ANAMORFOSIS
Hola.
Mi nombre es Ana, mido 32 centímetros y hoy cumplo 68 años.
Desde el lugar en que me encuentro es difícil lograr una imagen
amplia de lo que me rodea, especialmente porque el líquido
en el que me encuentro suspendida no permite que mis ojos logren ver
con claridad las cosas. Durante el día vienen desde lejos a
observarme, como turistas en búsqueda de una curiosa maravilla.
Ahí, parados frente al estante donde me encuentro se inclinan
a leer el que ahora será para siempre mi único nombre:
For. Caso -DR.548S.
Desde el otro lado del cristal puedo sentir el asco y la nausea cuando
fijan sobre mí su mirada. Siento vergüenza, me olvido
del dolor que me producen las distintas tiras de cuero que me han
puesto para disimular la herida más extensa y evitar así
el riesgo de que en cualquier momento mi rostro simplemente explote.
Por las noches, todo vuelve a ser silencio. Me convierto en Ana nuevamente,
la mujer, la esposa, y vuelve a mí el recuerdo de esa oscura
hora en que él entró a mi cuarto y el ruido metálico
del hacha atravesándome la cara, ese ruido que sonó
como una sinfonía triste pero hermosa.
El
hospital de Salpetriere
Cuando me paro frente al espejo, la cara se me deforma, cambia
de color, como si fuera de otra persona. En los ojos se ve que tengo
fiebre, que están electrocutados, permitiéndome ver
cosas que los demás no pueden. Por toda la cabeza me recorre
un extraño cosquilleo, y si me la toco, noto que es absolutamente
plana, esto explicaría la dificultad que tengo de pensar correctamente.
Ayer mientras caminaba por la calle un sujeto me robó las vocales
de mi cerebro y luego escapó corriendo. Me quedé parada
en mitad de la calle, sin poder gritar; auxilio, atrápenlo
o ayúdenme, porque por más que intenté encontrar
la "a" esta ya no estaba.
Al regresar a casa me fui directamente al baño. Fue entonces
cuando descubrí que en el pecho me habían aparecido
unas espesas manchas de color negro y algo curvadas, las que me producían
un intenso dolor. Como este se hacía cada vez más insoportable
decidí acostarme por un rato. Con la idea fija de que ya no
podría resistirlo comencé a gritar. Entonces, un hombre
salió del televisor, y puso sobre mi cuerpo sus manos, haciendo
que el dolor declinara lentamente.
Durante la noche ese mismo hombre volvió a saltar del aparato,
pero ahora su rostro era distinto. De nuevo apoyó su sus manos
contra mi vientre y con un solo movimiento me arrancó el estómago,
el corazón, los riñones y casi con todo los órganos.
Me dejó ahí tendida, sintiéndome vacía
por dentro. Tuve miedo, sin embargo, a las pocas horas o días,
no podría afirmarlo con exactitud, recuperé de forma
espontánea, todas las vísceras que él me había
extraído, excepto los riñones.
A la semana siguiente, una mujer golpeó a mi puerta, al abrir
me empujó violentamente y caí de espaldas al suelo.
Luego, empezó a perforarme la cabeza con unas agujas largas
que me introdujo por el oído derecho, sin dejarme cicatrices
ni señales de cualquier tipo. Después se marchó
murmurando: lo siento, pero creo que me he equivocado de dirección.
Ya que la persona a quien me han encargado encontrar, debía
tener conciencia o en su defecto alma, y usted al parecer no posee
ninguna de las dos cosas.
Llena de pánico acudí de inmediato al Hospital, donde
solicité un montón de exámenes con el fin de
lograr demostrar que tales afirmaciones no eran ciertas. Pregunté
una y otra vez acerca de las consecuencias que esto podía tener
de llegar a comprobarse. Ningún doctor pudo darme una explicación
que me resultara convincente. Durante el regreso, experimenté
un pequeño consuelo, al advertir que las vocales había
por fin vuelto a mi cerebro, esto resolvía la contradicción
implícita de que los especialistas hubieran podido entender
lo que yo les decía. Tal hallazgo aplacó por unos minutos
la terrible angustia que todo esto me provocaba. Pero la sensación
no duró mucho, aumentando luego al doble, al percibir que tras
cada paso que daba camino a casa, poco a poco disminuía en
estatura. Mientras avanzaba me iba encogiendo sin poder controlarlo.
Este otro fenómeno me horrorizó aún más
que los anteriores, no tanto por su efecto, sino más bien por
el hecho de que al resto de la gente no le pasaba lo mismo.
Implicó un gran esfuerzo entrar a una farmacia, porque junto
con la estatura, el registro de mi voz también había
disminuido. Haciendo uso de múltiples artificios, logré
comprar un fármaco que me hiciera volver a mi estado normal.
Aquel día dormí de forma tranquila, y evité construir
cualquier teoría acerca de lo que me estaba sucediendo. De
pronto el llamado de alguien me despertó bruscamente. A través
de la línea telefónica y sin decir ni una palabra, comenzaron
a aspirarme gran parte de mi columna vertebral, pasando todo el fin
de semana con muchas molestias, aunque reconozco que aún sin
ella podía seguir caminando, lo que me pareció todavía
más inquietante. El lunes a primera hora, regresé al
hospital, donde me implantaron la columna de otra persona. Pero algo
salió mal en la intervención ya que a partir de ese
momento, siento que un hombro está más caído
que el otro.
Casi todas las noches, me es imposible conciliar el sueño debido
al incesante murmullo de mis pies, que desde abajo no paran de hablar.
El insomnio me ha producido una sensación de sequedad permanente
en la boca, y diversos problemas musculares que un especialista al
cual visité, ha diagnosticado con el curioso nombre de ataxia.
