Nicanor Parra: "Queda Parra
Parra un Ratito No
Más..." |
"Descansen en paz". Nicanor Parra tiene claro el
mensaje que dirá a los vivos cuando él ya no lo sea más. Una vida
de números y palabras disputándose el privilegio de explicar ese
particular mundo que ven los ojos del octogenario. El despecho de
un "premio mayor" - el Nobel- que probablemente no llegará, su
visión de Pinochet, las mujeres y Chile. Vamos de
parranda. |
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Por RODRIGO BARRIA REYES
DOS proyectos ocupan lugares privilegiados por estos días en
esa ya atiborrada y octogenaria mente de Nicanor Parra.
El primero es
el denominado "antipalmera del señor alcalde", cuya operación
consiste en el ataque sigiloso y nocturno del antipoeta a la Plaza de
Armas de Santiago para proceder a enroscar desde la base hasta la copa
una palmera utilizando para ello neumáticos cortados que vayan abrazando
el largo pescuezo del árbol.
"La idea es violar la norma, no la ley.
Queremos ver qué es lo que pasa con los transeúntes cuando vean
solamente las ramas de la palmera. A ver si les gusta o no. Y, claro,
ver también qué pasa con el señor alcalde...", dice Parra sentenciando
la inocencia anticipada de su acción.
- Pero también se va a
enojar el Presidente Lagos, que es un reconocido amante de las
palmeras...
- ¿El adora las palmeras? No sabía eso... No, si esta
acción no es una propuesta contra las palmeras. Sería el último en
atacar una palmera. Si yo fui marxistoide, después anarcoide y ahora
ecologistoide. Ahí se produjo el derrumbe del Muro de Berlín y me quedé
en el ecologismo, dice disculpándose de antemano.
El otro
"artefacto" o trabajo práctico, como él mismo reconoce, es una operación
más "enérgica". Se titula "operación umbrella".
- ¿Cómo
es eso?
- Vamos a ponerle un paraguas abierto a algún padre de la
patria, especialmente si es que está a caballo. Lo que importa
nuevamente es ver la impresión que causa en el público.
- ¿Y
ya tiene elegido el prócer?
- El ideal sería Bernardo O'Higgins,
especialmente por la posición encabritada del caballo. O'Higgins está
ahí en una situación dramática, por lo que un paraguas abierto sería
insólito. ¡Huelga de los paraguas abiertos hasta que llueva! Queremos
llamar la atención por la desertificación que sufre nuestro país. Será
una protesta ecológica, señala como fundamento de su operación
paragüística.
Hijo mayor de esa casta mágica que generó un
profesor amigo de la noche y una modista rural allá en Chillán, Nicanor
Parra se encamina ya a los 90 años. Allá se dirige junto a su, como él
mismo dice, "maldito cáncer a la próstata que me ha llevado por enésima
vez al quirófano" y un cuerpo y mente que no tienen relación con la
enfermedad ni con la edad que Parra pasea por el mundo.
Lúcido, ágil
en movimiento - como cuando se levanta de su muñido sofá regalón- ,
deslenguado natural, humorista de afición y recatado según la situación,
el antipoeta de espíritu infantil y mente de viejo sabio parece
disfrutar más sabiendo que, probablemente, nunca le darán el Nobel, pero
que lo mereció y que muchos se arrepentirán después de su muerte.
Con
ojos que parece que pidieron permiso para instalarse en un rostro
grandote adornado con una sonrisa que suele escaparse con facilidad y un
cabello blanco siempre tormentoso, Parra - el hombre que duerme de 10 a
10- ya no está para, como él aclara, "callocalderas".
Lo suyo es
gozar sus cuatro casas, la nieta menor que lo tiene embobado, una once
de té con pan con tomate y cebolla picada finita y, ojalá, una copita de
caberbet sauvignon.
"Un embutido de ángel y bestia", se autodefinió
alguna vez.
