Texto leído en el lanzamiento del libro publicado en Buenos Aires por José Ángel Cuevas, en el marco del encuentro chileno/argentino Campo de (des)Hielo, desarrollado en La Chascona en Diciembre de 2007.
Este libro se trata de un muerto muy muy grande
(Sobre la Lírica del Edificio 201 de José Ángel Cuevas
por Pablo Paredes M.)
Este libro ya fue lanzado en Argentina, como se lanzan tristes noticias que llegan lejos, noticias del lejano Chile, de ese pobre paisucho colgando de la cordillera, hundido no en el Océano Pacífico, sino en litros y litros de alcohol que, como diría Cuevas, una y otra vez han hecho naufragar a las promociones literarias.
Saliendo de la Universidad de Buenos Aires una chorrera de poetas y estudiantes de literatura se mueven hacia una pizzería después de haber escuchado La Lírica del Edificio 201. De manera natural y trágica el par de chilenos nos juntamos y tomamos una distancia prudente no sé bien de qué. Pepe me pregunta que qué me pareció el libro porque parece que él no está muy convencido, no sé si creerle, es difícil saber cuándo Pepe bromea, pues su humor se funda en un simulacro de seriedad, ante la duda, me abstengo y sólo sonrío. Hoy, meses más tarde le respondo. Este libro me parece una negra y húmeda historia del Chile reciente. Me parece que los edificios en este libro se destrozan como hígados cirróticos y me dan ganas de llorar como mamá conejo mirando el bosque incendiándose, como hijo conejo con sus ojos llenos de llamas despidiéndose de la madre que ya lo cree muerto.
Escribir de Chile obviando el alcohol es algo que ni los derrotados ni los triunfadores de la patria pueden hacer. Cuevas habla de la clausura del proyecto nacional, pues como el mismo escribe, aquí no se trata del poeta espectáculo de sombrero alón, sino del poeta que considera que si algo salió bien es pura coincidencia. Aunque no nos confundamos, este libro no habla de la Mala Suerte, así con mayúsculas, sino de la orquestación sistemática de arrebatamiento de la suerte a mujeres, niños y ancianos que tuvieron que dar por terminadas las asociaciones de hombres y que toman sus pastillas para dormir, parafraseando al poema 89. Qué me parecía el libro me preguntó Pepe como preguntando qué me parecía el país ahora que lo mirábamos desde otro Océano, y yo tuve ganas de ponerme una camisa amaranto y responder con una lapidario informe político que se le lee a una decena de escolares aún esperanzados. Ese informe es quizás la suma de los poemas de este libro, sin embargo, no se puede dejar de considerar que cuando le digan a los jovencitos que no pueden ir a la fiesta, ellos irrumpirán en ella con la rabia permanente del vino y la rabia urgente tras recibir el desprecio.
Efectivamente este libro se trata de un muerto muy muy grande, pero también se trata o tratará de cómo éste queda al sol y cómo los gusanos intentan dignificarse. De ese No y no que grita el ex poeta, de ese No y No que termina declarando que el poema en algún momento puede preservar / hacer cariño /Echar viento al cadáver de un país.