Adiós, pero
contigo
EL AMOR
En ti la
tierra
PEQUEÑA
rosa,
rosa
pequeña,
a veces,
diminuta y desnuda,
parece
que en una
mano mía
cabes,
que así voy a cerrarte y llevarte a mi
boca,
pero
de pronto
mis pies tocan tus pies y mi boca tus
labios,
has crecido,
suben tus hombros como dos colinas,
tus
pechos se pasean por mi pecho,
mi brazo alcanza apenas a rodear la
delgada
línea de luna nueva que tiene tu cintura:
en el amor
como agua de mar te has desatado:
mido apenas los ojos más extensos
del cielo
y me inclino a tu boca para besar la tierra.
La noche en la
isla
TODA la noche he dormido
contigo
junto al mar, en la isla.
Salvaje y dulce eras entre el
placer y el sueño,
entre el fuego y el agua.
Tal vez muy tarde
nuestros
sueños se unieron
en lo alto o en el fondo,
arriba como ramas
que un mismo viento mueve,
abajo como rojas raíces que se
tocan.
Tal vez tu sueño
se separó
del mío
y por el mar oscuro
me buscaba
como antes,
cuando
aún no existías,
cuando sin divisarse
navegué por tu lado,
y
tus ojos buscaban lo que ahora
-pan, vino, amor y cólera-
te doy
a manos llenas
porque tú eres la copa
que esperaba los dones de
mi vida.
He dormido contigo
toda la
noche mientras
la oscura tierra gira
con vivos y con
muertos,
y al despertar de pronto
en medio de la sombra
mi
brazo rodeaba tu cintura.
Ni la noche, ni el sueño
pudieron
separarnos.
He dormido contigo
y al
despertar tu boca
salida de tu sueño
me dio el sabor de
tierra,
de agua marina, de algas,
del fondo de tu vida,
y
recibí tu beso
mojado por la aurora
como si me llegara
del
mar que nos rodea.
EL
DESEO
El
tigre
Soy el tigre.
Te acecho
entre las hojas
anchas como lingotes
de mineral
mojado.
El río blanco crece
bajo
la niebla. Llegas.
Desnuda te sumerges.
Espero.
Entonces de un salto
de
fuego, sangre, dientes,
de un zarpazo derribo
tu pecho, tus
caderas.
Bebo tu sangre, rompo
tus
miembros uno a uno.
Y me quedo velando
por
años en la selva
tus huesos, tu ceniza,
inmóvil, lejos
del
odio y de la cólera,
desarmado en tu muerte,
cruzado por las
lianas,
inmóvil en la lluvia,
centinela implacable
de mi
amor asesino.
LAS
FURIAS
La
pródiga
Yo te escogí entre todas las
mujeres
para que repitieras
sobre la tierra
mi corazón que
baila con espigas
o lucha sin cuartel cuando hace falta.
Yo te pregunto, dónde está mi
hijo?
No me esperaba en ti,
reconociéndome,
y diciéndome: "Llámame para salir sobre la
tierra
a continuar tus luchas y tus cantos"
Devuélveme a mi
hijo!
Lo has olvidado en las
puertas
del placer, oh pródiga
enemiga,
has olvidado que
viniste a esta cita,
la más profunda, aquella
en que los dos,
unidos, seguiremos hablando
por su boca, amor mío,
ay, todo
aquello
que no alcanzamos a decirnos?
Cuando yo te levanto en una
ola
de fuego y sangre, y se duplica
la vida entre nosotros,
acuérdate,
que alguien nos llama
como nadie jamás nos ha
llamado
y que no respondemos
y nos quedamos solos y
cobardes
ante la vida que negamos.
Pródiga,
abre las
puertas,
y que en tu corazón
el nudo ciego
se desenlace y
vuele
con tu sangre y la mía
por el mundo!
Fotografía de Matilde Urrutia, de "Genio y figura de Pablo
Neruda, de Margarita Aguirre