MARTA
COLVIN: EL IMAGINARIO TELÚRICO DE AMÉRICA
Por
Rodolfo Hlousek Astudillo
Pletórico
y emotivo resultó ser la conmemoración de los 100 años del
nacimiento de la escultora Marta Colvin en la sala Schäfer, salón
de conferencias del centro de Extensión de Universidad del Bío Bío,
Chillán. Esta vez el esfuerzo recayó en la Ilustre Municipalidad
de Chillán, Universidad del Bío-Bío y el flamante Consejo
Provincial de la Cultura de Ñuble, quienes ofrecieron a la comunidad un
simposio que llevó por título: "Marta
Colvin: Fuerza y Expresión", cuyo mérito es
de agradecer a los académicos Humberto Soto, escultor y académico
de la Universidad de Concepción; Rodrigo Vera, profesor y artista visual.
Y de modo especial quisiéramos felicitar a la maestra y ensayista Margarita
Schultz, activa forjadora de estudiantes de artes visuales de las universidades
de Chile.
Los tres conferencistas, cada uno con su particular modo de relación
con la Maestra homenajeada -Marta Colvin Andrade, (nacida hace un siglo en la
ciudad de Chillán, el 22 de junio del 1907)- hizo que la audiencia estuviera
concentrada en los documentos expuestos. Por ejemplo fue de vasta claridad la
lectura del artista Humberto Soto, quien habló desde la generación
de estudiantes de Marta Colvin, parafraseo: Marta Colvin subrayó en la
pasión. Decía ser que somos creadores y transformadores. Por eso
impuso la ciencia; la vida entera a la escultura. Todo por cierto en un contexto
vertiginoso, vividos bajo el influjo de Europa y Norteamérica. El académico
Humberto Soto hizo una relación epocal de los escultores que fueron forjando
la escultura en Chile: Nicanor Plaza, Virginio Arias, Ernesto Concha, Rebeca Matte,
entre otros nombres del empuje de la materia.
La presentación de
Rodrigo Vera fue de un recurso didáctico exquisito. Como catalogador de
obras de la Universidad de Chile se hizo acompañar de cajas de diapositivas;
así también del recurso tecnológico del momento, la web,
y un documento entrañable para la historia: el certificado de nacimiento
de Marta Colvin. Este papel civil refuta las investigaciones anteriores sobre
el origen de la artista, el erróneo año 1915. Sin embargo un error
que anoche se hizo público. Esa es la intención de Rodrigo Vera,
hilar en Chillán un imaginario centrado en la investigación para
la comunidad y su patrimonio.
El análisis de Rodrigo no fue gracias
al empleo del pronombre nosotros, sino al yo, - así lo transparentó
posteriormente Margarita Schultz, un asertivo comentario -. Vera a través
de su investigación en terreno hizo un desplazamiento hacia él,
y a su aldea natal, Chillán. Con herramientas dispuestas por la filosofía
contemporánea, la historia, y las artes visuales de hoy, Rodrigo infirió,
a través del antropólogo Marc Auge, el lugar de la escultora. En
la obra de Colvin se reafirma la identidad, la historia y la relación con
el imaginario de América. Marta Orelia Colvin Andrade se hizo sentir en
Europa como una escultora telúrica, andina, a través de los viajes,
la mirada, los temas, y por supuesto, los materiales.
Asimismo Margarita
Schultz conmovió, puesto que no sólo conoció a la artista
personalmente, sino también tuvo que realizar una investigación
de su obra, libro titulado: "Obra Escultórica De Marta Colvin, La
Rosa De Los Vientos" (Editorial Hacheppe, Chile, 1993). Y como declaró
anoche, "ingresé al mundo del Colvin no con la búsqueda de
datos duros, sino a través de un simple y hondo poema". Este libro
fue hecho de modo conjunto con el fotógrafo Luis Poirot.
Margarita
Schultz hizo sentir la pasión de la escultora por la libertad y la abstracción
de una artista consagrada para América, dentro y fuera del continente,
porque advirtió la riqueza que tenemos alrededor. Quizás cabe recordar
la experiencia que tuvo Margarita en la playa de Constitución donde observó
un roquerío que señaló poéticamente como las rocas
de Colvin.
Por último Marta Colvin es un referente de trabajo, libertad,
sensibilidad y arte. La escultura es la ciencia de la eternidad, señaló
la artista, "la Colvinizadora del mundo", como la llamó Pablo
Neruda.