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“Adiós mariquita linda”, de Pedro Lemebel
Por suerte no vine con tacos altos



Por Fernanda Donoso
La Nación, Lunes 26 de septiembre de 2005

Por cualquier parte que se comience, Pedro Lemebel justifica su leyenda. Cercano, demasiado cercano para ser una estrella, y distante, demasiado distante como para pasar inadvertido.

Creo que se hizo la cirugía estética, Lemebel. Está más regia que nunca, según consta en la gráfica. Creo además que el amor se para en su puerta y él le escribe en kitsch, en pobla, en esa onda polvorienta y total que ya todo el mundo le copia, esa velocidad, ese lujo, ese desespero. Él es “la cultura que tenimos y que nunca perderimos”, y una ola snob, y una pulsión loca. Una necesidad de decirlo todo. Entonces cualquier cosa es un camino que conduce a la zona Lemebel.

“Y recién al sentarme en un asiento, observado con curiosidad por los pasajeros, pude mirar a través del polvoriento cristal, y ésa fue la única visión que tuve de Ilo al amanecer”, escribe, “con sus casitas pintadas, en contraste con el azul galáctico del mar lamiendo la playa de espumoso tul. Al partir el bus divisé por la calle al grupo de milicos que traían al Roger cogido de los brazos como un forajido”.

¿No? Lemebel quiere mucho más que ser ex loca del Apocalipsis, y su leyenda. Dicen que es el Bukowski de los pobres, el Henry Miller del sur, la loca latinoamericana, el negrito/a en Harvard porque lo invitaron a dar una conferencia allá y además le dieron la beca Guggenheim; dicen que es la única loca de barrio tan buena como la mejor del centro y que no se come ni una rosca. Que es la diva, la gran hostia, que lo adoran los alumnos de literatura del mundo y el diario “Página/12” de Buenos Aires y La Nación Domingo donde ha escrito parte de estos textos aquí titulados mexicanamente “Adiós mariquita linda”.

Este adiós es una contaminación atmosférica y una nueva sensación térmica. Con este nuevo libro, Pedro se dejará auscultar y diseccionar por la crítica a favor o en contra, pero sobre todo debería pasar a la cuenta de los Bienes Nacionales. Porque le basta y le sobra el encuentro con los lectores: sus verdaderos pares. Todo el que escribe se merece a su lector, o todo el que abre un libro merece lo que lee.

Y todo escritor es el estúpido de otro, como advierte Umberto Eco, entonces Lemebel nunca fue monedita de oro para gustarle a todo el mundo. En este libro le encanta describir sin ahorro escabrosas escenas sexuales y políticas. Lo entretenido y desafiante es que ahora es perfectamente capaz de entregarse por una temporada en brazos del halago-fácil, la crítica especializada, los profesionales de los medios (...) y los amantes de paso ahora que la fama tipo Truman Capote es una ola alta que lo arrastra. “Por suerte no vine con tacoalto”, escribe él.

“ADIOS MARIQUITA LINDA”
Autor: Pedro Lemebel
Editorial Sudamericana
Septiembre, 2005
218 páginas

 

Adiós mariquita linda de Pedro Lemebel

Por Juan Andrés Piña
Revista Caras, Septiembre de 2005

Esta nueva entrega de Pedro Lemebel prolonga el género literario donde este escritor y artista visual chileno (Santiago, 1955) ha entregado sus mejores páginas: la crónica urbana. El volumen concentra nuevamente una cincuentena de crónicas, publicadas en el último período en diversos medios escritos. Lemebel tiene un ojo certero para hablar desde una marginalidad asumida que no anhela convertirse en discurso político o crítica puramente ideológica. Su perspectiva de actor secundario —hasta hoy— le permite la independencia y desfachatez necesarias para referirse sin pudor a los amoríos homosexuales —fervores de un día o pasiones persistentes—, a la tipificación del mundo santiaguino nocturno, a los afanes frustrados de artistas pobretones y sin renombre o a las políticas culturales de los gobiernos de la Concertación.

Su título alude a la canción que el compositor mexicano Agustín Lara le escribiera a la cantante azteca María Félix, y su portada remeda a otro ícono del mismo país, Frida Khalo. En ambos casos hay una mezcla de cultura popular y de kitsch masivo que Lemebel quiere reflejar en sus crónicas. En estas historias breves se recogen artículos, cartas a amores perdidos, encuentros en el norte de Chile y en La Habana, e incluso dibujos a mano alzada. Estructurado en siete capítulos, el conjunto da cuenta mucho más de los espacios abiertos de la ciudad que de aquellos encerrados: restoranes, calles, hoteles, plazas o sitios eriazos conforman el paisaje de las aventuras de un protagonista que ha fotografiado a un Chile sucio y a la vez luminoso, cómico y triste. A diferencia de otros cronistas preocupados de entregar una gran cantidad de información, aquí predomina la recreación de atmósferas, el ambiente, el diseño de sus personajes, la perspectiva inusual, la adjetivación profusa, la reflexión aguda y hasta arbitraria. Páginas válidas y originales.

 
 

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"Adiós mariquita linda", de Pedro Lemebel.
"Por suerte no vine con tacos altos".
Por Fernanda Donoso.
La Nación. Lunes 26 de septiembre de 2005.