Nunca supo si explicar mejor el mundo con números (es un
físico de alto vuelo) o con palabras (es el padre y madre de la
antipoesía).
Mimado por premios y más premios - acaba de obtener el
prestigiado "Reina Sofía"- , Nicanor Parra ya descansa en
paz.
Premios Dulcineas
- Don Nicanor, ¿no lo atora estar metido entre tanta
premiación y halagos?
- No son tantos. Podrían ser más... En
realidad son premios menores. Usted sabe que sólo existe un premio
grande. Los demás son premiecitos. Además, no importan los premios: o
terminamos nosotros con ellos o ellos terminan con nosotros. Los premios
son una lotería: lo que premia un jurado no es a un autor, sino que se
premian a sí mismos, su propia filosofía. No hay que concederles mucha
importancia a los premios.
- ¿Es justo o injusto alabar y
alabar a Nicanor Parra?
- Ah... El verbo alabar me pone los pelos
de punta. Lo que pasa es que con los premios se produce una
aproximación. De pronto aparecen amigos o antiamigos que ya habían
desaparecido del horizonte. Y eso es muy positivo.
- ¿Qué hace
con los premios que recibe? ¿Los guarda, los cuida, los exhibe, los
limpia...?
- A ver... Fíjese que el Premio Juan Rulfo, fuera del
cheque, consistía en una estatuilla que se me quedó en el hotel allá en
Guadalajara. Se me quedó en el hotel...
- Y la
recuperó?
- No, nunca.
- ¿Le habría dolido más perder
el cheque?
- Claro, ése no se me quedó... (dice irónicamente
entre risas breves y arrugas multiplicadas)
- ¿Le gustan los
galardones que ha recibido o le tientan más los que todavía no le han
dado?
- Ah, de veras... No pues, ahí no hay lugar a
dudas.
- ¿Qué tan obsesivo puede ser el hecho de haber
logrado, como usted mismo dice, sólo "premiecitos" y no "el premio
mayor"?
- Es que respecto del Nobel no hay que hacerse la menor
ilusión. José Miguel Ibáñez dice lo mismo en un libro que acaba de
publicar. El Nobel es un premio geopolítico y Chile ya copó su cuota.
Hay muchos países más grandotes que el nuestro y que todavía no tienen
un Nobel. Argentina, por ejemplo. O Perú.
- ¿Cambiaría todos
sus premios por el Nobel?
- En realidad no pienso en ello. Los
premios son como las Dulcineas: mientras más se piense en ellas, más
enigmáticas y distantes son. De manera que lo que se recomienda es no
pensar en los premios. Algo parecido me pasó con el Premio Nacional:
pensé en él durante años y años hasta que me dio rabia y dejé de pensar.
Entonces, a los dos o tres años años me lo dieron.
- Ha dejado
de pensar en el Premio Nobel entonces...
- Nunca he pensado en el
Nobel. La idea que tengo de ese premio es como el horizonte: uno avanza
hacia él y el horizonte desaparece. No se le puede captar. Fíjese además
que todos los escritores se sienten con derecho de ganarlo. Pero es una
lotería.
- ¿Se votaría a sí mismo si fuera jurado en el
Nobel?
- No. Votaría por Ricardo Piglia. El tiene libros
insólitos. Piglia es un "súper Borges", lo que no es poco decir. Piglia
es mi candidato.
- ¿Tampoco se habría votado por usted mismo
en el Premio Reina Sofía?
- Tampoco. Acabo de escribir un
artefacto a propósito que dice: "Mal, yo se lo habría dado a Cardenal".
¡No hay derecho que a Cardenal lo tengan tan debajo de la mesa! En todo
caso ya lo había dicho cuando me entregaron el Premio Juan
Rulfo.
- ¿Admira mucho a Cardenal?
- Si tuviera que
elegir sólo un poema de la literatura hispanoamericana yo escogería su
herejía a la muerte de Marilyn Monroe.
