A propósito de libro “Las orillas del río están llenas de murmullos”
Por Teresa Calderón
La publicación de un libro siempre es una buena nueva, digna de celebración y canto. Y qué pocas veces nos detenemos a pensar en la dedicación profesional a esa obsesión maravillosa, esa enfermedad feliz de ser escritor. También sabemos qué significa andar con un libro en la mente al que no podemos abrirle las compuertas, porque no nos alcanza el tiempo y andamos como el conejo blanco de Alicia mirando su reloj y diciendo: “Me voy, me voy, se me hace tarde hoy”.
Las orillas del río están llenas de murmullos ha titulado Reinaldo Marchant su libro de cuentos breves. Me gusta y me llama la atención el título y, por supuesto, cada uno de los cuentos que lo componen. Todo el mundo, sus orillas, sus centros, sus silencios incluso, están llenos de murmullos que pueden oír los escritores que tienen oídos para oír… entonces cada cual se hará cargo de ellos como le esté destinado hacerlo.
A Reinaldo lo conocí cuando ambos éramos estudiantes de Literatura en la Universidad Católica, glorioso Campus Oriente. Por supuesto, mi amigo es más joven, aunque no se note. Yo estaba ya saliendo, cuando se hablaba entre los profesores y los estudiantes, del joven Marchant, un alumno que escribía novelas, unas inmensas novelas: inmensas en su doble acepción: voluminosas y grandiosas. A mí, me hablaban los títulos de sus libros, extensos y poéticos. Luego me encandilaba entre sus páginas, y ya sumergida entre tanta historia y un lenguaje subyugante tan cercano a la poesía, sentía que había un espacio misterioso e intransitado, que este joven escritor me abría con sus palabras.
Esta reciente publicación sale de la novela para venir al cuento breve, lo que logra con la misma maestría con que ha sido capaz de llevar una historia de la mano, desde la página uno a la cuatrocientos. Las orillas del río están llenas de murmullos es un libro dividido en dos partes y compuesto por 81 cuentos plenos de murmullos y susurros de alto vuelo poético. Leo algunos títulos: No tuve nada y fui dueño de los murmullos, Las aguas cantaban a mis murmullos, Derrumbaron las torres y supliqué cuando mis murmullos se volvían de colores, decía, ¿Por qué nadie cree en los murmullos?, Murmullos en el corazón de un árbol, El lenguaje de los murmullos que nadie escucha, En el paraíso habitan los murmullos… Estamos entonces en este libro, como se está en un mundo pleno de sonidos, medias palabras y entre líneas; en definitiva, soberano lector, aunque quieras huir o dejar de oír, Te encontrarás con los murmullos a boca de jarro…
Creo, sin duda, que Marchant seguirá ahora, con la poesía como el transeúnte natural que va por el camino de la literatura, que al igual que el camino al cielo está plagado de espinas como nos enseñaban las monjas en el colegio. Si nombro el cielo y ciertas ideas acerca de la divinidad es porque la lectura de este libro las suscita en mí, y siento que cada cuento coincide exactamente con el título de uno de ellos: He tocado lo sagrado, y he sido desmesuradamente feliz.
Cuentos breves, inolvidables y de antología, nos regalan tardes de esplendor en medio de los dolores cotidianos y de las merecidas calma y sosiego que la sociedad ahora pareciera negarle a sus escritores. Pero aquí estamos con Neruda, en cuya casa su espíritu burlón nos apunta desde las orillas y rincones, mientras sopla, ruge y susurra por todas partes, como han quedado susurrando en mis oídos los cuentos que Reinaldo Marchant presenta hoy 22 de enero del año 8 del nuevo siglo y milenio.
¡Salud, compañero del alma, tan temprano!