Brevísima
Relación de la Nueva Novela Histórica en Chile de Eddie Morales
Piña
Rosa Alcayaga
Toro
UPLA. Valparaíso
4 de julio 2006
El libro Brevísima
Relación de la Nueva Novela Histórica en Chile del profesor,
crítico literario, magíster en Literatura, Eddie Morales Piña,
editado por la Universidad de Playa Ancha, en Valparaíso, junio 2006, es
un texto que recopila varios artículos de su autoría, escritos en
distinto tiempo, y que, no obstante su brevedad, constituye un aporte al estudio
de la narrativa contemporánea
en nuestro país por cuanto es orientador de las nuevas tendencias en la
literatura chilena. Morales Piña entrega las pautas necesarias para que
un lector curioso escudriñe acerca del nuevo subgénero y tenga una
visión panorámica sobre los autores chilenos que han emergido, en
la última década del siglo XX y primeros años del siglo XXI,
dentro de esta línea narrativa que, como Nueva Novela Histórica,
no es suficientemente conocida en Chile, pero que tiene a nivel de Hispanoamérica
connotados representantes.
La irrupción del subgénero Nueva
Novela Histórica (NNH) en América Latina ocurre, fundamentalmente,
en las dos últimas décadas del siglo XX. Es un fenómeno cuyos
antecedentes tiene en el escritor cubano Alejo Carpentier su primer representante.
Treinta años antes que esta tendencia se consolidara como tal, en un corpus
claro y preciso, reconocido en el continente, la novela El reino de este mundo
(1949), escrita tras un viaje a Haití, centrada en la revolución
haitiana y el tirano del siglo XIX Henri Christophe, ha sido calificada como el
primer ejemplo de esta nueva categoría.
Para abordar el conocimiento
de la NNH debe definirse, en primer lugar, qué se entiende por Novela Histórica
(NH) y, a partir de esa definición, establecer las características
que distinguirán a la novelística sucesora. Una de las definiciones
más acertadas, estima la crítica especializada, será la del
argentino Enrique Anderson Imbert (1910-2000), escritor, investigador, crítico
literario y profesor, quien indicó lo siguiente: "llamamos novelas
históricas a las que cuentan una acción ocurrida en una época
anterior a la del novelista". Universalmente, suele considerarse al escocés
Walter Scott (1771-1832), una prominente figura del romanticismo inglés
en el siglo XIX, como el iniciador de este modo de ficción narrativa.
En
opinión de Anderson Imbert, el escritor boliviano Nataniel Aguirre (1843-1888),
que sirve de enlace entre el romanticismo y el realismo y modernismo, es: "el
mejor novelador de la historia en Bolivia y uno de los mejores de toda Hispanoamérica".
Su novela más conocida es Juan de la Rosa (1885) cuyo subtítulo
dice Memorias del último soldado de la Independencia, en donde cuenta
algunos de los episodios más heroicos de la historia de Cochabamba, su
ciudad natal, para destacar la resistencia del pueblo boliviano contra el general
español José Manuel de Goyeneche.
En Chile destaca el escritor
Alberto Blest Gana, al que algunos llaman el "Balzac hispanoamericano",
quien reemplaza la novela romántica por una novela de corte más
realista, entre ellas, es autor de una de las mejores novelas históricas
de la época, Durante la reconquista (1897).
