.......... Ella aparece un día,
muerta de miedo sobre la vereda. El cuerpo endureciéndose a cada
minuto, el rostro transparente, casi celeste mirando todo lo que la
sepulta. Ella murió y el miedo se le escapa por la sien derecha
ensuciándo con una mancha oscura un par de baldosas, y un mechón largo
de pelo.
.......... Ella está mirando
hacia arriba y nadie se acerca para cerrarle los párpados. Columnas de
piernas aceleradas desvían un par de metros el paso y miran en línea
recta hacia delante. No la ven deshaciendo sus huesos bajo el sol;
tendrá que evaporarse o dejar que el calor le funda el cuerpo estrecho
contra el pavimento.
.......... En su
mente, justo detrás de las cuencas, todos los que habitaban en ella
están quietos. Ahí, enorme, se extiende un telón, un espacio en blanco
donde su último pensamiento quedó suspendido... ahí espera a alguien
que fue llamado por ella antes de morir, uno al que quiso abrazar
antes de apretar el gatillo, un par de ojos oscuros que no la miran,
(que se miran a sí mismos dentro de la retina de ella).
.......... Antes de decir adiós, cerró los ojos y
abrazó al hombre con dificultad, se estiró más allá de sus fuerzas
para alcanzarlo. Se mantuvo así unos instantes y sintió las manos de
él que la sostenían. Ella quiso decirle que iba a morir... imaginó la
indolencia con que él escucharía las tres palabras dichas casi en
susurro.
.......... La mujer sumergida
hasta el fondo de su inconciencia, alcanzó a sentir cómo el cuerpo le
latía y el ruido la llenó de placer.
... .. ...
Muy despacio descendió desde su sueño y sonrió.
.......... Con cuidado, recogió la imagen fija en
su piel para sepultarla luego en el lado triste de sus ojos; se
deshizo de él que seguía mirando hacia adelante.
.......... Disparó, y la bala pequeña fue
atravesando sin obstáculo a lo ancho de su frente, abriéndole paso a
todos los otros que todavía vivían adentro de ella, dejándoles libre
la salida.
.......... El hombre que
permanecía atrapado en la retina, trató en vano de escabullirse con
ellos, pero no pudo... una débil cortina de agua le impidió el
paso.
.......... La mañana estaba
abriéndose recién cuando ella terminó de morir. Lo hizo sin ruido, sin
llamar la tención. Un cadáver bello que estaba al paso; una escultura
colocada por error en el museo equivocado.
......... Así permanecieron muchas horas, hasta
que una sombra se detuvo al lado del único cuerpo muerto de trsiteza
sobre la vereda, y, sin ceremonia alguna, le bajó los
párpados.
Dama en el
Jardín
Carolina
Rivas
Editorial Alfaguara. marzo
2001