Entrevista
Nicanor Parra:
"No
hay que dejarse tragar por el discurso cuico"
Por
Macarena García G.
Artes
y Letras de El Mercurio, Domingo 9 de julio de 2006
Dice que no está dando entrevistas y que quién
le dijo que yo le iba a dar una a usted. Después, con calma y parsimonia,
relata un misterioso cuento de Óscar Cerruto que recién había
terminado de leer. Entonces Rosita, su empleada, entra con dos tazas de té.
Habrá que tomárselo lento. Cinco horas más tarde, Nicanor
Parra seguía hablando mientras abría la puerta de un antiguo garaje
para enseñar las últimas obras de arte de su nieta "Lina Paia".
Al final había dado una entrevista, ni tan en serio ni tan en broma.
Se
viene una avalancha Parra y el antipoeta prepara sus defensas. La U. Diego Portales
acaba de publicar sus Discursos de sobremesa y la prestigiosa editorial española
Galaxia Gutenberg se apronta a llevar a librerías sus anunciadísimas
Obras completas. Además, se reeditará Canciones rusas y artefactos.
Por su parte, él trabaja en una megaexposición que inaugurará
en agosto en el Centro Cultural Palacio La Moneda y un lujoso libro-antología
que reunirá su obra visual. "Inventos de la Colombina", dice
el antipoeta, echándole la culpa a su hija arquitecto, que desde un taller
en Santiago trabaja a toda máquina llevando a la realidad los artefactos
de su padre.
-¿Y por qué dice
que son sólo inventos de la Colombina?
- "Porque a ella
se le ocurren esas cosas. Ya hicimos una en la Telefónica y ésta
es más completa, pero es como la segunda edición de un libro".
-Pero
hay cosas nuevas y ocupará todo el Centro Cultural.
- "Sí,
hay más inventos. El nombre sigue siendo un problema. La llamábamos
"Comerciales", pero cambió a "Obras públicas",
aunque ahora me parece un nombre un poco presuntuoso".
-Un
nombre que usted había utilizado antes en la exposición con el poeta
español Joan Brossa para identificar sus obras. Puede ser también
un nombre irónico.
- "Sí, rescatamos ese par
de palabras y puede ser irónico por eso del MOP, pero ahora tengo la idea
de llamarla "Los cachivaches de la reyna", así, mal escrito.
Es mejor, porque cachivaches es una palabra muy pelotuda que se contrapone a la
reina que tiene sus joyas y tesoros".
-Un
buen nombre era ese suyo de "Calcetines huachos".
- "Pero
también es presuntuoso. Hay alguien que se está haciendo el inteligente
y todo el mundo aplaude. La "espectacularización" ya no me gusta.
También es bueno que sea de la reina, porque ahora hay una reina en Chile
en vez de un rey. Y me gusta la palabra cachivache, porque viene de abajo. Es
una palabra de las mamás y abuelas que tiene dos veces la letra "ch",
por lo que pienso que puede venir de los mapuches. ¡Así que también
tengo ahí los dos mundos! ¡Los mapuches y los españoles!".
Parra
se entusiasma. Se recuerda de la cantidad de veces que su madre lo mandó
a buscar cosas "por allá, junto a los cachivaches", y agrega:
"Es una palabra pariente de los artefactos, pero que no pertenece al discurso
cuico. No hay que dejarse tragar por el discurso cuico". El antipoeta admite
que a veces él se ha dejado engullir por el lenguaje correcto, pero que
ahora más que nunca está apostando por las palabras que se caen
del diccionario. "Me interesan mucho los discursos de la marginalidad y eso
incluye el discurso de los niños. De hecho, estoy encantado con mi nieta
la Lina Paia, que el otro día me dijo: "¿Por qué te
vas, Tata?" "Porque no me quieres"/ "Sí, te quiero;
pero si te quieres ir, ándate" y se va ella caminando".
Parra,
el espartano
Parra pasó su infancia en Lautaro, su adolescencia
en Chillán y a los 17 años tomó el tren para venirse a Santiago.
Se bajó del andén con cinco pesos y una maleta prestada. En el bolsillo
de la camisa llevaba la tarjeta de un profesor primario al que había conocido
en el sur y planeaba ir a tocarle la puerta. Él le había dicho:
"Cuando vayas a Santiago no te olvides de pasar a verme". Dicho y hecho.
"Gonzalo Latorre se llamaba y le debo mucho. Él me explicó
que existía el internado Barros Arana y me llevó allá donde
me dieron desde los libros, hasta la ropa y el colchón. Fue la salvación.
