
Las 
crónicas ocultas de Puerto Peregrino
Ramón 
Díaz Eterovic.
Revista Punto Final. 
Marzo de 2007.
Después de cinco o 
seis libros publicados en los últimos años, se puede afirmar que 
la sostenida obra de Oscar Barrientos Bradasic es una valiosa contribución 
a la renovación de la literatura magallánica y un aporte singular 
en la narrativa chilena actual.
En sus libros, Barrientos reelabora un 
aspecto tradicionalmente presente en la literatura magallánica, que dice 
relación con el rol del hombre en la historia de la región y su 
enfrentamiento con los rigores de la austral geografía. Barrientos aborda 
un aspecto incorporando en sus relatos materiales provenientes de la literatura 
fantástica, de la mitología y del relato de aventuras. Esto se refleja 
en la trilogía compuesta por los libros El diccionario de las veletas, 
Cuentos para murciélagos tristes y Remoto navío con forma 
de ciudad, este último recientemente publicado por Editorial Cuarto 
propio.
Los libros mencionados tienen en común el protagonismo de 
Puerto Peregrino. Siguiendo las aguas de un "Macondo" de García 
Márquez o de "Santa María" de Juan Carlos Onetti, Barrientos 
ha creado un territorio para sus fantasías. Un territorio que a veces puede 
ser Punta Arenas, y a veces un espacio distante en que cada acto parece condicionado 
por la nostalgia, por el reencuentro con el pasado, con la convivencia con seres 
marginales, nebulosos, como la misma conformación de la ciudad. Puerto 
Peregrino termina siendo un espacio donde todas las aventuras y todas las fantasías 
son posibles. Y no es extraño que así sea, porque lo mismo se puede 
decir de Magallanes, región donde han convivido gentes de distintos ámbitos 
y lenguas, aventureros y visionarios, locos y osados hombres que fueron capaces 
de enfrentar las empresas más arduas e increíbles.
Los relatos 
que componen Remoto navío con forma de ciudad adquieren un acento 
particular a partir del despliegue de esos elementos constantes en la narrativa 
de Oscar Barrientos: lo fantástico, como vía para la comprensión 
de la realidad, y el modo de expresarse del narrador. Lo primero se encuentra 
en la configuración de Puerto Peregrino y en los personajes que la pueblan. 
El espacio siempre es de pesadilla o de asombro, y los personajes son tan poco 
habituales como un hombre que se dedica a estudiar mensajes que llegan dentro 
de botellas enviadas por desconocidos náufragos, un demoníaco director 
de teatro, un fantasma que construye palomas mecánicas, el entrañable 
poeta Aníbal Saratoga y el mismo narrador, que deambula por los bares de 
la ciudad mientras escribe la crónica oculta de Puerto Peregrino.
Por 
otra parte, el lenguaje del que se apropia Barrientos está cargado de metáforas 
y giros que recuerdan el habla de los personajes que pueblan los relatos góticos 
o de aventuras. Un lenguaje que se equilibra en la cuerda tensa de la poesía 
y que contribuye a potenciar la atmósfera fantástica de sus historias. 
Buena parte de los méritos de estos cuentos radica en el decir de su narrador, 
dotados de giros líricos y de buenos momentos de humor e ironía.
Los 
relatos de Barrientos requieren de lectores abiertos a lo fantástico y 
lo lúdico. Son relatos sugerentes y bien urdidos, evidenciando el oficio 
de un escritor que ha encontrado una impronta para abordar los temas que le seducen. 
Sus historias permiten recorrer un mundo fantasmagórico y atractivo. Y 
basta eso para celebrarlo como una buena entrega de un autor que a través 
de sus fábulas nos invita a compartir los secretos de Puerto Peregrino, 
pueblo destinado a ser recordado como el rincón donde sobreviven los nostálgicos.