¿Cuándo
aparece, por primera vez, el concepto de NNH en el continente? Fue el uruguayo
Angel Rama quien acuñó este término, en 1981, en el prólogo
de su antología Novísimos narradores hispanoamericanos, en
el semanario "Marcha", en donde elogia las novelas Terra Nostra
de Carlos Fuentes y Yo el Supremo del paraguayo Augusto Roa Bastos por
haber roto con el molde romántico de la novela histórica. En 1982,
Seymour Menton recoge este concepto en una ponencia titulada Antonio Benítez:
la nueva novela histórica y los juicios de valor en el congreso del
Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, celebrado en San Juan de
Puerto Rico. En 1983, el mexicano Juan José Barrientos publicó en
el estudio de las novelas hidalguianas una referencia específica a la nueva
novela histórica en el continente. Más adelante, el venezolano Alexis
Márquez, en sus comentarios acerca de La luna de Fausto (1983) de
Francisco Herrera Luque, publicado en Casa de las Américas, (mayo-junio
1984) afirmó que "hoy estamos experimentando en Hispanoamérica
un verdadero boom en la nueva novela histórica". Por último,
en 1985, el mexicano José Emilio Pacheco, en un artículo breve publicado
en Proceso del 6 de mayo, comentó la resurrección de la narrativa
histórica. Ninguno de ellos, sin embargo, trató de dilucidar las
diferencias entre NNH y la tradicional. En ese tránsito hacia la definición
del nuevo subgénero, el uruguayo Fernando Aínsa, narrador, crítico
y ensayista, en un artículo publicado en septiembre de 1991 en Plural,
avanza en la identificación de algunas de sus características.
No
es sino hasta la publicación del libro La nueva novela histórica
de la América Latina 1979-1992, editado por el Fondo de Cultura Económica
en 1993, del profesor de Literatura, crítico y ensayista norteamericano,
Seymour Menton, de la Universidad de Irvine, California, que asistiremos a la
conceptuación del nuevo subgénero identificándolo como tal
distinto de su antecesora. El estudio abarca un período de doce años
tal como lo indica su título. El autor sostiene que el factor más
importante para su proliferación es la conmemoración, en su tiempo,
del quinto centenario del descubrimiento de América; o, desde una perspectiva
más pesimista, pudo ser la situación social, económica y
política, nada augurante, que se vivió en esa época en los
países de Iberoamérica: quizás esos hayan sido el detonante
para su consolidación. De acuerdo a Menton, y así lo consigna Morales
Piña, este proceso tiene como punto de partida, en el año 1979,
la publicación del libro El arpa y la sombra de Alejo Carpentier,
en donde, por primera vez, el autor ficcionaliza a un personaje histórico
destacado como Cristóbal Colón. Morales Piña menciona, además,
entre muchos, El mar de las lentejas (1979) del cubano Antonio Benítez
Rojo, La guerra del fin del mundo (1981) del peruano Mario Vargas Llosa,
Los perros del paraíso (1983) del argentino Abel Posse, Noticias
del Imperio (1989) del mexicano Fernando del Paso.
En el período
que estudió el autor norteamericano, Chile es la excepción más
notable en cuanto a textos y autores representativos. El único ejemplo
que se menciona es Martes tristes (1985) de Francisco Simón. Es
posible que este fenómeno pueda explicarse porque la novelística
chilena contemporánea estaba más preocupada por el pasado inmediato,
el golpe militar de 1973, la dictadura de Pinochet y el exilio.
En cuanto
a los rasgos discursivos y escriturales que definen y caracterizan a la NNH, su
estrategia discursiva y sus intencionalidades estéticas, siguiendo los
parámetros de Menton, y que recoge en su libro Morales Piña, son
los siguientes:
distorsión consciente de la historia por omisión, exageración
o anacronismos;
ficcionalización
de personajes históricos; comentarios del narrador sobre el proceso de
creación literaria;
la intertextualidad;
la parodia
y lo carnavalesco como rasgos retóricos;
multiplicidad de discursos o el uso consciente de distintos niveles de lenguaje:
polifonía discursiva y mayor variedad estilística.
