La
metáfora de caer al agua
Por Niki Tito
Gonzalo Málaga Ortega
M.F. (Los multifuckers) y otros cuentos
Lima, Editorial Campo de Gules
2005, 83 pp.
Un hombre es el resignado poseedor de un manojo de llaves de cuya
puerta es el guardián, hasta el día que su prisionero
muera y él se convierta en el cautivo. Otro hombre es perseguido
insistentemente por un extraño personaje que aparece siempre
en los momentos de intimidad con su mujer, debiendo eliminarlo de
una forma aún más extraña y delirante. Una mujer
escucha en medio
de su sueño la revelación de alguien que espera a una
amiga mutua después de su muerte. Éstas son algunas
de las historias que pueblan el universo narrativo de Gonzalo Málaga
Ortega (Puno, 1968).
El libro presenta cuatro partes que abarcan once cuentos en total.
El primer apartado incluye tres microrrelatos que funcionan como anticipos
de las líneas narrativas por las que se mueve el libro: el
absurdo, lo fantástico, y lo sentimental. La segunda y tercera
parte del libro desarrolla tramas donde conviven lo fantástico
y lo misterioso, de evidentes raigambres cortazarianas. "M.F.
(Los multifuckers)", cuento que da título al libro, narra
la existencia de una sociedad secreta relacionada al arte y la literatura
de una forma peculiar, y resulta una interesante mezcla de fantasía,
especulación, matemáticas y extrañamiento. Paulatinamente,
el libro va cediendo paso de lo fantástico a relatos de mayor
extensión donde, si bien se mantiene cierta atmósfera
irreal, la temática predominante es la imposibilidad de asimilación
del sujeto frente a la fatalidad. Así, el último apartado
del libro da cuenta de protagonistas que han sido despojados de algo
que ha terminado arruinando sus vidas, convirtiéndolos en personajes
malheridos de nostalgia, cuya existencia resulta ya completamente
inútil.
Lo de Málaga es el relato cargado de elementos simbólicos:
narraciones que apuntan a que el lector intuya la parábola
o metáfora cifrada. (A este respecto, no olvidemos que el autor
formó parte del grupo de poesía Noble Katerba durante
la década de los noventa, donde debió entrenarse en
el manejo de recursos poéticos). Sin embargo, a pesar del aprovechado
uso de símbolos que otorgan densidad al libro, los mejores
relatos ("Speechman", "Cilindro" por ejemplo)
son aquellos que sí persiguen emanciparse de sus referentes
o conseguir un tono y una mirada novedosa frente a los temas de siempre
de la Literatura, manifestadas a través del vacío existencial
y, principalmente, de lo absurdo en situaciones cotidianas. En efecto,
sus cuentos -como los de su maestro Cortázar- se mueven entre
la realidad fáctica y la irrupción de elementos fantásticos
o absurdos; de modo que la poética del libro podría
resumirse en "la metáfora de caer al agua", pues
el autor primero hace respirar la limpieza del aire puro al lector,
para súbitamente introducirlo en aquellas aguas habitadas por
símbolos, oscuridad, giros sorpresivos, ocultamientos y revelaciones,
de donde no debe salir indiferente.
Finalmente, debo hacer una mención aparte al asunto de la
prosa: por momentos muy precisa y por momentos de una sorprendente
torpeza. Aunque quizá en esta "torpeza" -a la luz
de los atractivos resultados finales- se encuentre uno de sus mayores
logros.