"A
la sombra del dinero" de Ramón Díaz Eterovic
EN LA VEREDA DE AL FRENTE
Por Constanza Ceresa
Periódico Literario Carajo, N°5
Noviembre de 2005.
"...el asunto es sólo un pretexto para que puedan
operar los recursos técnicos"
Macedonio Fernández
En la creación literaria, hay un punto cardinal que marca
un antes y un después en el mapa de un autor, la voz se acomoda
en su lugar y simplemente la excusa del asunto deja de ser el centro
de atención. Porque si la razón de la buena acogida
de las novelas de Ramón Díaz Eterovic se diera
en rigor
por la trama, no estaríamos hablando del mismo escritor. El
hecho de plegarse tras el eficaz subgénero literario neopolicial
latinoamericano o novela negra le ha permitido construir un mundo
poético habitable para el lector y denunciar, como un quijote
marginal, injusticias totalmente vigentes al momento de su escritura:
detenidos desaparecidos, narcotráfico, corrupción. Una
voz que se resiste entre el voluntarismo y la indolencia a adherirse
a un sistema vacío y sin ideales, y que a través de
un lenguaje cuidado reflexiona mucho más allá de las
fronteras del crimen o de un fraude.
"Los detectives privados somos como los termómetros de
la moral establecida" cita su alter ego Heredia bajo la lucidez
de una copa en el bar City, adoptando un rol de guardián de
una verdad de tintes modernos hace tiempo ensombrecida por el poder
del dinero. Metiche incurable y pasado de moda, en esta décima
saga Heredia se adentra en los olores de comida rancia de las oficinas
públicas (¿ambiente conocido?), tras la denuncia de
hechos de corrupción política en el Servicio de Inversiones
Públicas, demasiado similares a los que hemos atestiguado a
lo largo de estos años. Una lucha de poder entre hombres hambrientos
de colmar sus arcas, que contrastan con lo que en el pasado representó,
de algún modo, la vieja escuela política. En un mundo
de funcionarios asfixiados por la rutina, encerrados bajo la prisión
del sin sentido, Heredia legitima y reafirma su opción de vida
errática, pobre, pero, sin duda, cargada de una generosa (¿o
angustiosa?) libertad.
A la sombra del dinero al igual que en novelas anteriores,
discurre al ritmo de un cuerpo levemente embriagado pero a la defensiva,
en escenarios marginales cargados de una exquisita soledad y buenas
citas literarias. Las acciones se desarrollan en un Santiago que se
resiste a los cambios y conserva una identidad que permite a nuestro
héroe refugiarse en una especie de (anti) paraíso perdido,
rehuyendo del hastío en su afán justiciero aunque sólo
signifique simples gotas de agua en el desierto.
Detective o escritor, ambos seres marginales, buscan ser fieles a
un estilo de vida que acontece en la vereda de al frente, donde la
memoria sobrevive ante todo artificio de progreso y las historias
se tejen en medio del ruido de un soliloquio interminable que invita
a leer placenteramente y a ratos cruzar la calle. Más allá
del asunto, de las pesquisas, de las hermosas e inverosímiles
mujeres, al leer a Díaz Eterovic nos enfrentamos a una narrativa
limpia y poética, apasionada dentro de su desasosiego, al desarrollo
profundo de un personaje que encarna una sensibilidad en vías
de extinción.