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Acosos a Malú Urriola
Por Felipe Ruiz Valencia
En Rocinante, N°81, Julio de 2005.
Malú Urriola es una
poeta elocuente. Tiene la capacidad de conducir el diálogo
hacia el exacto lugar donde busca posicionar un argumento, una sentencia,
una hipótesis. Habla de la palabra en la palabra. Intentaremos
ver ahora cómo lo hace
- ¿En qué estás trabajando actualmente?
Estoy trabajando en un proyecto nuevo que surgió a raíz
de Nada (su anterior libro, de LOM Ediciones). Se trata de
una trilogía. Actualmente me encuentro escribiendo la segunda
parte.
- ¿Cómo se inserta este trabajo en tu obra anterior?
Mi trabajo se ha insertado en general en la poesía. Para una
persona de la clase baja como uno, esta labor es en general una aventura:
la aventura del pensamiento y, en lo personal, la única aventura
posible, el único reducto de libertad posible. En poesía,
he deseado nunca amarrarme a ninguno de los mitos poéticos,
construyendo un espacio personal. En el concepto de trilogía,
por ejemplo, deseé generar algo distinto y jugar un poco.
¿De qué manera se introduce este espacio de innovación,
trabajando en algo tan clásico como una trilogía?
Bueno, yo he intentado siempre trabajar contraposiciones bajo la mirada
de un concepto de tesis y antítesis. En la trilogía
que estoy haciendo busco lo mismo, una apariencia de orden pero finalmente
una desorganización y dispersión del texto, explotando
cada uno de los textos en sí mismos.
- ¿A qué te refieres con los mitos de la poesia?
En este país todo el mundo se cree elegido. Me refiero a algo
que viene desde muy atrás, desde la poesía griega, de
Marcial en adelante, y que se puede ver muy bien reflejado ahora.
La idea clásica de un poeta como figura elegida, cercana también
al estereotipo conservador y de derecha.
Tentativas de canon
- ¿De alguna manera se trata de hacerle frente a un canon,
al de la poesía tradicional?
No. Yo creo que la poesía tradicional es algo que se establece
por medios independientes al poeta. No se trata de señalar
con el dedo quién es y quién no es el canon, de eso
se encarga gente especializada, críticos de literatura e intelectuales
que en conjunto lo dirimen. No se trata de decir si estoy fuera o
dentro del canon, no se trata de una mirada así de inocente,
que es como leer a Bukowsky a los treinta años. En general,
me gusta bastante la poesía chilena, me gusta Chela Reyes,
Uribe, puede que con alguno no comparta ciertas éticas, políticas
y estéticas, pero eso no quita que encuentre que sea un país
muy rico en literatura.
- ¿Y cuál sería el canon de
la poesía chilena?
Creo que siempre ha sido una poesía bastante contestataria.
Una escritura que ha buscado enfrentarse a los poderes, al sistema.
En nuestro caso, al sistema neoliberal imperante. En general, es un
espacio en el que me siento bastante cómoda.
- ¿Consideras que habría una poesía que esté
dentro del sistema y otra que no?
Yo creo que la poesía siempre ha estado fuera del sistema.
No existe una poesía que esté dentro del mercado neoliberal,
toda la poesía se ha mantenido siempre al margen, y eso la
hace de por sí política. Siempre ha habido recitales,
encuentros literarios , lanzamientos, y toda la vida los poetas se
han leído entre ellos, pero también siempre éstos
han sido autogestionados. Ahora parece haber una efervescencia de
lo poético pero esto tiene que ver sobre todo con una renovación
de generaciones, cuya ausencia hacía que las generaciones anteriores
se cansaran de leer bajo dictadura.
- ¿Habría algo así como una poesía
conservadora frente a una poesía no conservadora?
Eso depende de los autores, de sus políticas y estéticas.
A mi, por ejemplo, me encanta Eliot, y era un fascista. Como te digo,
eso va a depender de un sentido muy particular, en las políticas
y estéticas de cada escritor.
- ¿No crees que habría, entonces, algo que se le
pudiera llamar "generación", o ese concepto te parece
obsoleto?
Completamente. Hablar de generación es algo que esta archipasado
de moda. Hay que apostar por las políticas y estéticas
de cada autor, y puede que en eso haya coincidencias, pero incluso
eso los hace parecer más una tribu que una generación.
La sospecha del compadrazgo
- Aún así, ¿no te parece que existirían
ciertas articulaciones, redes de poder y compadrazgos que van sosteniendo
y levantando a un poeta a lo largo de su carrera?
