POESIA : RICA Y
FÉRTIL Naím
Nómez ,
Profesor Universidad de Santiago
Dar cuenta de la poesía chilena del periodo de transición a
la democracia no es tarea fácil y tiene varias limitaciones. Desde
luego está la falta de distanciamiento histórico respecto a hechos
inmediatos de los cuales he sido partícipe, observador y crítico, lo
que puede darle a estas líneas un carácter más de testimonio que de
análisis y en donde puede escabullirse el movimiento para centrarse
sólo en el fenómeno de la canonización y la recanonización.
........... Así como el golpe de
estado de 1973 no varió fundamentalmente la dirección estética de la
poesía que venía haciéndose desde antes, tampoco lo hizo el cambio
de la transición a la democracia en 1988 o 1990. Pero, en ambos
casos, se produjeron corrientes subterráneas, renovaciones, cambios
de perspectivas temáticas y formales. .......... El primer gesto
contradictorio fue asumido ya a fines de la década del ´70, cuando
Raúl Zurita reflexionó en torno al corte radical de los poetas de la
neovanguardia respecto a la tradición. El los ubicó en cuatro
corrientes: la antipoesía, la poesía de los lares, la poesía
epigramática y la de influencia nerudiana. ........... La corriente de ruptura,
que tiene sus representaciones poéticas más relevantes entre fines
de los ‘70 y comienzos de los ‘80, con Juan Luis Martínez, el propio
Zurita, Juan Cameron, Diego Maquieira, Rodrigo Lira, Carlos Cociña,
Eugenia Brito, Gonzalo Muñoz, Nicolás Miquea y otros, aparece
mencionada por Iván Carrasco como poesía neovanguardista. A juicio
de este crítico, se establecen en esos años otras líneas tales como
la religiosa apocalíptica, una poesía testimonial o de la
contingencia más combativa, articulada especialmente con poetas del
‘60 y, finalmente, una poesía etnocultural que corresponde
preferentemente a los poetas del sur de Chile. .......... En el periodo de los ‘80
y ‘90 se reaviva la influencia de Neruda, más como ícono cultural
que como traspaso estético. Reaparecen las voces de Huidobro,
Mistral y de Rokha, y se sacraliza la escritura de Gonzalo Rojas,
Nicanor Parra, Enrique Lihn y Jorge Teillier. También se consolidan
otros poetas que habían sido recurrentes, pero no permanentes en la
tradición chilena: Miguel Arteche, Armando Uribe, Efraín Barquero.
Mientras, irrumpen - a través de concursos oficiales y
manifestaciones editoriales - obras de Delia Domínguez y de los
poetas de los ‘60, como Floridor Pérez, Waldo Rojas, Gonzalo Millán,
Manuel Silva Acevedo, Raúl Barrientos, José Angel Cuevas, Javier
Campos y Hernán Miranda, incorporándose algunas poetas que empiezan
a publicar más tardíamente como Eugenia Brito, Alejandra Basualto,
Soledad Fariña y Paz Molina. ...........
Por
su parte, los grupos que se habían constituido en talleres,
agrupaciones y revistas espúreas, entre 1970 y 1980, empiezan a
publicar a fines de esa década: Esteban Navarro, Eduardo Llanos,
Jorge Montealegre, Erick Polhammer, Antonio Gil y Bárbara Délano,
entre otros. Muchas de las poetas mujeres cuya obra surge en los
‘80, se consolidaron en el período de transición: Carmen Gloria
Berríos, Eugenia Brito, Teresa Calderón, Lila Calderón, Paz Molina,
Heddy Navarro, Rosabetty Muñoz, Carmen Berenguer, Soledad Fariña,
Verónica Zondek, Elvira Hernández y Marina Arrate, entre otras.
Habría que agregar también las primeras publicaciones de poetas más
jóvenes. Otras corrientes distintas, pluritemáticas y de versátil
formalismo, se acrecientan y desarrollan en muchas direcciones.
Recreativa y coloquial como en Jorge Montealegre, Eduardo Llanos o
Bruno Serrano; irónica y marginal como en Mauricio Redolés;
vinculada al arraigo natural y de las culturas indígenas como en
Clemente Riedemann, Jorge Torres Ulloa, Sergio Mansilla, Juan Pablo
Riveros, Carlos Trujillo o la propia Rosabetty Muñoz; desde el
pueblo mapuche como en el caso de Elicura Chihuailaf, Graciela
Huinao, Leonel Lienlaf o Jaime Huenún. Por su parte, siguen en una
corriente experimental Zurita, Cociña, Maquieira y Carlos Decap.
........... Tal vez el signo más
evidente de las expectativas de la transición, ha sido el alto
número de ediciones de poetas de los ‘90. Desde autores con oficio
poético y desarrollo estético como Javier Bello, Carlos Baier,
Sergio Parra, Nadia Prado, Isabel Larraín, Lorenzo Peirano,
Guillermo Valenzuela, Mirka Arriagada, Fabio Salas, Germán Carrasco,
Francisco Véjar, David Pryce, por nombrar algunos; hasta otros que
asoman recién en antologías como Adolfo Vera, Cristián Ahumada, Aída
Osses, Cristián Hott, Mauricio Gómez, Juan Pablo del Río, Viviana
Méndez, etc. Hay en ellos una relación de distanciamiento, desajuste
y desencanto con el mundo mercantil y consumista que produce una
necesidad de coagulación y negación constante. ........... En todo caso, aunque
barrocamente excesiva a veces, y considerada como la pariente pobre
de la cultura nacional, la poesía continúa mostrándose como la más
rica y fructífera de las expresiones estéticas de Chile en todo el
siglo XX. |