Metal impuro, medallón de la suerte sin poderes ocultos, moneda
acuñada en los tiempos de sufrimiento. Estas fueron las primeras
hipótesis para describir el objeto que estaba clavado por entre los
dedos de aquel incógnito ser en la angustiante mesa de necropsia.
Había sido encontrado en la cumbre de la montaña (irónicamente
denominada Paraíso). Todavía no había alcanzado la edad del lobo.
Concluidos los primeros exámenes, intentaba yo montar el rompecabezas
del devorador de mi tranquilidad. No salí de la primera pieza. Ningún
indicio de su muerte, los órganos internos estaban perfectos, lo que no
era común para alguien de su edad. Una luz artificial se reflejada en mi
rostro y el Señor de las Dudas había recorrido mi cuerpo. La moneda
abandonó su momentáneo huésped hurtando mi concentración en el análisis.
La ampolleta* está invertida. Las runas trazan diferente destino. El
viento nocturno conduce a una extraña sensación; estoy en la montaña
Paraíso. Solitario. Vestigio de sanidad. Abruptamente el escenario es
invadido por otra criatura, pero ella no siente mi presencia. Se sienta
en posición de loto, como maravillada con el horizonte. En un movimiento
angelical, ella saca un objeto circular de sus entrañas. Lo mira y su
semblante cambia. Grita y lanza furiosamente el objeto montaña abajo. Él
se vuelve hacia mí: una mirada vaga, algo de decepción. Llueve. La
lluvia cubre su rostro en un lamento. Una gota roja me remite a la
escena inicial: [Metal impuro – forja maestra de las almas, invento
imponiendo su cadencia, edificando lo cotidiano, monarca de las
ilusiones. Soy siervo bañándome en espejos de lágrimas] Me permitieron
el sol, pero hace dos días no siento su luz.
ampolleta* és un reloj de arena
Episódio
autor: José Geraldo
Neres
Metal impuro, medalhão da sorte sem poderes ocultos, moeda
cunhada nos tempos do sofrimento. Estas foram as primeiras hipóteses
para descrever o objeto que estava cravado entre os dedos daquele
incógnito ser na angustiada mesa de necropsia.
Ele fora
encontrado no cume da montanha [ironicamente denominada Paraíso]. Ainda
não atingira a idade do lobo.
Concluídos os primeiros exames, tentava eu montar o quebra-cabeça
do devorador de minha tranqüilidade. Não saí da primeira peça. Nenhum
indício de sua morte, os órgãos internos estavam perfeitos, o que era
incomum para alguém de sua idade. Uma luz artificial refletiu-se em meu
rosto e o Senhor das Dúvidas percorreu-me o corpo. A moeda abandonou seu
hospedeiro, furtando-me a concentração nas análises.
A ampulheta é invertida. As runas traçam diferente destino. O
vento noturno conduz a uma estranha sensação; estou na montanha Paraíso.
Solitário. Vestígios de sanidade. Abruptamente o cenário é invadido por
outra criatura, mas ela não sente minha presença. Senta-se em posição de
lótus, parece admirada com o horizonte. Num movimento angelical, ela
retira um objeto circular de suas entranhas. Olha-o e seu semblante
transforma-se. Grita e atira furiosamente o objeto montanha abaixo.
Vira-se para mim: olhar vago, um quê de decepção. Chove. A chuva cobre
seu corpo num lamento. Uma gota rubra remete-me à cena inicial: [Metal
impuro - Forja mestra de almas, invento impondo sua cadência,
arquitetando o cotidiano, monarca das ilusões. Sou servo banhando-me em
espelhos de lágrimas]. Permitiram-me o sol, mas há dias não sinto sua
luz.
http://www.palavreiros.org/
palavreiros@uol.com.br
Traducción: Rafael Roldan
sambodhi11@yahoo.com.br
Revisión/Traducción: Fabiola Teresa A.
Godoy, Jane Botti (janebotti@ieg.com.br), e Marcela Collins
marcollins@fibertel.com.ar