|
A tres pasos Cuento
pues nos dais vestido nuevo, Rey
celestial, librad de la mala gente este sayal.
Teresa
de Ávila
..... ..... Cónclave en el salón a las
seis de la tarde. La familia se desgrana desde los rincones de la casa
y redondamente va tomando su lugar entre los muebles de madera negra.
Mamamú en el sillón de respaldo recto que era del abuelo, los tíos
Germán y Gastón apoyados cerca del samovar, mis tías las gemelas se
sientan en el Tú y yo tapizado de seda verde de la China. Un poco
lejos quizá, pero de manera estratégica me siento sobre el taburete de
palo de rosa. Mi tío el tonto asoma desde atrás de la cortina y me
hace muecas con el bigote angosto que se ha dejado crecer a lo
Chaplin. Alguien dice que cerremos las ventanas porque está
refrescando, pero Mamamú hace un gesto con la mano izquierda, la del
anillo de brillantes grandes y dice que por ningún motivo porque nos
vamos a asfixiar igual. Mi tío Germán confirma que ha descolgado el
teléfono como ella pidió y que las puertas que separan las
dependencias de servicio con el resto de la casa están cerradas.
Mamamú lo mira con agradecimiento y cuenta por el aire para confirmar
que no falte nadie. En ese momento mi madre entra rápido arreglándose
el pelo suelto y con un movimiento que casi es una venia ocupa el
sillón, justo detrás mío. .......... Mi
abuela no la mira. Yo estiro la mano y toco el pie de mi mamá
haciéndole cosquillas y ella me da una patadita y me susurra al oído
que la corte, que no llame la atención. Mamamú está a punto de
hablar. .......... "Queridos míos", dice
y parece que la palabra queridos está subrayada porque la pronuncia
despacio y muy seria, "como ustedes se habrán dado cuenta, esto está
pasando de castaño oscuro", y agrega: "tenemos que tomar una decisión
sobre el asunto". .......... Silencio.
Veo como mi familia se mira entre sí y luego bajan la vista. Como
nadie dice nada, decido pregntar por qué están todos tan preocupados,
pero mi mamá me agarra del cuello y me acerca a sus piernas. Nadie se
da cuenta porque es justo cuando mis tías las gemelas se ponen pálidas
al mismo tiempo y se persignan, se abrazan, gimotean, se separan y se
vuelven a persignar. Mi tío Gastón va a intervenir, pero mi tío el
tonto está tirando de la cortina y cruza las piernas muy rápido como
cuando quiere ir al baño. Mi tío Gastón lo mira furioso y le grita:
"Sosiégate idiota, que estamos por resolver de una vez por todas esta
historia. Disculpe usted, madre", añade y mientras se apreta más
todavía el nudo de la corbata le informa: "La Mercedes ya está de
nuevo ahí". .......... Yo quiero opinar
que no entiendo tanta preocupación. Que la Menche está rezando tanto
estos últimos días a nadie le había interesado antes. Será tal vez el
asunto del palto, pero cualquiera puede ver lo que quiera en sus ratos
libres. Yo le pregunté una vez qué era lo que veía y ella me dijo que
conversaba con los ángeles y que ellos eran iguales a mí y que
mandaban saludos a todos los que se portaban bien sobre esta tierra.
Pero no puedo opinar porque mamá me vuelve a agarrar del cuello como
presintiendo todo lo que pienso y me arrincona más todavía entre sus
rodillas. "Hemos considerado llamar a las fuerzas policiales pero
queremos consultarlo antes con usted", continúa mi tío Gastón. "La
situación, tal como usted dice, ya ha pasado a mayores y el rumor ha
llegado casi hasta la capital. ¡Imagínense por un momento lo que esto
puede provocar, mi Dios!". El tío dice esta última frase como si
estuviera en un escenario, mueve los brazos y la corbata se le tuerce
para siempre. "¡Ustedes son las responsables de todo esto!", dice
mirando fijamente a mis tías las gemelas, "¡beatas y lengüilargas!".
