... Dos
situaciones literarias ineludibles envuelven las narraciones de
Carolina Rivas: el cultivo enfático del género narrativo "cuento
corto" y el surgimiento de una literatura "liberacionista" de la
mujer.
... No
es, por cierto, coincidencia, que en años recién pasados, en nuestro
país, el cuento -esa expresión cultural tan latinoamericana- reforzara
su brevedad. Para entonces, la conversación tenía un caracter
proscrito, conspirativo; el comentario, o el comentario de pasillo,
tan vicioso en e´pocas parlamentarias y que le había otorgado un selo
a la vida cotidiana chilena, se redujo a una gramática de guiños. En
esa atmósfera desprovista de libertad de expresión, el cuento corto
sorbe su caldo de cultivo. Si había algo, no sé si digno, pero que
debía ser contado, la urgencia y la necesidad lo urden a la carrera y
lo comunican lacónicamente. Porque la vida sigue o no sigue. Jorge
Edwards, meditando acerca del cuento (1) se refiere a esta inseguridad
temporal: el tiempo se escurre y no es aliado del hombre
latinoamericano.
... A
su vez, la mujer chilena, incorpora esta inseguridad temporal al resto
de sus inseguridades. Sin embargo, paradojalmente, son en estos años
de dictadura y opresión social, cuando ella adquiere voces para
reclamar de sí misma o de lo que se ha llamado lo otro del
hombre. Superado el sufragismo, el sexismo ha puesto en circulación
otra buena cantidad de heterogéneos discursos reivindicativos en
tiempos de derrota de la clase obrera, dando a conocer a situación de
este nuevo y numeroso proletariado. Con todo, la mujer en Chile, no ha
podido dar a conocer bien, significativamente, su impresión del
mundo.
... Los
cuentos de Carolina Rivas lo intentan. Afectos a la brevedad y al
idioma del taller, transparentan la urgencia de las hablantes y las
premuras con que la narración va arrastrando sin reparos formales
literarios, un sustrato femenino dolorido que salta. Construidos más
acá o más allá de los derechos de la mujer, en la intimidad mujer,
desde esa isla avanzan al mundo y hacia el hombre.
...
Para Amarte
Mejor, título del libro que parodia el cuento del lobo y su
cantilena, `Para comerte mejor' , y aunque en nuestro lenguaje también
pueden ser traducidas las palabras del lobo como 'para amarte mejor'
en el sentido de que la mujer es un manjar para el hombre, el título
-enunciación femenina- compendia el deseo que atraviesa el libro:
hacer entendible a la mujer, inteligible al mundo y recortar la figura
del hombre chileno.
...
Independientes de su condición social, las mujeres de estos cuentos
están ligadas a la lectura y a la escritura; sus vidas, como en un
renacimiento, son comprendidas a través de la metáfora del libro. En
el breve espacio de que disponen, son capítulos, hojas, párrafos,
cartas, etc. Las mujeres se borronean; recordar para ellas es leerse y
aquella operación las deja manchadas de tinta. La obsesión por las
palabras, símbolos de cultura, las empuja a veces a perderse en el
lenguaje, en el espejo, o en la vida que las desorienta.
...
Meritoria es sin duda la idea de superación de la unilateralidad
femenina en la estructuración del libro; establecer el campo amoroso
como campo básico de relación ("Los amores de ellas", "Los amores de
ellos") y luego un contracampo odioso y asexuado ("Los que no tienen
nada") porque es en ese tablero donde los personajes se escorzarán
para mostrar sus historias que comprometen nuestra
idiosincracia.
* . * . *
.*
CAROLINA
RIVAS entiende el cuento como respiración, como disparo entre
los ojos, como puntada de encaje. Lo justo y necesario antes
que el ornamento, el gesto preciso antes que el precioso. Son
cuentos portátiles, para leer por teléfono, para iniciar una
conversación, para dejar un hueco en la mente donde las
palabras construyen espacios secretos.
Bienvenidos a estos cuentos de paredes desnudas y
exactos golpes de luz. Bienvenidos a la única frase dicha que
cambió la vida. Una sola palabra, dicen, bastará para
sanarnos. Carolina Rivas está buscando ese texto. La palabra
única. El cuentoma.
Hay que
leerla. Respirando en voz alta. A una distancia de unos
treinta centímetros del otro, la otra. Como gotas. Hay que
beberla.
Marco Antonio de la
Parra
(de la
contratapa)
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