Guerra,
sexo y rock and roll
En
un Abrir y Cerrar de Ojos, Oscar Hahn. Visor 2006
Por
Juan Manuel Vial
La Tercera Cultura. Sábado 9 de Diciembre de 2006
Mientras
escribía En un Abrir y Cerar de Ojos, el poeta Oscar Hahn estuvo a punto
de perder el ojo derecho. Sin embargo, nadie podría decir que el hombre
tiene mala puntería.
Ciertos
poemas de En un Abrir y Cerrar de Ojos -obra ganadora del VI Premio Casa
de América de Poesía Latinoamericana- aluden al soldado desconocido,
a las Torres Gemelas, a "los jinetes del Pentágono" y al secretario
de Estado. Según explica Oscar Hahn, el autor de los mismos, no se trata
de una serie de versos contingentes, puesto que, en realidad, "son una protesta
contra la guerra y nacen
de un imperativo ético". En su caso particular, la guerra no es una
abstracción: "Varios alumnos o ex alumnos de la Universidad de Iowa,
lugar donde trabajo, han muerto recientemente en el conflicto de Irak".
Otro
tema que entra y sale de las páginas de este poemario breve pero contundente
es el erotismo. En el poema Lolita, por ejemplo, el autor sostiene de entrada
que "Somos los viejos que nos acostamos/ con muchachas 40 años menores
que nosotros/ los que tratamos de ignorar a la muerte". A los 68 años
de edad, Oscar Hahn piensa que la actividad sexual depende de cada persona, ya
que no todos envejecemos de la misma manera. "Hay, eso sí, una serie
de estereotipos y prejuicios sobre la sexualidad de las personas mayores. Se supone
que los viejos son impotentes y los jóvenes omnipotentes. Sin embargo,
se sabe que muchos jóvenes necesitan tomar Viagra".
Desde que
Oscar Hahn escuchó a Elvis Presley por primera vez, allá por la
década de los 50, desarrolló una "relación directa"
con el rock: asistió a conciertos de los Beatles, de los Rolling Stones,
Bob Dylan y Led Zeppelin. Y ahora escribió un poema llamado Nirvana, en
el cual alude a Kurt Cobain, el vocalista de dicha banda, quien, como se sabe,
"Se metió/ la pistola/ en la boca/ y disparó// Su mente queda
inactiva/ y así logró la experiencia del nirvana". Al respecto,
Hahn confiesa que nunca le había prestado atención al mencionado
grupo, hasta que vio en MTV el video de Smells like Teen Spirit: "Me impresionó
mucho la rabia que había en la interpretación vocal e instrumental
de Kurt Cobain, una rabia que era una mezcla de protesta e impotencia. Pero creo
que no habría escrito el poema si no hubiera asociado esa canción
con lo que yo mismo estaba sintiendo en esa época".
Mientras
escribía En un Abrir y Cerrar de Ojos, el poeta Oscar Hahn se encontraba
en pésimas condiciones de salud, a punto de perder, precisamente, la visión
del ojo derecho. Sin embargo, el título del libro no guarda relación
con la dramática experiencia: "Al principio escogí el nombre
simplemente porque me gustó, pero después se me fue llenando de
sentido. Abrimos los ojos cuando nacemos y los cerramos cuando morimos. Entre
ese abrir y cerrar de ojos trascurre la vida. Ahí está el tema central
de la obra".
El jurado que premió el libro de Hahn destacó
"el uso de la ironía y el compromiso" del volumen "con la
intepretación del mundo contemporáneo". Con relación
a esto último, más de alguien podría pensar que En un
Abrir y Cerrar de Ojos es un poemario inspirado en la lectura de periódicos:
ahí está la guerra, ahí están los curas pedófilos,
los rockeros rabiosos, los "destroyers portaviones". Lo anterior tiene
a Hahn sin cuidado: "¿Quién dijo que sólo se podía
escribir sobre el pasado? Por lo demás, esas preocupaciones mías
no son recientes. Han estado en mi poesía desde siempre, como, por ejemplo,
la guerra. En el caso de la critica religiosa, Monaguillo es prácticamente
una reescritura de Fábula Nocturna, otro poema mío de 1955".
En
un abrir y cerrar de ojos
Óscar
Hahn
IV Premio Casa de América. Visor. Madrid, 2006. 48 páginas
Por
Francisco Díaz de Castro
A partir de
un doble homenaje a San Juan de la Cruz y a Miles Davis, Óscar Hahn
despliega en este nuevo libro su repertorio imaginativo y su humorismo impertinente
para reflexionar sobre la guerra, sobre la conciencia del tiempo, sobre el amor,
el deseo, Dios, la mujeres y la muerte. Casi nada se lo toma a broma, pero gracias
a su irreverencia y a su incorrección política el calado de sus
observaciones toca fondo. Mucho hay de testimonial en estos poemas en los que
la caída de las Torres Gemelas sirve de metáfora a la experiencia
de un amor –“Y ni siquiera habrá un monumento/ a la memoria de nuestro
amor:/ solamente un terreno baldío/ y una nube de polvo”–, o presenta a
los nuevos jinetes del Apocalípsis/ Pentágono, retrata a un Secretario
de Estado, lamenta tantas muertes en el sarcástico “En la tumba del soldado
desconocido” o juega con la frase hecha en “Dominó”: “Como piezas de dominó
verticales/ los rascacielos de Manhattan [...] Viene el diablo y sopla”. Si en
los poemas de amor ironiza sobre la pasión y el deseo con insólitas
asociaciones que crean otras formas de intensidad, poemas como “De la naturaleza
de Dios” afirman su vitalismo y otros como “Lolitas” nos sorprenden con una reflexión
convincente. Un rock a propósito de Kurt Covain, un soneto quevedesco,
“Pañales y mortajas”, la irónica y tierna elegía a la madre
o “Los sentidos de los muertos” nos adentran en una singular mirada a la muerte
que en “Esos desconocidos de los sueños” se abre a lo visionario: “Tan
sólo sé que anoche/ soñé con un enorme cementerio/
en el que nunca estuve/ y que puse flores en una tumba”. Siempre sorprendente
y arriesgado y lúcido, el gran poeta que es Hahn nos ha entregado un libro
espléndido, inabarcable en pocas líneas.