- A propósito del
Nobel, ¿no teme que le terminen entregando el premio de tanto que han
"cateteado" a la Academia con su nombre?
- De veras, ah... En la
contradicción del mundo en que vivimos todo es posible. Pero han
existido casos más problemáticos, como escritores que han recibido el
Nobel y que han trabajado menos que yo. Incluso, se ha entregado el
premio a escritores que no son escritores. Si no hay racionalidad en la
materia, entonces cualquier cosa es posible y, en una de esas, puntos
suspensivos...
- "Oiga don Nicanor, ¿va a tomar once o se va a
servir un vino?", pregunta con cierta molestia la empleada del antipoeta
ante un patrón que tiene sus horarios y costumbres, pero que suele
sucumbir ante las conversaciones de largo aliento.
- "¡Las dos cosas
pues! Si no se contrapone para nada un vaso de vino tinto con una taza
de té", dice Parra con decisión, como exhibiendo en esa afirmación una
de las cuestiones que tiene como verdad sin discusión a esta altura de
su vida.
Neoliberales
socialistas
- Don Nicanor, ¿qué buena frase describe al Chile de
hoy?
- Chile es y será lo que ha sido siempre: una casa de
pu(oe)tas.
- ¿Pero vamos bien o mal?
- En realidad el
mundo va mal. Marchamos de manera irremediable a un colapso. Han
aparecido variables ocultas que ya nadie domina. La corrupción es una de
esas variables a las que todos temen. Pero es curioso: se critica la
corrupción, pero también aclaran que sin ella el mundo no
funciona.
- ¿Pero le agrada Chile? ¿Ha sido o es un país en
que el se siente cómodo?
- Hasta el momento me ha gustado. Pero
he descubierto una cosa: somos españoles desterrados que alguna vez
debemos regresar a la península.
- ¿Cómo? ¿Volver físicamente
a España?
- Sí, claro. Chile es un campamento. Es una lástima que
no hayamos podido ser algo diferente de los españoles.
- ¿Ya
es demasiado tarde?
- Existe una posibilidad que todavía podamos
conectarnos con la cultura mapuche. Pero no puedo decir nada en contra
de mi país, porque Chile ha sido extremadamente generoso conmigo. Me
entregaron el Premio Municipal cuando prácticamente era un niño y
después, a los 55 años, me dieron el Premio Nacional. No me puedo
quejar.
- Lo han reconocido y tratado bien
entonces...
- Hasta acá vamos bien dijo el gato que venía cayendo
del 8 piso al pasar por el 2...
- Chile, ¿país de poetas o de
amargados?
- Chile, país de periodistas.
- ¿Cómo
así?
- Bueno, ahora la prensa chilena se puede leer. Antes no se
podía. En realidad, prefiero leer periodistas a un poeta. Claro, hay
excepciones, como Raúl Zurita o Armando Uribe. No son tiempos
literarios. Eso está claro. Estamos en una nueva Guerra del Peloponeso.
Volvieron los espartanos a desmantelar Atenas. ¿Quiénes son los
espartanos? Músicos, deportistas y militares. ¿Y los atenienses? Poetas
y filósofos.
- ¿Y por qué están ganando la batalla los nuevos
espartanos?
- Porque los atenienses cayeron en un estado de ánimo
muy antipático que se conoce con el nombre de pedantería. Es mejor la
vulgaridad espartana. De la vulgaridad se puede esperar algo; de la
pedantería, nada.
- Don Nicanor, conversemos un poco de
política. ¿"Izquierda y derecha unidas jamás serán vencidas" sigue
siendo para usted la solución?
- En realidad no tengo ideas muy
claras en esa materia y prácticamente en ningún otro asunto. Lo que yo
hago es sobrevivir en base a una capacidad negativa. No practico ningún
camisetismo, no tomo ninguna bandera ni llamo la atención de alguna
nueva verdad. Recurro al expediente de ser un espejo que va por el
camino. Vivo en la contradicción sin entrar en conflicto.