Si
bien no es requisito sine qua nom que, en cada texto, aparezcan todos los
rasgos subrayados, es interesante acotar que la clave, a juicio del crítico
uruguayo Aínsa, para reconocer su constitución textual, es la escritura
paródica. Los conceptos bajtinianos de la parodia y lo carnavalesco presente
en la NNH, acota la crítica, permiten recuperar la olvidada condición
humana puesto que, a través de dichos rasgos retóricos, es posible
re-humanizar a los personajes históricos, transformados por el discurso
oficial en "hombres de mármol", al decir de Aínsa, despojándolos
de su imagen estatuaria a través de la ficción. Junto a esta reflexión
del uruguayo es menester señalar lo que Morales Piña recoge en su
estudio cuando subraya que "una historia de grandes figuras y grandes hazañas,
una épica histórica, despierta sospechas", no sólo porque
muestra una panorámica generalista y neutral de los hechos, sino porque
detrás de cada hecho mencionado está el "murmullo", el
"susurro silenciado" que resuena. La recuperación del "cotidiano,
la figura de carne y hueso, las voces silenciadas de los subalternos, de las minorías
étnicas, de las mujeres", es, por tanto, un signo sustantivo en la
NNH, sostiene Morales Piña.
En general, la novela hispanoamericana
se ha caracterizado, desde el principio, por su obsesión por los problemas
socio históricos, inquietud que desarrolla in extenso el escritor, poeta
y ensayista mexicano, Carlos Fuentes, en su libro Valiente Mundo Nuevo,
editorial Tierra Firme, segunda edición 1994, que señala que dicha
temática es una expresión vigorosa en Hispano América. Y
si bien Fuentes no reconoce en tanto denominación a la NNH, él recoge,
sin embargo, la afirmación de Menton cuando éste subraya la "vocación
histórica de la más nueva novela hispanoamericana", en donde
se reflexiona acerca del pasado con perspectiva de futuro, lo que signa la narrativa
en el continente. En esta recreación se constata la voluntad de los escritores
que, a través del poder de la ficción, -como afirma Fuentes-, pueden
decir lo que muy pocos historiadores son capaces de afirmar.
Si nos remitimos
a los apuntes recogidos en las clases dictadas por el profesor Morales Piña,
en el magíster en Literatura 2005, podemos observar que, en el libro que
hoy presentamos, su estudio permite un acercamiento que enriquece la perspectiva
de Menton. En la senda de Aínsa, quien señala que la NNH es una
búsqueda de la identidad del ser americano, que imagina su historia releyéndola
con la finalidad de "dar voz a los que la historia ha negado, silenciado
o perseguido", Morales Piña, en el texto en comento, indica que el
nuevo paradigma narrativo responde a la necesidad de repensar o revisar la historia
continental no sólo en sus momentos fundacionales, esto es, descubrimiento,
conquista, colonia e independencia, sino también la historia inmediata;
que existe un cuestionamiento de la historia con el propósito de problematizar
el discurso oficial, recusarlo y suplir sus carencias; lo denomina sin ambages
como un discurso alternativo, transgresor y deconstructivo de los textos canónicos,
que posee voluntad descentralizadora y que interpela los discursos absolutos y
globalizantes del saber. Se trata, según observa Morales Piña, de
"un nuevo modo de enfrentar la relación historia/literatura"
diferenciándose, claramente, de su antecesora más tradicional. El
propósito de esta nueva tendencia literaria, según el catedrático,
sería revelar lo que la historia oficial ha "silenciado, censurado
u ocultado", a través de una seria, acuciosa y nada ingenua re-lectura
de las fuentes históricas, estableciendo un diálogo con el discurso
histórico que es el referente del discurso literario fundante del nuevo
paradigma. En ese sentido, es importante citar lo escrito por Fuentes: "el
movimiento de la literatura iberoamericana ha constituido una suerte de vigilancia
de nuestra historia, dándole continuidad". Afirmación que el
mexicano sostiene a partir de la propuesta del filósofo italiano Giambattista
Vico (1688-1744), quien en su libro Ciencia nueva (1725) rechaza el concepto
puramente lineal de la historia, concebida como marcha inexorable hacia el futuro,
que se desprendía del presupuesto racionalista y del eurocentrismo de la
Ilustración del siglo XVIII. El filósofo italiano fue censurado
por la Ilustración dieciochesca en Europa y recién pudo recuperar
un espacio, en el viejo continente, en los primeros años del siglo XX con
el respaldo intelectual del novelista y poeta irlandés James Joyce (1882-1941).
