Acaba de ser presentado el libro "Cantología"
(Ed. Catalonia) de Patricio Manns. En este trabajo, con prólogo
de Pedro Lastra, nos entrega por primera vez –en un libro- los poemas
que sirvieron de base a sus inolvidables canciones. La
temática de este autor es extensa. Abarca desde la geografía
hasta el compromiso político, pasando por el amor, la ciudad
y los mundos interiores del ser humano, pero sobre todo por las grandes
luchas sociales de la época que le ha tocado vivir.
Dos ejemplos. En el poema "Llegó volando",
se refleja todo el clamor de los pueblos latinoamericanos ante la
opresión de los tiranos que surgieron durante el siglo pasado
en nuestro continente:
"Hay algunos que se hinchan con
gran esmero
Sirviendo la codicia del extranjero
Y otros que se solazan por mil dólares
Entregando su pueblo a los militares"
(...)
"Un paredón exijo con Cal y Canto
Para que el pueblo juzgue
De tanto en tanto".
En otro texto, "Cuando me acuerdo de mi país",
nos habla acerca del exilio. Son algunos de los más bellos
versos escritos sobre el tema:
"Cuando me acuerdo de mi país
Me muero de pan
Me nublo y me voy
Me aclaro y me doy
Me siembro y se van
Me duele y no soy
Cuando me acuerdo de mi país"
(...)
"Me escribo de sal
Me atraso de bien
Me angustio de tren
Me agrieto de mal
Me enfermo de andén
Cuando me acuerdo de mi país"
(...)
"Me enojo de ayer"
(...)
"Me lluevo en abril
Cuando me acuerdo de mi país
Me calzo el deber, me ofusco gentil
Me enciendo candil
Me encrespo de ser
Despierto fusil
Cuando me acuerdo de mi país".
Compromiso, rabia y nostalgia conjugados con una profunda belleza
poética. En "Vuelvo", que debe ser el mayor
poema sobre el retorno que se haya escrito, nos dice:
"Con ceniza, con desgarros
Con esta altiva impaciencia
Con una honesta conciencia
Con enfado con sospecha
Con activa certidumbre
Pongo el pie en mi país
Y en lugar de sollozar
De moler mi pena al viento
Abro el ojo y su mirar
Y contengo el descontento."
(...)
"Vuelvo al fin sin humillarme
Sin pedir perdón ni olvido:
Nunca el hombre está vencido
Su derrota es siempre breve"
(...)
"Vuelvo hermoso, vuelvo tierno
Vuelvo con mi esperadura
Vuelvo con mis armaduras
Con mi espada, mi desvelo
Mi tajante desconsuelo
Mi presagio, mi dulzura
Vuelvo con mi amor espeso
Vuelvo en alma
Vuelvo en hueso
A encontrar la patria pura
Al pie del último beso".
En "América novia mía", nos encontramos
ante el dolor de la conquista, pero también ante la esperanza
y el coraje de luchar por un futuro sin opresión. En este poema,
la voz del ser oprimido se sublima ante su amada (la tierra):
"América novia mía;
tomamé
Entre tus brazos mulatos
Ciñemé
En la boca tus dulzores
Viertemé"
(...)
"Morena América mía:
No hay dolor
Al cual el hombre
No aplaste triunfador.
Es duro el camino del libertador
Es largo el regreso del conquistador".
En
la poesía de Manns también nos hallamos con pueblos,
ríos, puertos y montañas, pero esa geografía
siempre va acompañada por sus habitantes. Obreros, mineros,
campesinos y toda clase de personajes populares conviven en ella.
Es el caso de "En Lota la noche es brava", donde
nos encontramos con la tragedia del minero en toda su dimensión:
"El hombre por quien preguntas
Bajó al turno de la sombra
Lo encontré allá en las laderas
Mujer: ya regresará
Llevaba el pan en las manos
Y en los ojos tu mirada
Volverá en la madrugada
pero alguno no vendrá"
(...)
"en Lota la noche acaba
Con sangre en el mineral
El mar y el grisú están cerca
Y es de vida o muerte el pan".
La vida de los arrieros, sus victorias y derrotas quedaron estampados
en los versos de "Arriba en la cordillera", su más
famosa creación:
"La Viuda Blanca en su grupa
-la maldición del arriero-
Llevó mi viejo esa noche
Para arrear ganado ajeno
Junto al paso de Atacalco
A la entrada del invierno
Le preguntaron a golpes
Y él respondió con silencios:
Los guardias cordilleranos
Clavaron su cruz al viento"
(...)