Aparte del caso de Neruda, no conozco a ningún poeta que pudiera
tener el poder suficiente como para movilizar grandes cantidades de
recursos, una casa con vista al mar o mucho dinero. Por lo tanto,
para mí, el poder tiene que ver con una entrada económica
y una capacidad de incidir en las decisiones políticas, dos
cosas que ya no hay. Existía una poesía como oropel
pero eso se cayó con el Muro de Berlín. Ahora lo que
hay es un fenómeno chico, para la risa, pero nada sustantivo.
Yo, en lo personal, he sido bastante criticada por premios que he
recibido, lo cual me parece ridículo, si tomas en cuenta que
vengo publicando libros desde los 21 años. Es decir, voy a
cumplir veinte años escribiendo, participando de encuentros
literarios, publicando en revistas de distintos países. Piensa
tú que cuando cumplas 50 años vas a conocer a la mayoría
de los escritores de este país porque, al final de cuentas,
no creo que seamos demasiados. Si eso te permite articular unas "redes
de poder", no sé de qué estamos hablando.
- ¿No crees, sin embargo, que los lobbies y presiones para
la adjudicación de premios y becas minan lo que podría
ser una actividad poética más libre?
Para la gente que está cerca del poder, para la gente que gusta
del lobby y de esa actividad pública, me imagino que le entorpece,
pero para una que está encerrada en su casa, leyendo y escribiendo,
para nada. Ahora, por lo de los premios, me parece que seria bueno
que ojalá hubiera más galardones de poesía y
que muchos pudieran acceder a ellos. Piensa tú que en una ciudad
como Guadalajara no existe el financiamiento ni los premios, que para
publicar debes pagar cerca de 500 dólares, no tiene nada que
ver con el ambiente de acá, donde es más fácil
todo. Me parece que pedir y pedir, recién saliendo de una dictadura
militar, es exitista, puro show, una actitud de verdad neoliberal.
- ¿Es una condición necesaria la cercanía
a lo político en la literatura, o es más bien una opción
personal?
Me parece que es una opción totalmente personal, que tiene
que ver con las experiencias de vida de cada uno. Cada autor define
su lugar. En mi caso, lamentablemente me pasó vivir completa
una dictadura militar, tengo familiares detenidos desaparecidos, participé
junto a otros escritores de lecturas e intervenciones en un clima
de tensión y vigilancia y eso me hace cercana a lo político
sin duda. Ahora, no tengo problemas con gente que tenga otras posturas,
siempre que sean claras. No sería jamás amiga de Miguel
Serrano, pero él es claro en sus posturas y frente a eso no
hay nada que hacer.
Más allá del género
- Crees que la dictadura condiciona la producción
de una colectividad de autores más cercanos a la política?
Lo más importante que creo se produjo en ese período,
fue el Congreso del ´87, que fue bajo represión y, sobre
todo, la emergencia de una presencia y protagonismo femenino muy fuerte.
Hubo todo un movimiento de pensamiento crítico traído
por mujeres al país, sin las cuales yo jamás hubiera
conocido a una serie de autores indispensables.
- Existe algo así como una lectura de género
en la literatura?
Estoy en contra de esas definiciones cerradas y estrechas que hacen
de lo femenino un particular tipo de literatura y de lo masculino,
otra. Existe nada más que la buena y la mala literatura. Eso
es todo. Lo que hizo este brazo de mujeres fue cambiar algunas tópicos
dentro de la poesía, como la entrada a la ironía, la
introducción a lo urbano y sobre todo la impresión de
lo intertextual y de los subtextos. Para tomar un libro de Eugenia
Brito, por ejemplo, debes saber mucho. Y si tú tomas un libro
de un autor hombre de esa misma generación, verás que
no se produce nada, que los textos admiten a lo más una lectura,
mientras los de las mujeres permiten tres o hasta cuatro, y que incluso
si tú los tomas ahora, adquieren múltiples significancias.
- ¿Qué piensas acerca de esa generación de
escritoras? ¿Se manifiestan quiebres y rupturas con respecto
a la generación que emerge finalizada la dictadura?
Me da la impresión de que en Chile no hay grandes rupturas
o quiebres. Lo que hay más bien son pequeños pliegues,
pues la tradición chilena, como su término lo indica,
es precisamente una tradición. Hasta el autor más antinerudiano
se sabe un poema de Neruda. En ese aspecto, por ejemplo, podemos ver
que lo que se desarrolla a fines de la dictadura tiene antecedentes
previos y que el fenómeno de explosión de poetas responde
casi a una necesidad literaria. En general, creo que hay muy buenos
autores, y que la literatura goza hoy de muy buena salud.
Fotografía de Sonja San Martín.