Ángeles
del abismo: Testimonio de una década
César
Gutiérrez Alva
Este es un testimonio
de parte que puede resultar subjetivo e impreciso, pero es eso: Un testimonio
desde la óptica particular de alguien que fue parte de un proceso y tiene
algo que decir como juicio de valor y balance puntual.
Los "Ángeles
del abismo" cumplen con su presencia -en nuestra provincia y sólo
en nuestra provincia- el requisito básico para ser considerados dentro
de la generación de los años 90 en el ámbito de la creación
artística.
En el contexto regional hay una continuidad en la tradición
literaria de casi tres décadas, desde finales de los años 60 hasta
la actualidad. El colectivo artístico
"Ángeles del abismo", por lo tanto, se inscribe dentro de ese
proceso aportando su particular forma de ver el mundo y su interés por
construir un lenguaje o código artístico en consonancia con el tiempo
y las circunstancias que le tocó vivir.
No sería objetivo
hablar de los "Ángeles del abismo" sin hacer referencia a otros
grupos o personas que, de alguna manera, hoy podemos considerar referentes o,
en el mejor de los casos, compañeros de ruta. Porque si hablamos de proceso,
hay que apelar a todas aquellas personas, hechos, eventos y estados anímicos
que coincidieron o se suscitaron para dar origen a una determinada circunstancia
artístico-cultural. Concibo que somos parte de un proceso en el cual está
inmersa mucha más gente de la que habitualmente se cree. Sería miopía
y egoísmo no valorar el aporte y aliento de otras influencias y motivaciones
como: La narrativa de Víctor Borrero, la poesía de los años
80 de Lelis Rebolledo, Róger Santiváñez, la poesía
de José María Gahona, el trabajo literario y el estímulo
de Carmen Arrese, la compañía y complicidad de otros grupos literarios
locales que irrumpieron en los años 90. No podemos hablar de nuestro grupo
sin referirnos a todo lo que fueron las inquietudes artísticas de aquellos
años. Hubo mucha inquietud creadora. José Díaz Sánchez
hace bien al referirse a ese momento como una "eclosión de grupos
y creadores", porque en realidad fue el surgimiento de muchos jóvenes
con inquietudes literarias, pictóricas, políticas; algunos -como
es lógico- ahora sólo recuerdan ese tiempo como de bellas inquietudes,
pero otros, perseveran aún en su convicción y vocación artística.
Y son precisamente estos últimos los que hacen posible este testimonio.
Uno de los eventos más bellos que me tocó vivenciar en Sullana fue
la exposición de literatura que Carmen Arrese monto en el hall contiguo
a la biblioteca de la Municipalidad de Sullana el verano de 1997. Fue bello porque
habían dispuesto -en mesas y paneles verticales- libros, revistas, poemarios,
plaquetas; toda una colección de poesía y narrativa actual. Para
mí fue un hallazgo memorable ver tanta poesía junta y enterarme
que existía gente interesada en difundir literatura. Allí encontré
la plaqueta de poesía angelabísmica "El fósforo insomne"
que se constituyó en la punta de la madeja que tiempo después me
llevó a conocer a los poetas Ricardo Musse, Lelis Rebolledo y Justo Gómez,
a los pintores Luis Ordinola, Martín Mamani, y Antonio Peralta, al narrador
Elber Agurto, a José Díaz Sánchez ya lo había conocido
en Trujillo algunos años antes.
Los miembros de la Estirpe generacional,
como catalogó Ricardo Musse a nuestro grupo constituimos, en su momento,
un grupo de artistas jóvenes vinculados por afinidades etáreas y
amicales que sentimos la necesidad de articular un discurso, una propuesta, una
actitud.
Martín Mamani formuló en una conversación
de amigos que tuvo lugar algún día de finales del año 2 004
una pregunta que creo pertinente abordar aquí: "¿Existen aún
los "Ángeles del abismo?" Pienso que ya no existe como agrupación,
porque el impulso de aglutinación primigenio ya cumplió su ciclo,
puesto que ha tenido lugar una suerte de desbande de varios de sus miembros. Pero
para entender mejor este proceso de dispersión o extinción del grupo
es necesario efectuar un ejercicio retrospectivo.
Hagamos memoria: La génesis
del grupo se remonta al 14 de febrero del 95, día en que se presentó
el fanzine o plaqueta de poesía "Ángeles del abismo" en
un concierto de rock en Piura. Lelis Rebolledo, José Díaz Sánchez
y Jorge Castillo Fan fueron los que publicaron en ese fanzine. En aquel año
se impulsa una actividad artística muy intensa, se suscitan circunstancias
que propician asumir actitudes irreverentes y contestatarias propias de la edad
juvenil.
Para el año 1 998 el grupo estaba diseminado o desarticulado.
Fue a raíz de la muerte del poeta Ricky Jesús Espinoza (abril del
98) que se inicia la segunda etapa vital del grupo. Una suerte de continuidad
y clausura. En esta nueva etapa nos incorporamos Cosme Saavedra, Ramiro Rosas
y yo; pero ya habían marcado irreversible distancia Jorge Castillo Fan
y Martín Mamani.
