Con
Dama en el jardín, Carolina Rivas hace una nueva apuesta al cuento,
género en el que comenzó a formarse durante su adolescencia en
Argentina.
por María Teresa
Cárdenas
..... Diez años transcurrieron
antes de que la meticulosa Carolina Rivas (1961) diera por concluido
un nuevo libro. Sin embargo, a la hora de publicar, tenía claro que si
no despertaba el interés de una editorial, encontraría el cajón
adecuado para guardar lo escrito. Una tiene su pequeña dignidad
-aclara divertida- ; mal que mal, yo ya llevaba varios años en
esto.
..... Y es cierto. Peleándoles el
tiempo a sus actividades paraliterarias, los cuentos han ido surgiendo
sin tregua desde principios de los ochenta. Así, en 1990, llegó a
conformar su primer volumen, Para amarte mejor, propiciado,
craneado y obligado por la Pía Barros.
..... Su premio en el concurso José Donoso en 1995 - por Segundas
partes- , así como la participación en varias antologías -
Relatos y resacas, Salidas de madre, Voces de
eros...- le dieron ánimo y ciertos indicios para ir armando su
Dama en el jardín, conjunto de veinte relatos que se inicia con
el de título homónimo.
.....
Chilena, aunque
radicada en Buenos Aires hasta los 18 años, trabaja como productora
ejecutiva en el Consejo Nacional del Libro y la Lectura y realiza
talleres literarios tanto en su casa - desde hace quince años- como en
la Penitenciaría de Santiago, a partir de 1999.
- ¿Por qué su predilección
por el cuento?
- Es un género que me fascina, me siento cómoda y siempre es un
desafío. Hay autores, sobre todo los norteamericanos, que se prueban
primero en el cuento y después entran en la novela. Yo estoy siguiendo
esa receta. Recién ahora me doy permiso para pensar en el largo
aliento.
- ¿Siente alguna obligación de escribir
novela?
- Este país no tiene cultura de cuento ni menos de novela
breve. Es decir, se las permitió Adolfo Couve, pero hay grandes
escritores extranjeros que exploran ese género. En este momento, los
libros se dividen entre el ensayo, incluyendo en esa categoría desde
el Jurel tipo salmón, hasta los consejos del padre Ferrari o
una investigación periodística, y la novela. El cuento es como la
licencia que se da el escritor mientras está terminando una novela;
para que no se olviden de él, de taquito manda un libro de cuentos.
Pero escribir cuento es muy difícil...
- ¿Cuáles han sido sus
referentes más claros en ese sentido?
- Uf, hay tantos. A mí el
tema de la Cuenca del Plata me afectó mucho. Está Mujica Laínez, que
me lo he leído entero; Arlt, Sábato, Abelardo Castillo..., y en los
últimos quince años, Giardinelli, que me parece un maestro eximio del
cuento. Para qué voy a nombrar a Cortázar o a Borges... Pero hay
otros: Kawabata, por ejemplo, alguien que voy a releer siempre por la
belleza extraordinaria de lenguaje; lo mismo la Yourcenar, que me
conmueve por todos los flancos, por lo intelectual, por su erudición,
por su delicadeza para escribir. Hay muchos pellizcos de distintos
autores... También del género fantástico.
- ¿Y qué
acercamiento ha tenido a María Luisa Bombal?
- Cuando la leí por primera
vez caí en éxtasis, yo venía llena de Cortázares, Borges, autores
alemanes... pero cayó la Bombal en mis manos y levité; me enamoré
profundamente de sus textos. La capacidad de generar atmósferas y
sensaciones era lejos lo más brillante que había leído... Es de una
veracidad dentro de lo mágico, que a mí me da envidia. Es decir,
llegar a escribir una frase como ella sería lo
máximo.
- Varios de sus cuentos están narrados por una voz masculina,
¿a qué se debe esta elección?