"Nosotros cruzamos hoy
Con un rebaño del bueno
Arriba en la cordillera
No nos vio pasar ni el viento
Con qué orgullo me querría
Si ahora llegara a saberlo
Pero el viento no más sabe
Dónde se durmió mi viejo
Con su pena de hombre pobre
Y dos balas en el pecho".
Una de las características más sobresalientes de Manns
está en el uso que hace del lenguaje, como por ejemplo en "Palimsesto",
donde logra una fusión notable de imágenes:
"Huelga deciros que yo os quiero
más
En la profunda pulpa de antesueño
Cuando el glaciar se reconvierte al sol
Y se nos va el esperma en el empeño
Y se nos cuaja el sueño de
cenizas
Ávidas de hendir el cavilar del leño"
(...)
"Qué hombre volver para que Osuna libre
Su libre nombre y su veloz corpiño
Su vientre cuarzo y su agonía historia
Y sus cadenas, su reloj, su niño
Y os avecine, os una y os ausculte
Con sus dos manos y sus tres cariños
Y su refulgir
Su oficio de herir
La luz por venir".
O en estos otros versos pertenecientes al poema "El equipaje
del destierro":
"Tú me preguntas cómo
fue el acoso aquel que obtuve
Metes la lengua en mi cabeza, en mi pensar, en mi algo"
(...)
"Pues, ¿cómo van a robar mi volcán
con su volcana?
¿Desviar de mi alma el embocar del río con su
ría?
¿Hacharme en el paisaje el árbol con su arboladura?
¿Quemar con un fósforo usual mi libro y su librea?
¿Untar el yatagán de mi dolor con su dolora?
¿Hacer aguar en temporal mi bote con su bota?
¿Batir en retirada mi conjuro y su conjura?
Vibrar la cuerda de mi solfeo
Con su solfear"
(...)
"¿Pues cómo van a extenuar mi caso con
su caza?
¿Adelgazar mi saco vecinal con su saqueo?
¿Uncir mi canto universal de grillo a su grillete?
¿Vaciar de contenido mi araucano y su araucaria?
¿Cavar con fúnebre placer mi tumbo con su tumba?
¿Frenar la turbulencia de mi gesto con su gesta?
¿El choque de mis esperantes con su esperadura?".
Patricio Manns también se reconoce en una serie de personajes
de nuestra historia reciente. Es el caso de Bautista van Schouwen,
al que le dedica el poema "La dignidad se convierte costumbre".
El martirio de Van Schouwen es retratado en este poema de manera cruda
pero con una sensibilidad que no pierde jamás el contexto poético:
"Silencioso
Con silencio de piedra submarina
Con la conciencia sometida al hierro
Con la muerte trenzando sus cuchillos
Sintió que se quedaba desvestido
De sangre, de cabellos y de uñas
De ojo y de piel, como si fueran
Un violento equipaje, el único equipaje
O un dosel, un visillo, una terca ventana
Que atajaran el ojo a los verdugos
De Bautista van Schouwen, compañeros"
(...)
"Secando la memoria
Clausurando la boca
No dijo una palabra ni una fecha
Ni un nombre, ni un país
Ni un río, ni una flor
Ni un bosque, ni una abeja
Que sirvieran
De mapa a los verdugos de su pueblo".
Otro tema importante en su poesía es el amor, cuya máxima
expresión la alcanza en el poema "Balada de los amantes
del camino de Tavernay", donde erotismo y amor son expresados
con un vuelo poético del más alto nivel:
"El cuarto donde habita mi ruiseñora
Se nutre con el ruido de mi demora
Los cantos de la calle se están plegando
Y el mórbido reloj mira blasfemando"
(...)
"La cama donde escurro mis homenajes
Es donde desterramos
la barrera de los trajes
Y donde, de algún modo su resolana
Se adueña de mi lengua tan soberana.
Allí nos respiramos de diestra suerte
Allí nos cobijamos (por si la muerte)
Allí yo le regalo mis estertores
Y allí ella me devora con mil amores
Cogiendo de mi sangre
Las frescas flores".
La edición de este libro viene a pagar una deuda con este
magnífico autor. Porque más allá de sus composiciones
musicales, novelas, cuentos y ensayos, Patricio Manns es fundamentalmente
uno de los mayores poetas de nuestro continente.