Si no, no sé qué hubiera pasado".
En una de las paredes
de su casa en Las Cruces cuelga una foto de curso. Son los 55 jóvenes del
sexto de humanidades posando para una cámara de 1932. Sentado en primera
fila con las piernas cruzadas se ve un joven que viste con corbata humita. "Sí,
era inocente", dice Parra y muestra a sus amigos Jorge Millas y Jorge Cáceres,
que con el tiempo serían un importante intelectual y un reconocido poeta
surrealista, respectivamente. "Aquí (en el Barros Arana) los que mandaban
eran los deportistas. No estábamos en Atenas, sino que en Esparta. En Chillán
era distinto, ahí yo estaba en mi Atenas y era siempre Parra el que hacía
las composiciones. Acá mandaban ellos con sus apotegmas. Literatura y filosofía:
cero. Chistes: sí. De ahí vienen los artefactos; de tener que estar
todo el día contestando las tallas, porque sólo el que podía
contestar sobrevivía".
-Pensaba
que lo chistoso venía de su padre.
- "También.
Aunque tenía un humor difícil. Era estilo Quevedo, del Quevedo pesado
de sangre que tiene este chiste: dos doncellas se detienen ante un personaje y
le preguntan la hora y él, Quevedo, les dice que tiene el puntero parado
entre la una y las dos. Ése era el humor de Nicanor Parra Parra y yo lo
rechazaba porque me parecía muy porno, aunque después me di cuenta
de que es también una rama del espectro".
-¿El
internado era más exigente que el liceo de Chillán?
- "Muy
rápido me di cuenta de que no tenía pito que tocar, a pesar de que
yo había sido uno de los mejores alumnos. El primer bimestre me saqué
rojos, pero después me repuse. La venganza total fue entrar al bachillerato.
Los mejores alumnos del internado habían sido rechazados y yo obtuve uno
de los más altos puntajes de todo el país. Cierto. A partir de ese
momento yo quedé de dueño del internado y ahí hicimos la
Revista Nueva".
Parra entró a estudiar Física y Matemática
a la U. de Chile, pero se quedó viviendo en el Barros Arana trabajando
como inspector. Junto a Carlos Pedraza y Jorge Millas fundaron la Revista Nueva,
en la que publicó "El gato en el camino", un cuento de corte
surrealista que lo catapultó a la fama de escritor de lo absurdo. Le pregunto
si en la antología de Galaxia Gutenberg publicarán ese mítico
relato. "¡Qué bueno que toque ese tema!", dice, y se pierde
escaleras arriba dando cuenta de que su cuerpo no sufre de nada de lo que se supondría
a los 91 años. Vuelve con el primer tomo de Harry Potter. "No creo
que lo quiera leer ahora, pero es importante que lo lea". (Lo hago en el
camino de vuelta y, efectivamente, reconozco que el inicio de la saga del niño
mago tiene mucho del anticuento parriano y de gatos que son otra cosa).
-En
alguna parte leí que plantó un árbol en la cancha de tenis
del internado.
- "Ése es uno de los artefactos precolombinos,
así los llamé después, porque son de esa época y también
porque son anteriores a la Colombina Parra. El primero era construir un árbol
con ascensor para subir a ver los pájaros; el segundo, un abismo con escalera
para ver a los cocodrilos; el tercero, cisnes de cuello negro que hacen un camino
a pie entre Santiago y Valparaíso, y el cuarto, expulsado del Barros Arana
por plantar un árbol en una cancha de tenis".
-¿Lo
realizó o fue sólo un proyecto?
- "Son sólo
ideas y funcionan como tales. Con eso basta".
Habría que detenerse
en la terminología parriana. Antipoemas: poesías escritas como quien
habla, sin metáforas ni ninfas ni tritones. Artefactos: frases encontradas
y frases que yuxtapuestas hacen sentido (y que suelen ser divertidas). En 1972
publica un libro de poesía hecho de postales en las que intercala estas
frases cortas con algunos dibujos. Artefactos visuales: esas mismas frases junto
a un objeto que multiplica las posibilidades de sentido, de crítica y de
humor. Antipoeta: según el manifiesto parriano, "un hombre del montón".
Pero
Nicanor Parra fue antes un poeta a secas. En 1937 publicó un libro -definido
por él como un pe(s)cado de la juventud e inencontrable, reaparecerá
en sus Obras completas- titulado Cancionero sin nombre. Casi veinte años
más tarde publicaría otro que gustaría a muchos escritores
y teóricos del mundo entero y, con el tiempo, lo llevaría a ser
un sempiterno candidato al Nobel: Poemas y antipoemas.
