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Poesía de Malú Urriola y Nadia
Prado La rebeldía frente al desencanto
Son escritoras que siguen
las aguas de Diamela Eltit y Eugenia Brito, en el sentido de trabajar,
una literatura con conciencia de género y lenguaje
transgresor.
en
Las Últimas Noticias Martes 22 de diciembre de
1998
Detrás de la mirada tímida
inicial asoman voces rebeldes, irreverentes y desencantadas con una
sociedad inexorable y autoritaria.
Son las escritoras Malú
Urriola (31) y Nadia Prado (32), -autoras de
“Hija de Perra” y “Carnal ”, respectivamente -ambos
libros editados por Cuarto Propio-, donde la poesía lúgubre y suicida
no oculta una relación amor-odio con la literatura, a la cual
describen como una fatalidad de la cual es imposible
desasirse.
Seguidoras de una generación de poetas como Carmen
Berenguer, Eugenia Brito y Diamela Eltit, donde primaba la creación
lírica con conciencia de género y lenguaje transgresor, ambas forman
parte de ese mundo literario al margen de la cul‘tura oficial, donde
no caben ni las luces ni las adulaciones, sólo la oscuridad de
escribir una poesía desgarradora.
De hablar rápido y miradas
desafiantes cada vez que mencionan las críticas existentes contra la
poesía femenina, Malú y Nadia saben perfectamente que su escritura no
es un buen antídoto para derrotar el insomnio, pero no se consideran
ni “autoras malditas ni marginales”. Tampoco les gusta ser catalogadas
de poetas feministas.
“Sentimos, en espacio de soledad, una
cierta dignidad y un cierto recato frente a la cosa mínimamente
espectacular que podría ofrecer la fama dentro de la literatura”,
explica Malú Urriola, quien ya había publicado “Piedras rodantes”
(1988) y “Dame tu sucio amor” (1994).
Su voz poética en “Hija
de perra” describe las heridas de un ser desamparado entre cuatro
paredes asfixiantes, desde donde reflexiona y mira una ciudad
“enrarecida y con olor a modernidad decadente”.
“Un glamour del
hambre” -escribe-. “Arriba el paisaje, los luminosos, abajo el hambre
que tuerce las tripas, tiradas en las veredas, grises, confundidas con
el pavimento”.
-En su libro, el hablante poético dice que a
veces no quisiera escribir más, porque escribir no sirve para
nada. Pero después asegura que escribir es la única manera de
espantar el silencio. ¿Con cuál opción se queda? -La escritura es
mi espacio de incertidumbre; ese es el espacio que rescato. Rescato la
incertidumbre en un momento en que todo es tan certero y todo aparece
tan concreto. La incertidumbre genera un cuestionamiento y una
reflexión mucho menos afiebrada y apasionada que la certidumbre.
Cuando todo es vago, cuando todo puede desaparecer mañana , la
incertidumbre es un espacio bastante valioso como reflexión
.
-Usted habla
desde la rebeldía pero también desde el silencio. ¿Por qué no intentar
hacer directamente una poesía más revolucionaria, donde no existan
esos atisbos de quietud? -Es que creo que el silencio es
revolucionario en este momento. Hay un manejo del lenguaje doble, hay
un trabajo con los dobles discursos en general, no solamente a nivel
artístico. A veces me siento realmente sorprendida cuando veo a gente,
que corresponde absolutamente a una estética mucho más light,
plantearse con una cierta rebeldía frente al sistema. Es decir, dobles
discursos que se están generando. Entonces, creo que ante tanta
palabrería inútil el silencio funciona políticamente en este
rato.
Un silencio que
también está al comienzo del libro de Nadia Prado (autora también de
“Simples placeres”, publicado en 1992 por la misma editorial), para
luego dejar paso a la rabia contra un sistema que no la representa y
que sólo puede aquietar el lenguaje como droga:
“Nada alcanza, nada es suficiente, nada basta.
Aunque todo se resista, aunque los barrotes sigan aquí,
escribo y la tartamudez penetra la carne, la carne se niega,
la carne es otra, otra, aparte de mí. La maldad se devora a
sí misma. Y el lenguaje emerge como un
sedante”.
-¿Escribir a
partir de lo carnal responde al propósito de nombrar, desde el
lenguaje femenino, el cuerpo de la mujer, siempre mencionado por
otros? -Sí, pero no sólo con eso. Carnal tiene que ver
con que el lenguaje se haga carne. También tiene que ver con la
sangre, la costra. En algunos países latinoamericanos, carnal quiere
decir hermano. A través de la escritura quiero decir que soy hermana,
pero sólo de algunas personas.
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