Editado por Lom (2003), estos poemas están
dotados de una singular belleza donde las palabras están encerradas
en cárceles, ahogadas por una cosmovisión donde se plantean
interrogantes metafísicas que la poeta intenta resolver situando
su palabra en alegorías circulares: allí, juega con
la locura, la muerte, los vacíos, los cielos inexistentes...
El libro “Nada” de Malú Urriola (a quien conocimos
en Santiago a mediados de los ochenta en casa del escultor Lautaro
Labbé, cuando tenía 13 años) es un ejercicio
mayor de cómo debe elaborarse
un texto que combina la magia de la invención con una propuesta
integral donde las palabras son secuencias que ayudan a construir
un espacio inmaterial para negar la existencia de ese mismo aire que
las va construyendo, es decir, un hablante que quiere desaparecer
en el hábitat del poema.
¿Cómo integrar estos códigos poéticos
en la realidad del sistema literario chileno?. Compleja pregunta,
porque lo que llamamos tradición en nuestro país, en
lo que se refiere a poesía escrita por mujeres tiene marcadas
influencias del realismo y de la instrospección como fórmulas
que intentan dar cuenta de una realidad –como la nuestra- llena de
contradicciones. Aquí se intenta, de alguna manera, fundar
un territorio de la Nada como lugar de trabajo y vida, dentro y fuera
del lenguaje. La apuesta es arriesgada pero los grandes desafíos
tienen esos sellos.
Editado por Lom (2003), estos poemas están dotados de una
singular belleza donde las palabras están encerradas en cárceles,
ahogadas por una cosmovisión donde se plantean interrogantes
metafísicas que la poeta intenta resolver situando su palabra
en alegorías circulares: allí, juega con la locura,
la muerte, los vacíos, los cielos inexistentes, el verbo es
acosado con violencia a ratos; huye de este mundo en un aeroplano
inexistente, coloca en duda la calidad de la palabra, “que nada digan
–les dice- que no mientan más, que no sobornen, que no encubran”.
Si analizamos este contexto como una rebelión de los sentidos,
en el lenguaje mismo, dentro de su área, podríamos escuchar
con cierta melancolía este lamento estelar de Malú Urriola:
“La poesía es un invento cruel. Pensamientos de que puro salvajes
insisten.../Nada soy, en ningún lugar, nadie”.
Ese es el ciclo que nos propone; la fuerza de una escritura soñada
para vivir dentro del caos de la belleza. Nos plantea, además,
que las palabras adquieren significado cuando son atrapadas por misteriosos
fenómenos fónicos o sensoriales y se internan en la
noche, con la muerte que amanece tan sola, cerca de ojos amados.
Con este libro, se sitúa entre las grandes artistas de su
país y su arte poética en una propuesta acerca del rol
de la poesía en los tiempos venideros.
La escritora (Santiago, 1967) ha publicado “Piedras rodantes (1988);
“Dame tu sucio amor” (1994); “Hija de perra” (1998). Sus textos han
sido seleccionados en diversas antologías: “16 poetas chilenos”,Ediciones
Cámara Chile, 1987. “Antología de la poesía latinoamericana
del siglo XXI. El turno y la transición, compilada por Julio
Ortega, Siglo XX Editores, México, 1997. Antología de
poetas chilenas. Confiscación y silencio, preparada por Eugenia
Brito, Dolmen Ediciones, Chile, 1998. Mujeres Poetas de Chile: Muestra
Antológica (1980-1995), compilada por Linda Koski, Editorial
Cuarto Propio, Santiago, Chile, 1998. En el año 2003 recibe
la Beca del FONDART para realizar el proyecto poético de intervención
urbana “Poesía es +: Lectura de poesía desde globos
aerostáticos”.
Del libro "Nada" página 48:
Afuera hay alguien, hay alguien bajo
los huesos,
y huesos debajo del dolor.
Hay pasto y flores en la tumba de alguien,
escucha como habla,
soy la nada, dice, el olvido soy yo.
Un lenguaje cavernario,
las perlas cultivadas más finas
son las piedras que te pesan en el cuello.
Afuera llueve como un diluvio interminable,
y la gente sube el autobús y enfila hacia la muerte.
Y la muerte se echa andar y se pierde al final de la calle.