Cosmos
y porotos
-Ese libro lo escribió
mientras estudiaba matemática en Londres, ¿no?
- "Cosmología.
Se suponía que yo iba a ser cosmólogo. Pero ahí pasó
algo curioso. Estaba leyendo algo y vi esta frase: "Death be not proud".
Me pareció el acabose. Nunca se había dicho algo así: "Muerte,
no seas orgullosa". Ahí entendí qué es lo que busca
la poesía y me puse a escribir los antipoemas. Veinte años más
tarde me encontré de nuevo con esa frase, ¿sabe dónde?, en
Hamlet, hacia el final. Ahora yo estaba en condiciones porque conocía más
el inglés y me di cuenta de que era un malentendido. Quería decir:
"Muerte, no seas soberbia" y eso ya se había dicho. Todo había
salido de un malentendido".
-Y llega a publicarlo
a Chile.
- "Eran tres libros y los mandé a un concurso
y los tres ganaron, entonces los publiqué como uno solo".
-Los
mandó al concurso con otro nombre.
- "Sí, les
puse el nombre de Rodrigo Flores, que era el campeón de ajedrez de la época.
Los comunistas nunca habrían dejado que yo ganara".
Está
servido el almuerzo. Porotos con riendas -"uno de los pocos alimentos que
ya no son transgénicos"- y vino tinto. De postre, una manzana orgánica
cultivada en el patio de su propia casa. Le pregunto cuánto va a Santiago.
"Cada vez menos. ¿Para qué?", dice, mirando por la ventana
de su comedor desde donde se ven el mar y los árboles.
Junto al café
conversamos de la importancia de Duchamp para los artefactos visuales -"aunque
él no fue un poeta, no trabajó con el lenguaje y para mí
lo fundamental es la configuración lingüística de estas frases",
explica Parra-. La casa está llena de papelitos manuscritos, algunos junto
a sus respectivos objetos, otros huachos o inconclusos
-Ahora
presentará antipoemas audiovisuales como uno en que se quemará un
neumático dentro de una casa. ¿Es un poema ecológico?
-
"Sí. Es a puertas y ventanas cerradas, jajaja. Ésa
es otra característica que no está en Duchamp, los artefactos son
críticos. Los dadaístas son todavía esclavos de la imagen,
aunque ellos son estupendos, porque sin dadaísmo no hay surrealismo y sin
surrealismo no hay poesía".
-Pero en
los artefactos hay un discurso anarquista que también es algo dadaísta.
-
"En última instancia es un discurso ecológico. Porque
los discursos tradicionales han muerto y hay que buscar el protoplasma en otra
parte". Parra verde
-¿Y de dónde
viene este discurso ecológico?
- "De que tuve que contestarme
la pregunta de por qué escribo, para qué y la respuesta es que es
para buscar el equilibrio personal. La poesía es como una caja negra donde
se reproducen los conceptos cibernéticos de "input" y "output".
Si no fuera por esta caja negra, estaríamos frente a un sistema que necesitaría
de un ingeniero que estuviera observando la máquina para que no explote,
ni se congele. Son mecanismos de autorregulación y pensé el trabajo
en esos términos. Tiene que ver con la catarsis griega, aunque está
desarrollado y teorizado en forma, ¿ah?"
-
¿Cuando comenzó a interesarse por el ecologismo?
- "Llegué
por razones de supervivencia, durante la dictadura. Los milicos no me echaron,
pero yo quería hacer un trabajo útil sin que fuese un suicidio".
Entonces
cuenta cómo se refugió en el Instituto de Estudios Humanísticos
de la Chile y recuerda a Cristián Huneeus, director de ese instituto, quien
habría dicho que el mundo se parecía cada vez más a la poesía
de Parra. "Es que la antipoesía es la farándula, la idea de
que el mundo se acabó y hay que gastar lo que queda. La antipoesía
también, pero ahora estamos así (dice poniendo las manos juntas
como rezando). Estamos entrando a la fe, pero por la puerta de la razón.
Pensando que tal vez nos salvamos por esas variables que no manejamos, porque
ni los científicos manejan todas las variables".
Parra muestra
la biografía de Cristián Huneeus que está entera rayada por
él. Hay breves antipoemas, frases subrayadas y frases cuestionadas. La
cita no aparece, pero después revisa sus cuadernos - todos de croquis blancos
llenos de dibujos- y lee frases como la siguiente: "Me juí/ búsquese
otra más mejor". Advierte que lo que ahora realmente le interesa está
en el discurso marginal y que hasta dejó a Hamlet por ser discurso cuico.