Leonor y Luisita se abrazan en el Tú y yo y ahora lloran desconsoladas
cabeza contra cabeza. Desde afuera llega la brisa de la tarde cargada
de jazmines y avemarías lejanos. Alguien toca en una armónica Con
flores a María y casi se podría decir que la melodía es tarareada
por la familia toda en un susurro. Interrumpe el momento mi tío Gaspar
-que es muy tímido- y que después de toser dos veces dice: "Madre, si
usted me permite dar mi opinión, el problema es que es verdad. Yo la
he visto elevarse casi una cuarta del suelo. Ayer no más, cuando con
Luisita la mirábamos rezar en el jardín, ella..." .......... "Cállate imbécil", le dice mi abuela y
golpea con el bastón contra el suelo. "El que seas ingeniero de
Lovaina no te autoriza a repetir por ningún motivo semejante herejía.
Ninguno de ustedes ha visto nada anormal en esta casa jamás. Acá nadie
ha volado salvo cuando yo necesito algo. Somos una familia como
cualquiera y el caso de la Mercedes es cosa de alucinaciones de
ustedes, pobres de espíritu, pobres hijos míos. ¡Saquen esa criatura
por favor!" dice, como dándose recién cuenta de que estoy aquí, y mira
a mi mamá que está dándole vueltas y vueltas a su pañuelo de encaje
mientras me apreta con las rodillas. "¡ Lo que pensará esta inocente
de las miserias de sus parientes! ¡Qué salga inmediatamente del
salón!", continúa ahora mirando fijo a mi mamá que se ha levantado y
me tira del brazo, pero sin que duela. .......... "María Jesús, ¡cómo puedes permitir
que la niña escuche estas cosas!", reprocha mi abuela indignada y no
alcanzo a escuchar más porque salimos por el pasillo a perdernos de
los gritos, mi mamá vestida de celeste y yo de blanco, corriendo hasta
llegar al jardín donde están los otros. .......... "Recemos nosotras también", propone mi
mamá y nos acercamos hasta la glorieta donde está la Merceditas
arrodillada, con los ojos fijos en el palto desde hace una hora. Yo no
sé cómo hace para no cansarse de tanto estar quieta, pero mi mamá me
dice que es porque ha trabajado tanto la pobre durante su vida que ya
no siente y le creo. "Rece mejor, y no pregunte más mijita", me pide y
se hunde en un "avemaría purísima sin pecado concebida" del que me
cuelgo obediente. Pero me aburro. Al poco rato me deslizo entre los
jazmines hasta quedar justo debajo de la ventana abierta donde se
escucha clarísimo de lo que siguen hablando. Veo como la mitad
izquierda de mi tío el tonto está del lado de adentro de la cortina,
es decir, para el lado en que yo lo veo, y se mueve mucho. Yo creo que
está por hacerse encima y nadie se da cuenta ni lo ayuda. Mi tío
Gaspar dice que en el pueblo están organizado una romería para el
domingo y que el párroco no recibe a nadie desde hace una semana.
