Nicanor Parra a fondo: "Creo más en el Kino que en el Nobel"
El irreverente
antipoeta abrió las puertas de su casa de Las Cruces a La Segunda. Se
refugió de nuevo en su hogar de la costa, donde pasa leyendo y
estudiando al poeta Raymundo Echeverría que se convirtió en su nueva
obsesión.
De su ex amante, la escritora sueca Sun Axelsson que la
semana pasada reconoció a "La Segunda" que él la maltrataba, comenta:
"Aunque ella me odie, yo la sigo
queriendo".
por Patricia Schüller
G.
en La
Segunda, Viernes 13 de junio de 2003
No sacrifica la siesta por nada
del mundo. Rosita, la nana, sube temerosa a la habitación del segundo
piso a contarle que tiene visitas ("no le gusta que lo molesten").
Tres minutos demora en decidir si baja a conversar. Unos
tres metros separan la puerta principal, de gruesa madera de roble, de
la calle. Y ahí está con aire misterioso el irreverente matemático; el
extremadamente agudo y punzante antipoeta que postuló por quinta vez
al Premio Nobel.
Vestido con un sombrero de lona verde oscuro
que oculta su canoso y desordenado pelo, una chaqueta de la misma tela
y color y pantalones de cotelón beige, extiende su mano tibia y,
después de un escueto "hola", invita a pasar al living.
La
habitación es sencilla, pero con personalidad. No como la suya
-irónica y rupturista-, sino que una más calma y acogedora. Las
cortinas semicorridas descubren una impresionante vista de las casas
recién iluminadas bajo el cielo amenazante del atardecer, y de la
playa de Las Cruces. "Es bonito, ¿verdad?", exclama, mientras sus ojos
café se empequeñecen. En ese momento interrumpe Rosa, quien acomoda
tres tazas y una tetera de cerámica azul en la mesa de centro. Nicanor
Parra ofrece té Lipton y él mismo saca las bolsitas de su
cubierta.
Le encantan las casas, pero dice que ésta "es la
única de verdad", porque las otras que ha comprado "son sólo
ratoneras". Decidió vivir en la playa hace nueve años, siguiendo el
ejemplo "de los antiguos maestros hindúes. Ellos otorgan cuatro edades
al hombre: neófito, galán, anacoreta y asceta o mariposa
resplandeciente". La de anacoreta lo aburrió y regresó a la de La
Reina para estar con su nieta regalona, Josefa. Pero ahí también lo
invadió el tedio y se refugió de nuevo en el litoral.
¿Qué
es un poema perfecto?
Vive solo, duerme mucho, lee,
habla por celular con sus hijos y le da vueltas a sus obsesiones.
Siempre tiene una nueva. Algunas veces han sido esos insólitos
"artefactos" que arma e instala en exposiciones. Otras veces los
mapuches que lo entusiasmaron después que leyó un libro de Enrique
Ruiz. También atrapó su mente por algún tiempo la figura de Diego
Portales, que definió alguna vez como un anti-Hamlet.
Hoy los
poemas de Raymundo
Echeverría lo tienen confundido. "El murió a los 24 años, nunca
publicó un libro, pero escribió un poema perfecto: Las leyendas del
mar", dice.
-¿Y qué es un poema perfecto?
- Es algo
que yo no he podido hacer. Escuche (Se abstrae y lo recita de
memoria):
"Capitán padre mío,
Capitán de navío,
¿Dónde
están las ciudades azules?,
Y los puertos sombríos,
Y las lindas
mujeres,
Que morirían de hastío..."
"¿No le parece
sobrecogedor, se da cuenta de toda la angustia contenida que hay en
él? Le estoy siguiendo la pista a este poeta. Quiero ver la relación
que hay entre él y Neruda".
-Usted postuló de nuevo al
Premio Nobel, ¿ganarlo se ha transformado también en una
obsesión?
- Para nada. Me interesan las cosas concretas, como
esta bolsa de té (la saca de la taza que se sirvió sin
azúcar).
-¿Desde chico fue obsesivo?
- Sepa
Moya.
-¿No lo desgasta ser así?
- Es que soy
perfeccionista. Cuando hago una frase pienso mucho, pero mucho cada
palabra. Puedo demorar 10 años en escribirla.
Con
una "megadosis de ácido ascórbico"
Se hunde en su sillón cubierto
con tela felpuda anaranjada en el living. Otros dos muebles similares
lucen tapados con el mismo género, pero verde y café claro. En la
mesita de madera
hay un vino para servir a quien llega a visitarlo. Le encantan los
Cabernet Sauvignon. Al lado de la botella yacen una cámara fotográfica
negra (no ha aprendido a usarla) y un librillo naranja sobre el
"Ciclo homenaje en torno de la figura y obra de N.P".
Ha confesado que solía tomar
media botella de vino sólo para poder caminar. En sus bien conservados
89 años el aire juvenil se cuela, a veces, en sus gestos. "Es que
me tomo cada mañana una megadosis de ácido ascórbico".
