Plegaria
por el espacio robado
Pedro
Montealegre: La Palabra Rabia. Editorial Denes, Paiporta, 2005
"PREMI
IV CERTAMEN CÉSAR SIMÓN DE POESÍA"
Eduard
Ramírez
(Crítica
publicada en la Revista Lletres, nº 18, Valencia, octubre del 2006. Traducido
del catalán por Pedro Montealegre.)
La
palabra Rabia contiene una propuesta poética
arriesgada, poco preocupada de ofrecer un acceso confortable y sí de conectar
diversos niveles de imagen y contenido. Allí se da cita un denso encanto
que no ha pasado desapercibido ni aquí ni en su Chile natal.
La
poesía de Pedro Montealegre tiene un efecto inicial de atolondramiento,
de amontonamiento caótico de metáforas, conceptos y personajes.
La suya es una poesía de alud, que recoge multitud de referencias y las
mezcla, para finalmente, después de vueltas, choques y represas, dejarnos
un rico sedimento. Las partes se encadenan, entre otras cosas, porque mantienen
la forma. Una forma de consecutivos cortes, que obliga a crearnos unas impresiones
fragmentarias, cosidas, que a pesar de las continuas dislocaciones nos generan
poco a poco una sensación global: "Mi lucha es el barro transformado
en decir. Mi lucha / es la niña: persigue a un coleóptero / proclamado
lenguaje. Uñas de la hora rasguñando mi uña/ La gotita de
sangre / llamada País."
Frases cortas que se interrumpen
a toda hora con preguntas, puntos y coma, dos puntos, guiones… En general, estos
recursos jugarían un papel explicativo, esclarecedor, pero con esta profusión
producen el efecto de desmontar el discurso lógico convencional. Y con
ello exploran, al mismo tiempo, caminos alternativos para la expresión
con la voracidad y el desorden que nos anuncia Montealegre en los versículos:
"un poema es hambre, / la letra es consecuencia de la inanición".
Las cuatro partes de la obra (La rajadura, Orden de ciego, La palabra
rabia, y Tu no eres verdad) pueden interpretarse como un itinerario
de profundización desde la prescripción de abismos en la realidad
hasta la desmitificación del individuo. A medida que nos capta en su red
se hace más evidente su capacidad sugestiva: "La historia: los
niños muertos / de hambre soy yo. No hay pestes infecciosas sino pestes
políticas. El miedo es la ciencia / que estudian gramáticos: la
usura, la pólvora. Lo que / te comes para siempre."
Diferentes
imágenes en contacto, más o menos reiteradas, contrastan entre ellas
y en la forma diversa de relacionarse y volver a ligarse, con la finalidad de
atropellarnos a través de estos poemas largos y discursivos. La reflexión
alrededor del lenguaje, instrumento propicio para le expresión, es combinada
por el autor con otras derivadas del cuestionamiento de su entorno y del propio
"yo". Una identidad que, en todo caso, será necesario rescatar
también a partir de los fragmentos dispersos y confusos.
De la web
Manual de lecturas rápidas para la supervivencia (www.nodo50.org/mlrs),
extraemos un comentario de Quique Falcón, muy asertivo para las conclusiones:
"Su poesía -torrencial, tan directa y cervical como hecha a golpes,
a forjadas de cuchillo, como troceando la carne sótano del mundo- está
además representada en los volúmenes antológicos Neruda,
la lluvia, el río (1996), Hipocampos (1998), Quercipinión
(2000), Línea gruesa (2000) y El decir y el vértigo: panorama
de la poesía hispanoamericana reciente (2005)". Podemos acercarnos
al autor a través de su blog (www.montealegrepedro.blogspot.com),
allí hay comentarios de actualidad, de su intimidad, de la literatura y
vivencias que se mezclan unas con otras. Una manera, cotidiana y más informal,
de expresar los mismos impulsos que dominan la poesía de Pedro Montealegre.