Entonces, para completar la respuesta a la pregunta
planteada por Martín Mamani , diré que ya no existimos como grupo
porque desde el año 2 003, momento en que algunos nos convertimos en "Ángeles
domésticos" (sarcástica definición de José Díaz)
se registra una segunda y definitiva ruptura entre los miembros del grupo, una
especie de distanciamiento cordial y paulatino deterioro del grupo como núcleo
para el desarrollo de propuestas creativas. Es decir, que ya cumplió su
ciclo y cualquier prolongación de su existencia no pasaría de ser
meramente una construcción artificial.
"Los
Ángeles del abismo": Contexto histórico
Ricardo Musse Carrasco
Puesto
que los artistas comparten el mismo cielo, pertenecer a una estirpe generacional
nos condena a peregrinar en medio de la profunda podredumbre del mundo. Somos
una estirpe sentenciada a la función de resucitar míticas utopías.
A buscarse dentro de sí para reencontrarse con aquello intuido como esencial
e infinito. Pues, no está enjaulado en la finitud de las apariencias el
arte. Absolutamente todo se está autogestionando constantemente de nuevo.
"Aquí donde la función recién empieza. Y no es como
algunos mediocres lo dicen: No. La historia no ha terminado. Está en sus
primeros capítulos…". Aún la humanidad no asciende a la cúspide
existencial. Cómo llegar a ese estado orgiástico, si la felicidad
es atajada por individuos que se revuelcan deliciosamente dentro del estiércol
de sus miserias, violentando nuestros autónomos y testiculares sueños.
Sueños que atesoran una cristiandad del ser. Porque a pesar del frío
deshumanizante evangelizaremos una fluencia y una germinación redentora
para la humanidad:
"Creo
en los ascensos del alma a las raíces
Raíces supremas en tránsito
de luz
Hacia el destino de una lágrima feliz en nuestro
/hallazgo
Cuando esa lluvia fecunda nuestros fondos
Sobre el revés de los témpanos
oscuros
Seremos el latido bilingüe del río y la semilla
Invierno
nos verá nacer
Sobre las hojas muertas de su pecho".
Enjuiciamos, por otra parte, importante que es imperativo fraguar una racionalidad
perceptiva del mundo, procurando exterminar la natural disposición seglar
de creer que unos predestinados -gratuitamente- ofertarán la felicidad.
Pues, la humanidad edifica la creencia de ser visitada por figuras redentoras
capaces de reinaugurar -aplicando sus fórmulas taumatúrgicas- un
reino terrenal de la abundancia donde los hombres vivirán en paz entre
ellos. Y esta racionalidad perceptiva del mundo se argumenta en la necesidad imperiosa
de inmunizarnos contra el síndrome del milenarismo que obnubila y tuerce
la conciencia colectiva, convirtiéndonos en estúpidos creyentes
del Mesías Fujimori y de su escuadrón de discípulos, sumisos
difusores de catecismos neoliberales que dictaminan que el país sólo
progresará en la medida que se acepten, incondicionalmente, las recetas
"humanitarias" del FMI. Es verdad: "El mundo vive una era de cobardía,
oportunismo y entreguismo". Evidentemente que el año mil ha ejercido
una honda fascinación sobre el espíritu humano.
Pasando a
otro punto conflictivo diremos que la burocracia estatal del país tramita
eficazmente un disciplinado y contagioso analfabetismo cultural. No cabe duda
que aquélla es una de las responsables del descontento social actual y
del surgimiento de movimientos subversivos en el Perú. Ya que su liturgia
los convierte en pontífices de la rapiña, insensibles a la problemática
nacional, auspiciando
con su epidemiológica inconciencia un carnaval de deshumanización
y alienación. Pera esto en Latinoamérica no nos debe maravillar:
"América…(es un cuerpo social) con la cabeza en el "penthouse"
y los pies en las villas miserias, los ranchos, las chabolas (y los asentamientos
humanos)… con una sangre infestada, corriendo por las alcantarillas de las venas…"
Y concretamente, el Perú es una sociedad donde nada funciona bien por mucho
tiempo, un proceso que se repite tercamente y que además siempre acaba
mal.
El Perú es un país donde expresar la verdad significa
vivenciar el infierno de la represión, donde implacables verdugos no viven
en paz si no torturan, sazonan, achicharran y fusilan clandestinamente a sus víctimas.
El Perú es un país donde aproximadamente dos millones de peruanos
no saben leer ni escribir, donde más del 58 % de la población infantil
padece desnutrición, donde la debacle del agro afecta a más de siete
millones de peruanos, donde las causas estructurales de la injusticia es denunciada
por una manada de cadáveres. El Perú es un país cuyos gobernantes
matarifes han despedazado su dignidad y soberanía nacional.
15 de abril de 1996.