La historia como recuento de errores, crímenes y engaños es el falso
corolario de una creencia en una naturaleza humana fija, final e inmutable, sostuvo
Vico, e indicó que, por el contrario, la naturaleza humana es una realidad
variada, históricamente ligada, eternamente cambiante y móvil, en
donde hombres y mujeres hacen su propia historia. En el año 1973, Hayden
White re-actualiza tales conceptos en su libro Metahistoria, mencionado
por Morales Piña, en donde cuestiona las pretensiones científicas
de los historiadores y llama la atención sobre el carácter ficticio
de sus discursos narrativos.
Uno de los principales méritos del
texto que presentamos, además de enriquecer el análisis que, a nivel
del continente, se realiza acerca de la NNH, es constatar en su estudio, de manera
orgánica y por primera vez, que en Chile, en la última década
del siglo XX y primeros años del siglo XXI, asistimos a una emergencia
sustantiva de la nueva novelística, distinta a la realidad que, en su tiempo,
analizó Menton, que ficcionaliza algunos momentos claves de nuestra historia,
lo que permite ahondar en el análisis acerca de este nuevo paradigma literario.
Desde esa perspectiva, el catedrático sostiene que existen algunos relatos
en Chile que ya tienen el carácter de canónicos, entre los cuales
propone las novelas Ay mama Inés (1993) de Jorge Guzmán;
Maldita yo entre las mujeres (1993) de Mercedes Valdivieso; y Déjame
que te cuente (1997) de Juanita Gallardo. Son tres novelas ambientadas en
distintos momentos fundacionales de nuestra historia, la Conquista, la Colonia
y la Independencia, y que reinstalan como protagonistas a tres mujeres en el escenario
de lo imaginario: a Inés de Suárez en Ay mama Inés,
a Catalina de los Ríos, más conocida como la Quintrala, en Maldita
yo entre las mujeres, y a Rosario Puga y Vidaurre en Déjame que
te cuente, en un interesante y acucioso trabajo que las distingue porque cada
una de estas obras se apoya en una copiosa documentación y lectura de los
textos canónicos. Obras en las que ocurre un desplazamiento de los protagonistas,
desde personajes, generalmente, masculinos hacia personajes femeninos, en el caso
de la novela de Guzmán, el conquistador Pedro de Valdivia es desplazado
por Inés de Suárez; en Déjame que te cuente, se desplaza
al libertador Bernardo O'Higgins y habla su amante. Esta característica
enriquece y otorga al relato mayor complejidad ya que entrega la palabra a las
mujeres que han estado ausentes dentro del discurso histórico. Al analizar
los títulos de las novelas Déjame que te cuente y Ay mama
Inés, Morales Piña advierte como en ellos se recoge el gesto
de la oralidad, las protagonistas piden un espacio para contar, para confesar,
es el testimonio con que las mujeres transmiten los saberes y llenan los vacíos
del discurso oficial en primera persona para decir presente a través de
"la intrahistoria construida de insignificantes, intrascendentes e invisibles
hechos que desconoce la Historia con mayúscula". En Ay mama Inés,
la buena amante de Valdivia es recuperada en su protagonismo nunca bien reconocido
en las crónicas de la época que tiende a presentarla como una marimacho.
En Déjame que te cuente, el episodio de la independencia está
reconstruido a partir de la historia amorosa, privada e ilegítima, del
prócer Bernardo O'Higgins con una joven rebelde y tenaz de la sociedad
de entonces. En Maldita yo entre las mujeres, Valdivieso construye un discurso
alternativo al orden patriarcal, devela carencias y omisiones de una historia
logocéntrica, anula el malditismo y marca con un sema positivo lo estigmatizado,
para dar cuenta de una naciente estirpe de mujeres que reivindica lo materno y
lo mapuche.