Desvía sus ojos hacia la pared y muestra una fotografía del año
'32 que está colgada en el muro blanco. Aparece junto a sus compañeros
de adolescencia en el Barros Arana. "Mire, ahí está Jorge Millas;
en la fila de abajo estoy yo, ¿me reconoce?".
"Sun no es la Academia Sueca"
Se queda en silencio pensando.
Vuelve de golpe a la realidad, cuando ponemos ante él la entrevista
exclusiva que hiciera La Segunda a su ex amante, la escritora sueca
Sun Axelsson, a propósito de su nueva postulación al Nobel. No la
había leído, porque apenas sale de la casa.
Esta mujer, que hoy
a los 64 años vive en Grecia, lo volvió loco de amor a comienzos de
los 60. Confesó a este diario que el poeta era celoso y la maltrataba,
que la tenía encerrada, y que lo pasó mal con él cuando vivieron en
Santiago.
Sun ha publicado varios libros relatando sus penurias
en Chile. Algunos sostienen que los tormentos vividos por la literata
le jugaron en contra a Parra en su carrera por el Nobel. Ella se vino
a los 23 años a buscarlo, pero aquí se enteró que aún estaba casado
con Inge Palmer (falleció hace algunos días).
Extiende las
páginas y se fija en la foto de la mujer. "Se ve bien. Era buenamoza.
Bueno, es sueca, lo que es mucho decir...".
-¿Es verdad que la
maltrató?
- Le contestaré con tres versos:
Mentiría si le
digo que no,
Pero no más que Otelo a
Desdémona,
Todavía está
vivita y coleando.
- ¿Cree que por culpa de los castigos a
Sun, no le han dado el Nobel? En todo caso ella afirmó que a pesar de
todo le gustaría que usted alcanzara la gloria de la literatura
universal que se entregará el 10 de diciembre.
- Ella no es la
Academia Sueca, porque si lo fuera hace tiempo que yo tendría ese
premio.
-Sun aseguró que usted siente paranoia por
ganarlo.
- No entiendo lo que eso quiere decir...
Lo
mismo que a Borges
Se para y vuelve a sentarse. Es
hiperkinético. Nunca se sabe si habla en serio o en broma. Ha contado
que es su método de vida y trabajo, que le ha permitido encontrar el
ansiado equilibrio.
-¿Le pasará lo mismo que a Jorge Luis
Borges, que murió sin recibirlo?
-Más que
seguro.
-¿Pero confía en que lo ganará esta vez?
-
Creo más en el Kino que en el Nobel.
-¿Odia a
Sun?
-Aunque ella me odie a mí, yo la sigo queriendo como
siempre.
-Ustedes tuvieron una reconciliación amistosa en
1985. ¿Nunca más hubo un acercamiento amoroso?
-Antes de eso ya
nos habíamos abuenado. De repetirse la película le volvería a proponer
matrimonio.
-¿Ha tenido noticias de ella?
- No,
porque hace muchos años que no escribo cartas.
-Se dice que
usted tiene mucha suerte con las mujeres. ¿Está solo
ahora?
-Relativamente...
-¿Sintió la muerte de Inge
Palmer?
-¿Murió?... Fue una gran mujer.
Traducido al griego
Es evidente que hablar de Sun lo
incomoda. "Tengo que leer su entrevista y procesarla. Es un tema
delicado", dice y vueve a su ostracismo. "Cuénteme un chiste",
interrumpe.
Coge el celular (no se sabe su número), sale de la
sala y llama a su nieta Josefa. Habla varios minutos y le cuenta:
"Fíjate que vino a verme Barraco (otro de sus hijos). Que está flaco
ese niño".
Mientras Parra conversa en la habitación del fondo,
recorremos el hall de paredes blancas. Ahí instaló una cómoda de
madera café oscura con cubierta de mármol y encima instaló sus
habituales bandejitas de papel con originales reflexiones y algunos de
los artefactos que inventa. Al lado de una caja de fósforos vacía
reza: "El último cartucho"; una foto amarillenta que retrata a varios
niños cuelga junto a la leyenda: "Recuerdos de infancia, ¿reconocen a
la Viola (Parra)?". En un velador aparecen desplegados boletines de
Marx, Diego Portales y Adolfo Hitler bajo el cartelito de
"Basurante".
Regresa al living y pone un CD en el equipo.
"¿Conoce esta música? Es de los años '40. Este tema lo cantaba Frank
Sinatra...".
Le comentamos que a fines de mayo fue lanzada en
Estocolmo una antología suya de 70 poemas ("Manchas en la pared") que
fue traducida
al sueco por Leif Duprez. "¿Ah sí? Fíjese que me acaba de llamar
Pedro Lastra para contarme que los Poemas & Antipoemas fueron
traducidos por Reagas Kapatos al griego".
Enmudece de nuevo y
sus ojos delatan cansancio. "Es la edad...". Hablamos de lo bien que
se ve y sonríe con picardía. Ya es de noche, las estrellas aparecen
difusas en el cielo y el aire tibio con olor a mar estalla en la cara.
Se acerca al auto y dice adiós con su mano levantada. Más que un genio
irreverente parece un abuelo cariñoso.
Una última
pregunta:
-¿Dónde se cruzan la poesía y las matemáticas?
-En el infinito...