos en tiempos donde se hace necesario que cada uno y todos sean algo
de poetas, sea la posición de concubinato en que se encuentre, atado a
una cultural difícil de extirpar.
Y si logramos de vez en cuando
ser algo de Shakespeare, debemos tener bien claro que "hay mas cosas en el
cielo y la tierra, Horacio, que todas las que ha soñado en tu filosofía"