-
Pero reconocidamente usted es una persona de izquierda...
- Nunca
fui militante de ningún partido político. Siempre mi inclinación ha sido
por los débiles. Claro, es un sentimentalismo primario. Por eso que
siempre voté por Allende y ahora por Lagos. Pero después se ve que las
cosas no son tan simples como las plantean los políticos.
-
¿Por qué? ¿Alguna decepción?
- Es que surgen variables. En la
Unidad Popular se ofrecía un socialismo autoritario, vertical. Había
socialistas de primera y segunda categoría. Tal vez esa fue la razón de
ser de todo lo que vino después. Allende dijo que él no era el
Presidente de todos lo chilenos y esos son errores básicos que tal vez
no habría cometido un anarcoide. Pero claro, quizás este anarcoide
hubiese cometido otros errores peores aún.
- ¿Del gobierno
militar no extraña nada?
- Es que los militares no están para
gobernar, como tampoco lo están los médicos, los profesores o los
poetas. ¿Qué diríamos si los futbolistas se apoderaran del
gobierno?
- ¿Y qué es lo peor de vivir en democracia?
-
Me remito a Borges: democracia es caos con urnas electorales. En
democracia son todos iguales, aunque algunos son más iguales que
otros.
- ¿Qué evaluación política hace hoy de Chile?
-
Que nos pasa lo más práctico que nos podría ocurrir: ser un país
neoliberal administrado por socialistas. También podría ocurrir al
revés: ser un país socialista administrado por momios. Lo importante es
que en ambos casos está todo el espectro.
Descansen en
paz
- La receta de Nicanor Parra: ¿qué hacer con Augusto
Pinochet?
- Creo que él hizo lo que hizo con las mejores
intenciones. Cada paso que daba creía que era una expresión de
patriotismo y dignidad. No creo que se considere un delincuente y yo no
sé si lo es o no. Eso lo tienen que determinar los tribunales. Varias de
las medidas que se tomaron fueron positivas, aunque a corto plazo. Lo
que pasa es que cuando se piensa en Pinochet, también se debe pensar en
las atrocidades que se cometieron. Y ante eso hay que ponerse firme. Hay
que saber qué pasó, no para vengarnos de nadie, sino que para sacar una
lección.
- ¿Qué frase entonces es más sabia: "ni perdón ni
olvido" o "borrón y cuenta nueva"?
- Ninguna de las dos cosas. Lo
que hay que hacer es lo que está sucediendo en la actualidad: intentar,
por todos los medios, la verdad de lo ocurrido.
- Aylwin dice
"justicia en la medida de lo posible"...
- Era una buena frase
para la primera etapa de la transición. Creo que a estas alturas hay que
ir un poco más lejos que eso. A estas alturas ya hay que pedir toda la
verdad. Hay que ver qué fue lo que ocurrió efectivamente. Porque
estaremos todos de acuerdo en que todas las atrocidades son
inaceptables.
- ¿A usted nunca se le ocurrió ser
político?
- No, nunca.
- ¿Tampoco le han ofrecido algún
puesto político?
- Extrañamente sí. Después del golpe militar me
quedé en Chile y recibí un ofrecimiento de Pinochet.
- ¿De
Pinochet...?
- Sí. Me ofrecían lo que yo quisiera. Embajador,
ministro, lo que quisiera.
- ¿Qué respondió?
- Que
muchas gracias, pero que prefería seguir haciendo lo que siempre había
hecho. Que prefería seguir siendo un profesorcillo de la Universidad de
Chile.
- ¿Le sorprendió el ofrecimiento de Pinochet?
-
Me llamó la atención, sí. Me sorprendió porque nunca había dado pie para
que alguien pensara que podía aceptar un ofrecimiento de ese
tipo.