La NNH elimina, entonces, la "distancia épica"
(Mijail Bajtin) de la novela histórica tradicional, gracias a los recursos
literarios como narrar en primera persona, el monólogo interior o diálogos
familiares, en las descripciones de su intimidad se baja de los pedestales a los
héroes, como argumenta Alicia Chibán en su trabajo El arpa y
la sombra: desocultamiento y visión integradora de la historia (1989).
En síntesis, asistimos, entonces, a la recuperación del hablar cotidiano
susurrante, al decir de Morales Piña, en el que se evita lo altisonante
al dejar de lado los grandes escenarios para reconstruir escenas de la rutina
del devenir histórico a través de una polifonía discursiva
y el uso consciente de distintos niveles de lenguaje que, en cierta forma, asegura
el autor, han recogido de las nuevas estéticas posmodernas.
Este
libro entrega una apretada síntesis de más de una docena de relatos
que se adscriben a la NNH en Chile. Entre los textos mencionados están,
además, Camisa limpia (1989) de Guillermo Blanco, cuya figura central
es el médico judío Francisco Maldonado de Silva que fue condenado
a la hoguera en 1639 por defender sus ideas, luego de haber permanecido 13 años
preso en las cárceles de la Inquisición en Lima por defender pertinazmente
su fe: un contratexto del discurso oficial que, como una apología a la
libertad de expresión, tiene el mérito de dialogar, directamente,
con la historiografía de José Toribio Medina que usa a modo de epígrafe
en cada capítulo. Otra obra mencionada es Butamalón de Eduardo
Labarca sobre la rebelión mapuche de 1598 recreada a través de un
misionero renegado y un traductor oscuro. Casas en el agua (1997) de Guido
Eytel sobre la fundación de San Estanislao de Rumaco, en donde se hace
irrisión del discurso histórico mediante el uso paródico
de sus mismos procedimientos retóricos transformándose en una hilarante
antiepopeya. La corona de Araucanía (1997) de Pedro Staiger sobre
uno de los personajes más insólito de la historia nacional: Oriéle
Antoine de Tounens, más conocido como el Rey de la Araucanía, con
el fin de reivindicarlo, según versa en el prólogo. Otra de las
obras mencionadas es El sueño de la historia (2000) del premio Cervantes
Jorge Edwards, sobre el arquitecto diseñador del Palacio de La Moneda,
Joaquín Toesca, y de su mujer, Manuelita Fernández de Rebolledo,
en donde el escritor recrea el Chile de los inicios de la República, pero
a través de la historia sentimental de la pareja y el adulterio de su cónyuge,
específicamente, como la historia de un cornudo.
Morales Piña
recoge, en este libro, un extenso artículo acerca de la imponente novela
La ley del gallinero (1999) de Jorge Guzmán que como NNH recrea
una visión desmitificada y anticanónica de un Diego Portales, autoritario
y despótico, en casi 400 apretadas páginas articuladas en cuatro
partes y cuyo rasgo sobresaliente es el uso de una polifonía discursiva;
a través de distintas voces, en diálogo con la historiografía
oficial, desacraliza la imagen del personaje recargándolo con diversos
epítetos y frases como: "comerciante disoluto", "moralista",
"despreciativo" y "canalla". Grinor Rojo, citado por Morales
Piña, en el artículo Anotación sobre La ley del gallinero
en Revista Chilena de Literatura (Universidad de Chile, Nº 56. 2000, p.106),
sostiene que en esta obra no hay un discurso narrativo único, sino que
asistimos a varios discursos. Multiplicidad de voces que hablan en primera persona,
desde el propio Portales, que se revela como una especie de calavera enamoradizo
y evidencia su ambición mercantil que es mayor que su interés por
el gobierno, el que utilizó en beneficio de sus propios negocios, su mujer
Constanza Nordenflycht que como narradora usa el pretexto de su diario de vida
con el que dialoga, el juez de Puerto Paraíso don José Alvarez que
debe reconocer el cadáver de Portales luego de su asesinato, entre otros
personajes. Ambicioso proyecto narrativo, expone Morales Piña en un estudio
riguroso sobre la obra, a la que define como una "historia poliédrica"
que presenta distintas aperturas interpretativas.
