Óscar
Barrientos lanza su libro "El diccionario de las veletas y
otros relatos portuarios"
Melancólicos
fantasmas invaden Puerto Peregrino
Por Rodrigo Castillo R.
Domingo 30 de Marzo de 2003
El joven autor presenta una
delirante colección de historias protagonizadas por navegantes
apocalípticos, poetas amantes de la derrota, nobles mujeriegos,
boxeadores fracasados y amantes huidizas.
Definida como "una ciudad sembrada de fantasmas y sentimientos
vagabundos", Puerto Peregrino es una localidad imaginaria situada
en el archipiélago de Obatu, ficticia región que el
joven escritor puntarenense Óscar Barrientos ha escogido
como escenario para ambientar las melancólicas y delirantes
historias incluidas en "El diccionario de las veletas y otros
relatos portuarios", volumen recién editado por Cuarto
Propio.
En el libro, el autor ofrece una colección de cuentos protagonizados
por navegantes apocalípticos, poetas amantes de la derrota,
nobles mujeriegos, boxeadores fracasados, amantes huidizas y una extensa
galería de personajes adictos al trasnoche. El común
denominador de todos los relatos es un narrador que, dirigiéndose
al lector en primera persona, ofrece un detallado informe de los novelescos
infortunios que asuelan el lugar.
"Intenté documentar en este personaje narrador o alter
ego que salta al vacío, nuevas y antiguas obsesiones: la imposibilidad
de la dicha, las precariedades, los naufragios, las islas de la felicidad,
los bares insondables, el desamor, viejos espectros literarios, todo
ello. El resultado fue este libro basado en las direcciones del viento",
explica Barrientos.
-En muchas de tus historias pareces rendirle
homenaje a Borges, tanto por el tono de tu prosa como por el carácter
fantasioso de los hechos que refieres. ¿Cuál es tu relación
con ese escritor?
-Creo que la literatura contemporánea no se entiende
sin Borges. Borgiano es una manera de leer la literatura que incluye
a nombres del calibre de Calvino o Eco. No obstante, creo que en este
libro están más que nada las señales de ruta
del universo borgiano y de otras que han aparecido: Melville, Conrad,
Dunsany, D.H. Lawrence, George Eliot, Blaise Cendrars, Ray Bradbury
y otros más.
-¿Eres un escritor que se alimenta
principalmente de sus lecturas a la hora de crear sus argumentos?
-Por cierto, soy un lector compulsivo y militante. Pero
esto también es un encuentro con los amigos de ruta durante
estos años, en mis navegaciones y vigilias, en mis amores y
desamores. En ese sentido hay humanidad en estos relatos, jamás
estableciendo distancias con la literatura en sí, que es uno
de los actos más grandes de humanidad.
-¿Cómo inventaste la ciudad
de Puerto Peregrino?
-La ciudad está intertextualmente construida por
fragmentos de ciudades que he visitado y en las que incluso he vivido
durante largos períodos, como Valdivia, Salamanca, La Habana,
Zagreb y otras que se llevó el diccionario de los sueños.
-Imagino que tu entorno geográfico
ha influido en el carácter marítimo de tus cuentos.
-Puerto Peregrino queda al interior de una isla en forma de mano.
Magallanes es una isla rodeada de tierra. Por líneas sanguíneas,
como gran parte de los magallánicos, mis antepasados vienen
de dos islas: Chiloé y Brac, en la lejana Croacia. Pero también
están las islas del desencanto, los cementerios del silencio,
los "nidos de los mitos", como dice Pablo de Rokha.
-¿Por qué la isla tiene forma
de mano?
-Eso es un homenaje a los cómics y a las novelas de aventuras
que todavía devoro.
El fantasma redentor
Óscar Barrientos dice que los estrafalarios personajes que
desfilan por las páginas de "El diccionario de las
veletas y otros relatos portuarios" provienen tanto de su
experiencia vital como de sus aproximaciones a otros autores.
"Estos seres han aparecido en mis rutas enlazándose con
viejos hallazgos en las lecturas de adolescencia. Boxeadores retirados,
musas impávidas al naufragio de la memoria, inventores excéntricos,
dulcineas de bar, poetas que han terminado con la humanidad, incluso
historias de amor y marinería que se prolongan en el infinito",
afirma.
-Un personaje especialmente llamativo es
el mujeriego y erudito marqués Erasmo de la Gleba.
-A él me lo traje de ciertas tertulias literarias
en Madrid y sería, quizás, mi lectura del noble que
cree en la palabra como un fantasma redentor, quizás como la
leyenda que se ha tejido en torno al admirado y admirable Huidobro.