En la década de los 80` son muchos los movimientos feministas
que surgen y se conforman en la escena pública, planteando
propuestas a sus demandas de género y en otras, a partir de
un sistema clase-género. Se luchaba por aquel entonces por
la liberación femenina, por
la transformación del rol tradicional asignado a las mujeres.
La generación de conocimiento específico es prolífica,
tanto desde mujeres del ámbito intelectual como de pobladoras
populares. Se comienza a correr el velo de lo "natural"
para abrir espacio a la visión de las construcciones culturales
de género y, desde allí, pinchar alfileres que remuevan
el edificio patriarcal arraigado en la sociedad chilena y las políticas
de acentuación del régimen autoritario de Pinochet.
Paz Molina es una poeta que emerge en 1980 con la publicación
de su primer escrito, ejerciendo distintas acciones desde esta época
enfocadas desde su preocupación por lograr apertura cultural,
tanto a nivel de espacios como de imaginario colectivo. Ingresa a
la Sociedad de Escritores de Chile por el año 1977, realizando
fuera y dentro de este lugar, trabajo social y poético. A la
fecha, ha publicado dos libros, a saber, "Memorias de un Pájaro
Asustado" en 1980 y "Noche Valleja" en 1985.
- Paz, cuéntanos algunas de tus experiencias en la generación
de espacios públicos para el tratamiento de la problemática
femenina y la difusión de conocimiento específico.
- Obviamente, primero he vivido el tema de la mujer en carne propia,
además viví la situación política del
año 73. Viví situaciones muy complejas y otras más
sencillas, por ejemplo, mi desarrollo como madre, como mujer en el
plano de la familia y que fue lo predominante en la primera parte
de mi vida, hasta los treinta y cinco años, en que recién
publico mi primer libro y me incorporo al mundo literario, donde recién
enfrento lo que significa la posición de la mujer escritora
frente a la posición del hombre escritor.
En la SECH se me ha dado en forma muy fácil, muy natural...
no he tenido falta de espacio en consideración a la situación
general de las escritoras chilenas.
Lo que me gusta es la vida cultural, el movimiento, la animación,
el encuentro; he participado en numerosos encuentros, he trabajado
en poblaciones por medio de talleres literarios de mujeres y también
en la cárcel de mujeres.
- ¿Crees que el feminismo ya es un centro institucionalizado
por la academia y que, por lo tanto, abandonó el borde? Sabemos
que esto es una constante en las luchas de poder, es decir, lo marginal
se centraliza ¿Cuál es tu opinión?
- Sí, yo diría que cada vez se ha academizado más
el tema de las literaturas antes periféricas, en particular
la femenina, pues ahí la mujer escritora encontró un
espacio de dignificación y reconocimiento, de status y de poder...
Entonces de alguna manera esa institucionalidad que le dio el sistema
a la mujer escritora, a la crítica en particular, a la teórica,
también es una suerte de paralización del interés
por el colectivo, pues el colectivo pasa a ser entonces el aula y,
en mayor medida, las universidad, la academia como institución.
De algún modo esas necesidades están cumplidas por la
aceptación del sistema hacia las críticas, que es muy
válida e indiscutible, pero también hay una suerte de
cristalización en que lo marginal se hace institucional.
- Pero, ¿piensas que sería importante desconstruir,
descentralizar la problemática de la mujer, abrirla nuevamente?
- Sí, yo diría que en el fondo es una tarea política,
yo diría de resituar el tema de la mujer y sus dificultades
para abrirse espacios en el medio literario que creo es bastante tradicional
y rígido, bastante dominado por los medios de comunicación,
que son de un ala de pensamiento ideológico, de un ala más
bien conservadora y sexista. De esta forma, todo lo que irrumpe en
forma más o menos agresiva o rupturista, y de alguna manera
denunciadora de ciertas anomalías o injusticias sociales, aparece
como indigno de atención o, tal vez, en una pequeña
franja, como rareza o exotismo.
- Por último, ¿cómo percibes la producción
escritural de las mujeres en la SECH?
El hecho de ser mujer puede ser ventajoso, porque hay una cierta benevolencia
en el trato... cierta cortesía particular hacia la mujer, que
es muy propia de la tradición cultural. Esa benevolencia conlleva
cierta actitud solapada de menosprecio, porque te tratan muy bien...
te quieren mucho, pero eres la dama y siempre eres como la dama de
la literatura y, desde ese punto de vista, hay un plano de inferioridad,
aunque involuntariamente, en un plano que no es el mismo que el del
intelectual varón, de hecho, el intelectual se considera a
sí mismo importante en la medida en que es varón.
Yo no sé hasta qué punto nosotras, cuando luchamos por
establecer un espacio de dignificación de nuestro trabajo literario,
contribuimos también a fortalecer esa mirada, pero para nosotras
no hay alternativa; o establecemos el espacio de dignificación
o, simplemente, desaparecemos bajo la benevolencia sesgada y borradora
de los hombres.
Carol Arcos es Licenciada en Pedagogía en Castellano
de la Universidad de Santiago. Actualmente (2005) estudia primer año
de Magíster en Literatura en la Universidad de Chile.