- ¿Después nada?
- Después del gobierno militar,
Enrique Lafourcade propuso mi nombre como candidato presidencial en un
programa de televisión. También propuso a José Donoso. O sea, Lafourcade
está en la idea de que este país debe ser gobernado por los
escritores... como él es escritor.
- ¿ Qué le pareció la
idea?
- No me desagradó para nada. Pero no tengo dedos para ese
piano.
- ¿Cuál sería la primera medida que tomaría como
antipresidente?
- "Se prohíbe fumar".
- ¿Y qué
fomentaría como antigobierno?
- "Bailar, bailar que el mundo se
va a acabar".
- Se dice que usted es un reconocido seductor y
que su mayor éxito lo encuentra entre las mujeres jóvenes. ¿Es
cierto?
- (Mira entre extrañado y pillado). A ver, déme el número
de teléfono de una de esas... Que yo sepa, nones. Para nada.
-
¿Para nada?
- Para nada.
- ¿Ya no lo persiguen las
lolas o ahora sucede que tiene más éxito entre las mayorcitas?
-
No, no, no. Si yo vivo sólo acá como usted ve. La dimensión afectiva
está completamente resuelta con la Josefa (su nieta menor). Estoy
completamente prendado de ella y ella me corresponde ciento por
ciento.
- Pero de que sabe de mujeres, usted sabe. Algo podrá
comentar de ellas...
- Para ello me remito a un aforismo:
matrimonio entre los 20 y 30, útil y necesario; entre los 30 y 40, puede
que útil pero no necesariamente necesario; y después de los 40, a menudo
pernicioso y acarrea a la decadencia espiritual del hombre, a lo que
agrego "cosa que no tolera la mujer". La mujer puede tolerar la
decadencia física del hombre, pero no la espiritual,
- La
Bolocco debió elegir a un viejo chileno o fue sabia al escoger a un
viejo argentino?
- Ah, no sé. Es parte de su vida privada. A mí
que me registren.
- Pero hace unos días usted dijo estar
enojado porque la Bolocco lo había cambiado por un "lolo de
70"?
- Sí, así fue. Pero son acrobacias mías nada
más.
- ¿Le interesan esos temas a usted? ¿Le agrada la
frivolidad? ¿La lee, la mira en televisión?
- No estoy en contra
de esos temas. Lo que pasa es que se pueden tratar bien, regular y mal.
Cualquier tema es digno de ser considerado. Tal vez lo que predomina es
la chabacanería, pero eso no significa que los temas que se analizan no
sean importantes. Ningún tema es chabacano. El problema es cómo se
trata. Es lo mismo que las palabras para un escritor: no hay ninguna que
esté prohibida de antemano. Antes no se podía utilizar la palabra mierda
en una poesía. "¡Silencio mierda, que con dos mil años de mentiras
basta!". ¿Podemos cambiarla por un... por favor? No pues, pierde fuerza
y contundencia.
- Aclárenos: ¿hasta cuándo tenemos
Parra?
- Una vez el Angel, sobrino de la Violeta, dijo que había
Parra parra rato. Claro que eso lo dijo hace 30 años atrás.
-
¿Y ahora qué hay que decir?
- Que queda Parra parra un ratito no
más...
- ¿El epitafio lo dejará listo usted o lo deberán
escribir otros?
- He jugado con epitafios. He trabajado en ellos
hace mucho tiempo. No como algo personal, sino como una necesidad
humana. Uno de los primeros que salió espontáneamente en uno de mis
poemas fue el siguiente: "¡No se rían delante de mi tumba, que puedo
romper el ataúd y salir disparado por el cielo!". Es un muerto muy
agresivo. En realidad tengo "ene" respuestas para la
pregunta.
- Escoga uno...
- "Por mí no se preocupen.
Estoy mejor que cuando estaba bien. Descansen en paz".
en El Mercurio, 24 de junio de
2001