Prólogo
"Mariposas
Negras" de Daniela Pérez-Valdés
(Calíope
Ediciones, 2006)
Por
Reinaldo Edmundo Marchant
Daniela
Pérez-Valdés (Rancagua, 1986), acaba de publicar su primera novela,
"Mariposas Negras", Calíope Ediciones, 2006, en una cuidada y
bien presentada edición. Pocos son los casos en el mundo, máxime
en la narrativa, que comienzan tempranamente dando a conocer sus creaciones. Este
real antecedente llama al interés de adentrarse en este libro, que nos
recibe con un
sugerente epígrafe: "Se viste de luto esa tarde y la gente no entiende
por qué esa mariposa llora tanto...".
Hace un tiempo, pude conocer
las creaciones de la joven escritora. Recuerdo que mi primera impresión,
al leer sus cuentos, fue ese extraño develamiento que, por fortuna, sucede
de cuando en cuando: que estaba frente una genuina escritora, por el vislumbre
de su escritura, la pulcra economía de su lenguaje, las posibilidades expresivas
de las palabras que, de forma inevitable, traían a la memoria los alucinantes
mundos de María Luisa Bombal, aunque claramente desde ya se notaba impronta
propia de alguien que, con estilo particular, cincelaba sus creaciones.
Sin
embargo, insisto, por sobre todo aquello, lo que más llamó mi atención
fue esos mundos que había en su escritura, acaso en su vida, que la hacían
distinta al común de los mortales, y que, no tengo dudas, la harán
perseverar en este oficio solitario de la escritura, donde parece pertenecer desde
siempre y donde transcurrirá su vida sin persiste en este cada vez menos
noble oficio.
Sí, Daniela Pérez-Valdés tiene un talento
poco común, siente la creación en forma de música, de silencio,
de esa necesaria obsesión, ironía, y una tenue tragedia que deslindan
sus personajes oníricos, que son de tanto en tanto mariposas oscuras pero
también multicolores.
Hay en ella ángeles y demonios, que
encarna en una galería de personajes juveniles y adultos, en un juego lúdico,
que en lo sucesivo ensueñan y alucinan en la frontera de la razón,
se desmarcan de la realidad material para entrar a los laberintos del alma, oscuridad
donde la promisoria escritora se mueve con soltura de oficio, y echa a volar las
mariposas, que nunca, a decir verdad, son negras, sino hasta transparentes, como
figuran en la portada de su primera obra literaria.
En esta selva del inconsciente,
que a ratos estremecen, pululan personajes que, en vez de hacernos sentir rechazo,
nos conmueven con un elevado placer, con un goce enorme de estar descubriendo
a una escritora nueva, de verdad, que se pasea con historias fascinantes, fuente
de sueños y realidad, simbiosis de magia y sentimientos, que ayudan a transitar
por bosques y paisajes celestes, que revolotean en habitaciones y espacios que
se sienten, que palpitan como lenguas de un volcán.
La narrativa
de Pérez-Valdés es numinosa, cargada de vibraciones y fuerza psíquica.
La autora, comienza su camino en un universo prodigioso, abre las jaulas para
que sus personajes - y ella misma- peregrinen decididos a todo, de espalda a las
tradiciones, y el lector es absorbido por el mundo extraordinario que nos inunda,
quedando adentro de las peripecias, fagocitado por ese lenguaje que, a ratos,
no es de la razón pura, sino de la voz abismal, esa que esperamos y que
nos traslada de manera mágica a una geografía parecida a la de un
sueño, pero que vivimos a la manera de un instante feliz, a través
de un prosa llana, económica, briosa y torrente, que no dejan tiempo para
el aburrimiento.
En esta su primera novela, nadie quedará indiferente.
No sólo por encontrar una excelente historia, que se entrelaza con micro
relatos, que mantienen una perfecta ilación, sino por el asombro de leer
palabras, frases, pensamientos, precozmente lanzados a la atmósfera por
una narradora de manos e imaginación asombrosas, que promete convertirse
en serio personaje de las letras nacionales.
Hay mucha esperanza en la escritura
de Daniela Pérez-Valdés. Hay en su espíritu esa necesaria
e indispensable imaginación, esa fuerza necesaria, propia de aquellos escritores
que vivirán atrapados el resto de sus días creando, sin saber a
ciencia cierta para qué carajos se escribe, sino haciéndolo por
gusto, porque definitivamente no puede vivir si no se sienta frente a la maravillosa
hoja en blanco.
Con "Mariposas Negras", comienza públicamente
la carrera literaria de esta autora joven. La novela es una excelente tarjeta
de presentación, que invita a esperar con ganas sus nuevas producciones
de ficción.