Murciélaga de Verónica Quense
Malú Urriola
Mayo, 2006
(Del latín mus -ratón- caeculus - ciego)
mamíferos voladores, noctámbulos que portan el estigma vampiresco de las novelas de
Stoker. Personajes extravagantes. La hembra es capaz de discernir con su cuerpo una
vez copulado con el macho, si le viene en gana fecundarse o no. Posee un cuerpo en
poderoso control de si, capaz de disminuir o acrecentar el nivel de temperatura o los
latidos del corazón hasta llegar a detenerlo. Dueña de un cuerpo radar que más que
confiar en lo que los ojos ven, confía en lo que los ojos escuchan. Pregunta lícita
de la poesía de Quense, que ha elaborado una estética y una poética solvente como
documentalista, cortometrajista, fotógrafa y poeta.
Murciélaga es su segundo libro de poesía, y, por qué no, de fotografía. Puesto
que las fotografías incluidas en el libro, no portan los serviles significantes
de la ilustración, sino que son materiales visuales que completan, no el poema,
sino una apuesta poética.
Las fotografías, tomadas por la autora establecen un diálogo poético al interior
del texto. Una intertextualidad que ha sido demarcada por la autora. Dice Todorov
que "no hay ningún enunciado que no se relacione con otros enunciados". Y es,
en este sentido, que Quense traza su noctámbulo vuelo, entretejiendo las
imágenes que ha ido recolectando de los más recónditos rincones de Chile.
Si algo define la ética y estética del trabajo poético de Quense es
su infatigable gesto de recolección de imágenes desde -como diría Estela Díaz Varín:
"Los tiempos del asco" (refiriéndose a la dictadura de Pinochet) hasta nuestros días.
Nómada de oficio, enfoca sobre la fugacidad de cuadros que perfilan una historia,
abriendo escenas, cito:
................... Mueren de antemano,
...................Las palabras se mueren.
...................No atravesarán jamás
...................El asoleado desierto que nos separa.
...................Sin embargo se dijeron y se dicen
...................Con la misma insensatez
...................Con que nace la vida.
...................Suenan al cruzar el aire
...................Y dejan algo de olor,
...................Un minúsculo olor.
La poesía de Verónica Quense porta ciertos rasgos de la antipoesía; el sello del
ojo descreído, la ironía, el juego, la duda, el contraste. Cito:
...................De tanto andar en avión los ricos
...................nos convirtieron en piedras del paisaje
...................nuestros pueblos sombras en quebradas
...................grises roqueríos bordeando aguas
...................oscuras manchas a orillas del paisaje
...................no tienen dolor ni esperanzas
................... no tienen hijos ni amores
...................no tienen música ni poesía
...................no intentan cultivar tierras secas
...................ni buscan peces en mares muertos
...................no viven ni mueren
...................el paisaje de allá abajo
...................es sólo tierra productiva
...................de allá abajo.
Lo que los ojos podrían ver a pleno día y que sin embargo enceguecidos por una vida
neoliberal que de tanto ver, ya no vemos, es lo que nos devuelve Verónica Quense con esta
Murciélaga que sobrevuela los restos de aquel residuo de lo que somos.
La propuesta del trabajo de Quense se sitúa como lenguaje-lente para retratar un cuerpo
social y cultural que lastima el mercado. En el lugar de la ironía y el acontecimiento
de un mercado mortuorio, nos sitúa Quense con una mirada descarnada y sin concesiones.