- Cuando gané el concurso
José Donoso me quedó dando vueltas la frase de la persona que me
comunicó el premio: que al abrir el sobre, el jurado casi se había ido
de espaldas porque nunca pensaron que el cuento estaba escrito por una
mujer. El tema de la voz narrativa masculina entonces me empezó a
interesar, me gustó el desafío. ¡Bah!, se supone que a una que es tan
femenina, como te dicen de repente, escribiendo desde los pantalones
le va mejor. Como una especie de George Sand.
- ¿Un ejercicio
feminista?
- No. Tenía que ver con algo mío, con lograr construir frases
que por su sustancia literaria pudieran estar puestas en la boca de un
hombre, pero que también vinieran de la reflexión de un hombre.
Recurrí mucho a los grandes amigos que he tenido en la vida.
-
¿De dónde surgen sus cuentos?
- De una palabra. Algo que
escucho durante el día, una frase cualquiera, que me da vueltas. Por
ejemplo, el primer cuento parte con la frase Yo a usted la voy a
convertir en un cuento. Fue porque alguien dijo: Claro, ustedes
las mujeres que escriben después a uno lo terminan transformando en un
cuento. El cuento estaba en alguna parte, se fue metiendo y confieso
que no tenía idea para dónde iba.
- ¿Por qué le interesó el
tema de la diferencia de edad en la pareja en cuentos como Clementina
y Mariana?
- ¿Por qué hombres mayores enamorados de mujeres menores? Mi
papá era más de veinte años mayor que mi mamá; y yo siempre he
admirado a los viejos. Me encanta escucharlos, conversar con ellos.
Los entiendo, porque me crié entre viejos: los primeros años de mi
vida viví con mis bisabuelos.
- Para amarte mejor y
Puertas adentro, por otra parte, revelan la pérdida de una mirada
ingenua sobre el mundo debido al aprendizaje a través de la
lectura.
- Bueno, es que ese tema me parece fascinante. Yo nunca he
estudiado literatura, soy absolutamente autodidacta; lo que he
estudiado son todos los libros que he leído. También tiene que ver con
lo cotidiano, a cierta altura de la vida separas el mundo en dos
partes: la gente con la que puedes conversar y con la que no puedes.
El lenguaje restringe al ser humano dramáticamente a ser o no ser algo
en la vida. Y la persona que puede expresarse, sin duda, va a llegar
muchísimo más lejos. Cuando se aprende a leer y el lenguaje está ahí
no para saber qué es lo que dice la etiqueta o la caja del puré, sino
para mostrarte el mundo entero, es el mundo el que llega a ti. Pero el
corolario, en el segundo cuento, es que no por mucho saber voy a ser
más feliz.
- ¿Cómo trabajó temas tan fuertes como la violación con
imágenes casi impresionistas?
- Yo tengo un tremendo
respeto y cariño por el lenguaje y también una necesidad muy fuerte de
lo estético. Hay que buscar las palabras al servicio de lo que estás
contando, pero al mismo tiempo yo trato de descubrir la belleza, por
más tremendo que sea lo que estoy narrando. Creo que el cuerpo del
hombre y de la mujer merecen respeto; todos sabemos lo que tiene cada
uno, no se trata de dar clases de anatomía.
- En Cuestión de
práctica la figura central es una madre modelo. ¿Le ha penado esa
imagen?
- Hay muchas personas que me ayudaron a construir ese
personaje. Por supuesto, mi mamá: ella nació poniendo cada cosa en su
lugar, es la reina del orden. Es muy estricta, muy severa. Creo que la
fuerza de esta mamá sobresale ante la fragilidad de la hija que narra.
Pero aquí también está el afecto, el de
madre-hija.
- A su padre, en cambio, le dedica el
libro.
- Lo de ser la hija de Juan tiene su sentido, no es un juego de
palabras. Aparte de los ojos y otros rasgos, creo que me heredó ir por
la vida siendo su hija. Y también a través de él hay un homenaje a los
hombres, hay mucho cariño en mis personajes masculinos, incluso en su
debilidad.