Cuando recuerdo esa palabra me vienen unas ganas locas de reírme,
pero no puedo, porque justo en esos momentos me doy cuenta que no
tengo boca.
Estoy al borde del colapso, ya que sin mi consentimiento me han sacado
de mi casa y me han llevado donde unos sujetos que insisten en ser
mis padres, pero no es verdad, son unos simples impostores que lo
hacen por dinero, y aunque lo sé desde los 6 años de
edad, he preferido callarlo. Esto no desmerece en nada su oficio,
debo admitir que son realmente buenos haciendo cada uno su rol de
padre y madre. Tienen el aspecto idéntico de mis familiares
verdaderos, hasta se comportan del mismo modo, pero hay algo, que
no sabría decir con claridad, que los delata sin que ellos
lo sospechen.
En este último tiempo y en vista de que estos sucesos no cesan,
me he empeñado en establecer algún tipo de hipótesis,
las que van desde sentirme víctima de algún conjuro
o embrujo por parte de un antiguo novio que dejé por su limitado
gusto en complacer mis peticiones.
Además existía otra justificación para abandonarlo:
había nacido un siglo antes que yo, tal antecedente lo inhabilitaba
de inmediato para casarse conmigo. La mayoría de los hombres
con los cuales me relaciono presentan esa misma característica.
Pienso que ese es el motivo por el cual casi siempre estoy sola, y
se me hace tan difícil encontrar a alguien de quien enamorarme.
Al parecer estoy destinada a morir muy pronto, o la posibilidad del
suicidio. Ayer di vuelta toda la casa en busca de alguna pista. Finalmente,
oculto y pegado con cinta adhesiva bajo la tapa del inodoro encontré
un examen médico que señalaba lo siguiente:
"Mujer de 6 años de edad, que presenta cuadro de envenenamiento
cerebral, con intoxicación severa de los distintos niveles
de conciencia, alma y razón. No requiere tratamiento alguno,
porque el daño es de carácter irreversible"
Dr. Jules Cotard 1889
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Tu Sexo
Tu sexo es una jirafa
creciéndome en el cráneo
beso incrustado
sobre mis axilas
recién afeitadas.
Malabarista precioso
que por la salida ingresa
cuando la entrada no consigue.
Encaminas tu tallo hasta mi boca,
donde se indaga en el sabor
donde algo se tuerce.
Imagino un río iluminándome el rostro
Sin Transformación
Sin transformación
yo soy un varón
y no es mentir sino solo travestir,
porque sin afectación
yo soy Chevalier de Eon .
Al abrir el placard desafío al azar,
con mi pequeño pantalón
tiento a Luc Dietrich
con encantos de garzón.
¡No admito se cuestione mi resolución!.
El icono es clase, pero él me dijo:
"solo el camaleón es distinción".
Efectos Secundarios
1. Mi ideal del amor el horror.
2. No me responden los ojos
3. Todos los placeres son farmacéuticos
4. Todos los museos pornográficos
5. Ganas de dormir. No puedo dormir
6. Problemas musculares: ataxia
7. Un precipicio entre tu y yo
8. Para vivir feliz vivir oculto
9. En caso de dudas consulte a su médico
10. Ahora mi mirada es más profunda
Fe - tichismo
Tengo tu apariencia,
las espesas manchas del torcido vicio.
Tengo tus ídolos,
tantos ídolos,
que caen enfermos
y sobre mi corona se apagan.
Tengo tus ropas,
que son mi herencia,
mi resplandor y mi castigo.
Tengo tus ropas
que fingen tu olor, tu carne.
Que son lienzos que el placer ocultan
y en la noche arden.
Tengo también tu cama
donde duermo abierto a mi desgracia,
entregado a un espejismo insobornable
como un reino hacia la perversión repartido.
Tengo tu fe,
tanta fe.
Soy
Soy entonces un hombre
que no se pertenece
un fantasma tendido
sobre los pliegues lo oscuro,
el gusano sabio
que me escupe sus venenos.
La noche enferma
enlutándome los ojos
Soy tan solo
El lugar en que te grito.
Magdaleno
Él desconoce mis propósitos,
Ignora la desgracia de este siervo.
Toca a mi puerta y me dice:
" Cobarde ¿Por qué lloras? "
Y yo enflaquecido sobre mi cama le respondo:
" Porque se han llevado a mi Señor y no sé
dónde le han puesto ".
Abro los ojos en negro,
siento el error que me persigue,
que nos persigue
y nos quiere nuevos.
Frente a mí sus manos agujereadas
sosteniendo la luz a la entrada del túnel
y su voz advirtiéndome:
" No me toques, porque aún no he subido a mi
Padre,
y a vuestro Padre, más ve a los otros y diles:
Subo a mi Padre, y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro
Dios "
Ascensión
Debo encontrar la orilla de este secreto.
Ascender al sitio
donde los que huyen se contemplan.
Porque mi pecado se espesa si lo pienso.
Porque sé que he hecho el mal
delante de sus ojos.
Llevaré esta corona de soberbia
para que los demás me reconozcan
Mi Perro
Mi perro me persigue
A todas horas ladra.
De mí se ríe
Mi perro me seduce
Hace girar mis ciencias con su cola.
Luego llega arrastrándose
Incendiando el suelo
con un extraño líquido.
Mi perro me convierte
Hasta ser como solo
Una gran cabeza
que contempla su imagen
desde adentro.
Mi perro me enamora
Soñamos el mismo sueño
largamente unidos
Oscar
Orellana
Periodista, 26 años
Concepción - Chile
inversiones.ibiza@entelchile.net
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