Habln dee scribir una carta al arzobispado, mi tío Gastón nombra al
cardenal, pero me pirdo la frase porque mi abuela los hace callar a
todos con otro grito que me aturde y corro a sumarme al tercer
misterio gozoso que ya ha empezado. Mientras hago como que rezo,
pienso que mis tías deben estar acongojadísimas de no participar de
ste rosario frente al palto donde los ángeles se le aparecen a la
Merceditas todas las tardes. Pienso también que todo esto es muy
complicado porque antes porque antes hasta la virgen también se le
aparecía y no pasaba nada. Yo la vi muchas veces arrodillada rezando
con el rosario de pétalos de rosa que le trajo Mamamú esa vez que fue
a Roma, siempre en el mismo lugar, el peldaño de mármol donde empieza
la glorieta. Pero ella después se lo guardaba en el bolsillo y seguía
haciendo sus cosas y no se hablaba más. Yo sé que fue mi tío el tonto
el que se puso nervioso cuando una tarde la estaba buscando para que
lo ayudara con el cierre del pantalón que siempre se le atasca y entró
a la pieza de mi tía Leonor donde la Merceditas estaba hacindo la
cama. Parece que ella volaba un poco porque las sábanas son muy anchas
y daba unos saltos extraños mientras cantaba con esa voz de pianola
vieja que tiene. En un instante la cama estaba tendida y mi tío se
quedó mirándola tan asustado que se subió solo el cierre y salió
corriendo. Cuando le conté a mi mamá lo que me había contado mi tío,
ella se rió mucho y me dijo que era cierto que la Merceditas volaba y
que ella la había visto muchas veces cuando era chica como yo. Me
explicó que ella nos quería tanto que a veces, de puro amor y por
apurarse con tanto trabajo que tenía, Dios le daba una
ayudita. .......... Pero mi mamá no debe
acordarse de esas cosas porque está rezando con los ojos muy cerrados
y ni siquiera ha ordenado el vestido que se le está poniendo verde con
el pasto. Me pongo cerca de ella y trato también de rezar para no
escuchar los gritos de Mamamú que ya me están asustando, pero no me
puedo concentrar y me acerco despacio a la Menche, como le digo yo,
que está tiesa con el rosario entre los dedos, los ojos abiertos y tan
ida que no se da cuenta de que estoy al lado de ella. Al otro lado de
la reja, hay varias personas rezando también. Hay una señora que he
visto en misa muchas veces y están las Salazar, todas juntas ordenadas
de mayor a menor las tres con esos sombreros horribles. Yo no tengo
permiso para jugar con ellas porque Mamamú dice que son el producto de
una relación perniciosa, pero las miro porque son todas como iguales y
rezan también con los ojos en blanco y seguro que no saben que son
perniciosas o lo que sea que signifique esa palabra. En total alcanzo
a contar dieciocho personas del otro lado de la reja, todas de
rodillas mirando hacia el palto, todas esperando el momento en que la
Menche se eleve una cuarta del suelo -afirman- y converse con la
virgen -a solas-. Pero ella sigue, reza que te reza, como si nada y
todos nos quedamos quietos, como esperando a que alguien vea algo y lo
grite para avisar. Cuando llegamos al último misterio y empieza a
refrescar, Amamú se asoma por la ventana y grita: "¡Mercedes!". Es
como si hubiera aparecido Dios padre porque todo el mundo lanza un
alarido tremendo y la Menche se mira el reloj pulsera. Es como si solo
la viera a ella y no existiéramos ninguno de los presentes porque le
contesta al tiro: "Perdone usté misiá Romelia, se me fue la hora acá
en la oración. Al tiro le sirvo su té", y se levanta tan rápido que el
delantal queda abandonado, solo sobre la piedra blanca, mientras corre
torpemente para desaparecer por la puerta de servicio. Mamamú se queda
en la ventana mirando con esos ojos que pone cuando está furiosa, a
toda la gente que está todavía al otro lado de la reja. Creo que
también los está contando como yo porque los mira a cada uno y después
mira hacia el palto, mueve la cabeza de un lado para el otro y alcanzo
a ver que se persigna. .......... Poco a
poco la gente se levanta y comienzan a caminar hacia el pueblo entre
murmullos y salves cada vez más lejanos. Unos pocos quedan rezagados y
miran el palto como despidiéndose hasta mañana. Mamamú ha cerrado la
ventana y la cortina también. Me imagino que la Menche ya le ha
llevado su bandeja con el té y los scones. .......... Cuando estamos por entrar mi mamá y
yo, la puerta principal se abre y salen en silencio mis tías las
gemelas y mi tío el tonto. Un poco más atrás se asoma el tío Gaspar
tosiendo lo más despacio que puede. En fila india se acercan a
nosotras y nos arrastran de nuevo hasta el peldaño. Todos nos quedamos
quietos haciéndole caso a mi tía Luisita que está con el dedo sobre la
boca susurando "shhiitt, no digan nada". Mi mamá me abraza fuerte y
después se arrodila de nuevo. Mi tío Gaspar toma de la mano a la tía
Luisita, mi tia Leonor saca su rosario de ojos de tigre y empezamos de
nuevo. Mi tío el tonto se ha quedado a un costado y mira fijo el
delantal blanco de la Menche que sigue en el suelo. Sinque nadie pueda
evitarlo, se lanza y lo toma entre las manos y lo besa muchas veces.
