A
propósito de Mosquito Comunicaciones
Oscar
Barrientos Bradasic.
En nuestro país
centralista y ninguneador, entregado como nunca a los dogmas del Banco Mundial,
a los tratados de libre comercio, a los medios de comunicación financiados
por empresarios que desconocen
la palabra "misericordia". En este tiempo donde la buena literatura
está en la periferia de los discursos sociales, de políticas culturales
que se traducen en inútil estridencia, zancos y batucadas, asoman ciertas
tentativas que merecen espacios de reflexión.
Me parece que Mosquito
Editores fue uno de esos respiros en medio de una sociedad manejada por tecnócratas
ebrios de un exitismo injustificado. Durante muchos años, su afanoso editor
Cristian Cottet mantuvo un diálogo constante con muchos proyectos
literarios tanto de Santiago como de regiones. De aquellos que cargábamos
nuestros originales en las sórdida tristeza del café aldeano, en
las entretelas de nuestras ciudades que ya monumentalizaban al becerro de oro.
A calle Miguel Léon Prado llegaban frecuentemente muchos escritores que
compartían la amistad en la palabra y la conversación que fluía
en medio de la tarde santiaguina.
Fueron muchos los autores que editaron
allí y que aportaron a su catálogo, tales como Diego Muñoz
Valenzuela, Carlos Alberto Trujillo, Francisco Véjar, Tomás Harris,
Javier del Cerro, Santiago Azar, Juan Mihovilovic, entre muchos otros. Yo también
estuve entre ellos.
Me entero en estos días que la martillera pública
remató sus equipos, dejando paradójicamente sólo los libros
de la editorial ¿Gentileza de verdugo? ¿Oscurantismo inveterado?
¿Crecimiento con igualdad? ¿Manual de Carreño en un frasco
de formalina? ¿Y nadie va a decir nada? Para lo demás, el Estado
sabe que están las trasnacionales del libro, ya que las editoriales independientes
(todas sin excepción) dan batallas duras por el espacio que frecuentemente
se les mezquina.
En Chile no tenemos editoriales del Estado ni proyectos
de difusión de la literatura universal y nacional como lo fue Quimantú
en su momento. De ese espacio de pensamiento crítico, de interlocución
y búsqueda se han encargado en nuestro país, las editoriales independientes
abriéndose paso en medio de las verdades excluyentes del libre mercado.
Por ello su trabajo merece un especial reconocimiento.
En el caso de Mosquito
Editores sólo esperamos un pronto regreso para que sus libros continúen
viajando entre lectores atentos, para continuar tratando de descifrar los abecedarios
de la belleza.