-¿Usted
se siente marginal?
- (Se detiene a
pensar un momento). "Respuesta: La respuesta a esa pregunta está en
John Keats, quien dice que la literatura consiste en vivir en una contradicción.
Después él agregó que el que quiera entender a Shakespeare
como persona a través de su obra está perdido, porque es una especie
de Dios que está en todas partes en general y en ninguna en particular.
Así que yo no tengo por qué dármelas de marginal, pero hay
que permitir que aparezcan los marginales y puedan dar sus verdades. Baudrillard
en su última visita a Chile dijo que no existía la palabra verdad,
pero eso ya lo habían dicho los físicos a principios del siglo XX,
cuando dijeron que no hay una teoría que sea más verdadera, sino
que hay teorías más plausibles que otras".
Libros
bajo la manga
Obras públicas: Libro editado por su
hija Colombina Parra y su pareja, Hernán Edwards, en el que reúnen
casi la totalidad de la obra visual del antipoeta. En papel couché estarán
las tablitas de la reina con los trabajos prácticos y los últimos
comerciales, todos mezclados sin prólogo ni aclaraciones.
Artefactos:
El libro de postales que Nicanor Parra publicó en 1972, con artefactos
famosos como "La izquierda y la derecha unidas/ jamás serán
vencidas", será reeditado en postales coleccionables por el diario
"La Tercera".
Discursos de sobremesa: La Universidad Diego
Portales publicó "Discursos de sobremesa": cinco textos leídos
entre 1991 y 1997 en distintos eventos. Desde la recepción del Premio Juan
Rulfo hasta el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Concepción.
Ya está en librerías. "Hay muchísimos cambios desde
las publicaciones anteriores, porque todas fueron ediciones muy precarias y llenas
de errores. Ahora él participó en la edición y a algunos
les hizo bastantes cambios en el proceso de edición", explica Adán
Méndez, quien editó el libro.
Canciones rusas: Publicado
originalmente en 1967, será reeditado por Ediciones Tácitas con
prólogo de Kurt Folch. El editor es también Adán Méndez,
a quien le gusta ese libro porque "representa un momento de calma dentro
de un trayecto bastante desesperado de la antipoesía; si lo comparas con
Versos de salón, puedes observar que es un sujeto más reposado.
Tiene un tono que después va a recuperar en los Discursos de sobremesa",
explica Méndez.
Los
cachivaches de la reyna
En una sala colgará todas las "Bandejitas
de Isla Negra" (bandejas de empanadas sobre las cuales dibuja, escribe y
bromea), las "Tablitas de la reyna" (tablas sueltas de un suelo de parqué
intervenidas por el poeta) y se exhibirán distintos artefactos visuales
como la célebre "Naturaleza muerta" (un tomate con un clavo incrustado)
y "Las 3 calaveras de Colón". Otra sala tendrá una decena
de paneles sobre los que se proyectarán distintas imágenes creadas
por el antipoeta, ante todo los llamados "comerciales", en los que Parra
se apropia el lenguaje publicitario. Lenguaje de zapping e ironía antipoética.
El
amplio hall estará intervenido por artefactos de grandes dimensiones. Colgarán
lámparas desde el cielo del centro cultural, con pantallas de papel manuscritas
que iluminarán las distintas obras: un cerro de neumáticos, un cúmulo
de botellas de vino ("Botellas vacías del autor"), un cementerio
de computadores ("WEBiar humanum est") y maniquíes con ropa diseñada
por Parra, entre otros. Frente a ellos un pizarrón gigante con definiciones
de la palabra antipoesía.
En el auditorio se proyectarán antipoemas
audiovisuales dirigidos por el mismo Nicanor Parra y filmados por Andrés
Ovalle. En uno de ellos una vaca recibirá un balde de leche.
"El
hombre es un corazón con patas"
Esta figura parriana fue antes
un círculo con un par de ojos turnios de la que se escapaban los brazos
y piernas, indicando cosas. "Era Mr. Nobody. Es un personaje histórico
del siglo XIV. Yo llegué primero a este personaje y estuve funcionando
con él mucho tiempo. No tenía ni cuerpo, ni gestualidad, tenía
cabeza no más. Cualquier tontería atribuida a él funcionaba,
pero de repente me di cuenta de que era muy pretencioso, que el hombre es más
corazón que cabeza, más tinieblas que luz, y que el personaje paradigmático
tenía que ser un corazón con patas, porque eso es el hombre"