Un apartado especial
para El corazón a contraluz (1997) de Patricio Manns, de quien señala
es uno de los más destacados narradores chilenos e hispanoamericanos, que
tiene como personajes al mítico y más encarnizado perseguidor de
aborígenes en territorio fueguino, el rumano Julius Propper, y a una india
ona Drymis Winten dueña de una deslumbrante cabellera blanca, los que están
unidos por una conflictiva historia de amor. Esta obra fue publicada, primero,
en francés con el título de Cavalier seul (Caballero solo)
y la crítica francesa dijo que se trataba de "un libro sin parangón,
caótico y formidablemente inspirado, que va y viene entre la crónica
y el lirismo, la razón y la locura". Una obra épica y romántica,
histórica y fantástica, una historia de un amor intenso, magistralmente
escrita, que destaca por su insuperable belleza discursiva, según el autor
del texto que presentamos, y que éste invita a conocer.
Mención
especial hace Morales Piña de la obra de la escritora y periodista Virginia
Vidal, a quien le dedica un extenso apartado dentro de su libro, bajo el subtítulo
Virginia Vidal: memoria y escritura, en donde entrega datos biográficos
de la autora y analiza, apretadamente, una a una, toda su producción literaria.
Desde una perspectiva crítica, indica que la escritora es "apenas
mencionada" en la historia de la literatura chilena y sostiene que Vidal
tiene los méritos suficientes para figurar en dichos textos. Dentro del
concepto de NNH, estarían adscritas tres de sus obras: Javiera Carrera,
Madre de la Patria (2000), en donde Javiera Carrera aparece como una mujer
que escribe, que se comunica a través de la palabra para difundir sus ideales
republicanos; Oro, veneno, puñal (2002), editado en España,
que al parecer daría una vuelta de tuerca a la historia para establecer
un diálogo deconstructivo con las imágenes que tienen de la Quintrala
los historiógrafos nacionales y la literatura chilena. Es un texto que
no ha llegado a los circuitos comerciales chilenos y sólo algunos afortunados,
escribe Morales Piña, han tenido la suerte de conocerlo. Dejamos para el
último, Balmaceda, varón de una sola agua (1991), obra que
se caracteriza por su "ambigüedad discursiva" y en ello descansan
los "evidentes logros de la novela" acerca del Presidente Balmaceda
y la Guerra Civil de 1891. Puede ser reconocida como NH, crónica histórico-testimonial
con ingredientes ficcionales, como memorial imaginado o como NNH. Está
escrita en primera persona y el eje de la novela son los recuerdos de un imaginario
secretario privado del Presidente mártir, se trata del personaje de Peñita.
Éste relata los sucesos de la intrahistoria y da cuenta de los distintos
sucesos históricos que llevaron a la cruenta revolución del 91.
En el desenlace del relato se produce una suerte de entrecruzamiento discursivo
entre los sucesos de 1891 y de 1973 en Chile, una suerte de lectura figural, como
sostiene Morales Piña, entre ambos momentos.
Por último,
en el libro Brevísima Relación de la Nueva Novela Histórica
en Chile encontrarán una interesante y nutrida lista de seminarios,
memorias y tesinas sobre la NNH que deben tener en cuenta los lectores curiosos
e interesados a la hora de abordar su estudio en sucesivas investigaciones acerca
de la producción literaria nacional contemporánea.