El murmullo de nuestra oración crece y eleva un "salve reina y madre
de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra...". Yo me acerco
hasta mi tío que está a solo tres pasos, haciéndose pipí por fin, y
trato de sujetarlo de la chaqueta porque está a punto de elevarse,
pero no alcanzo. Ya ha puesto los ojos en blanco, se ríe igual que
Chaplín, da un salto enorme y se eleva, mucho más alto que un cuarta,
envuelto en el delantal a perderse por la gracia y fe de la Menche
para siempre.
Carolina Rivas nació en Chile en 1961.
Durante su adolescencia residio en Buenos Aires. Por varios
años formó parte del taller de Pía Barros. Sus cuentos han
sido incluidos en las siguientes antologías: Salidas de
madre, Relatos y rescas, Voces de Eros, Antología del cuento
chileno contemporáneo y Hielo y otros cuentos
(Alfaguara, 1999). Además, algunos de sus textos han aparecido
en revistas argentinas y holandesas. En 1990, publicó el libro
de cuentos Para amarte mejor. En 1995 ganó el concurso
José Donoso con el cuento Segundas partes. Desde 1989,
dirige el taller literario La Maga y a partir de 1999 también
imparte talleres en la penitenciaría de Santiago. Ha sido
jurado en numerosos concursos literarios. Su segundo conjunto
de cuentos se titula Dama en el jardin (Alfaguara,
2001) Dr. Marco Antonio de la Parra nació en Chile
en 1952. En 1976 se tituló como médico cirujano. Se
especializó en psiquiatría de adultos en la Universidad de
Chile. Ejerce como psicoterapeuta de adultos. Es profesor del
ICHPA (Instituto Chileno de Psicoterapia Analítica) y miembro
de número de la Academia Chilena de Bellas Artes del Instituto
de Chile. Escritor y dramaturgo, ha actuado y dirigido algunas
de sus piezas como amateur y como profesional. Además,
fue crítico de televisión entre 1994 y 1998 y agregado
cultural de la Embajada de Chile en España desde 1991 a
1993.
|
Histeria
..... La
histeria es la enfermedad de la verdad y la mentira
simultáneas, en ella toda enfermedad simulada, muestra y
oculta, seduce. Separa lo inseparable, es capaz de expresar
permanentemente el conflicto entre el deseo y la realidad.
Paraliza el brazo que golpea, ciega los ojos que quieren ver,
enmudece la garganta que diría la verdad. Escenográfica,
simbólica, icónica, es la madre del psicoanálisis y la señora
de todas las neurosis. ... Ya sea en su vertiente
disociativa, desconociéndose a sí misma, o su vertiente
conversiva, comprometiendo funciones corporales sin
perturbaciones anatómicas o fisiológicas que le dan sustento,
siempre está queriendo ser vista, ser leída y, al mismo
tiempo, borrar su responsabilidad en tal queja. ... Suele,
así distinguirse por los beneficios que tal queja obtiene o
esa deliciosa actitud frente al propio relato de sus
molestias, novelesca siempre, que los franceses llamaron la
belle indiference. Ahora casi no se ve, solo en siuacione
extremas, estratos más bajos o daos orgánicos cerebrales que
hacen funcionar más regresivamente al paciente. No nos han
abandonado como rasgos de carácter, erotizando hasta el aire,
turbulentas, llenando de conflicto la vida misma, convirtiendo
la angustia siempre en una escena.
|
en Historias de
mentes Editorial
Alfaguara agosto de 2001 Este libro
buscó unir psiquiatría y literatura: dos disciplinas regidas por la
mente y el lenguaje. La psiquiatría fue el dínamo que generó la
energía creativa. La literatura, en tanto, tuvo como misión crear
una historia en torno a una patología designada previamente. Así
nacieron estas historias que se sumergen en lo más profundo del
cerebro humano, ficciones que están unidas a nuestro ser como la
razón y la locura.
|