A la Lumbre de la Ciudad
Oncena
...en
una ciudad otra, desconocida como un mal sueño, de mismas casas y
mismas calles...idéntica bajo otro cielo, recordaría, otra niebla, así
amaneció Santiago para el Nicomedes un día y fue y vino por esa
pesadilla...de sombras y fantasmas...estuvo en Vicuña Mackenna,
recordaría, en la Universidad, en bares desolados, en una Peña,
estuvo, quién sabe donde estuvo...arrancando de sí mismo, de su
aspecto, del pelo largo y los bigotes, si hasta sentía que llevaba los
pensamientos estampados en la cara y que la bronca y el susto se le
veía, de días antes se le veía, sumido en otra ciudad, ciego y ajeno
como en un vientre, recordaría, los ojos anegados, otro, sin duda otro
cuando dijo :
- ¿
Dónde estoy ? - y se vio en un rincón de altas paredes y malezas
húmedas.
- ¡¿
Dónde estoy ?! - gritó.
- ¡ Alto !
- ¿ Dónde estoy ? - repitió
encandilado por un foco.
- Te estamos alumbrando -
advirtieron.
- Pero yo no estoy acá - dijo - Esta es otra ciudad.
Ustedes no saben que ésta es otra ciudad.
- Estamos alumbrando la
ciudad - respondieron - Te estamos alumbrando a ti.
- ¿ Dónde estoy
? - insistió.
- Aquí - y a los empujones lo invitaron a subir a un
camión verde.
Fue en
Cerrillos al pie de una fábrica de lozas, en Rodrigo de Araya junto a
una bodega de vinos, fue en Independencia... fue...hasta allí llegó
perseguido por lo equívoco, recordaría... se escuchaban
disparos...
-
Déjenme ir - dijo. Le dolían las costillas y la cara.
- Yo no soy
de acá - insistió - Hace días que busco la Alameda y la liebre
Tobalaba.
Alguien lo alumbró con una linterna.
- Señor - explicó
- Salí de la casa y me encontré con otro Santiago...
- ¿ Otro
?.
- Sí. Otro - respondió y la linterna se apagó al punto.
Sobre
el camión daba tumbos por la ciudad a oscuras.
- ¿ Dónde estoy ? -
volvió a preguntar.
Algo lo golpeó en la cara.
El
ruido se hizo ensordecedor, un aviso publicitario tras otro, se
liquidan muletas y prótesis...no se permitirán mujeres con
pantalones...y recuerde, no huya...el bien de todos depende de que
usted se detenga...pero que sea frente a supermercados Armac, Armac y
Carnicerías Triple C...junto a la reconstrucción...Coma pollo, Coma
pollo, guarde pollo...con la joya de los tiempos, los buenos tiempos
que regresan y...cuente con nosotros, lo mucho que tiene que contar si
lleva el pelo largo...comprométase, cuente, lárguese...porque la paz y
la tranquilidad no tienen precio, Parque del Olvido, el camposanto a
la medida de sus huesos...y de su bolsillo... se abrirá fuego a los
que osen asomarse a la ventana...nutrido fuego con cocinas
Resplandor...
Fue en
Camino Agrícola junto a un laboratorio, en El Pinar frente a una
fábrica de tejidos, fue en la Estación Mapocho...fue... hasta allí
llegó perseguido por lo equívoco, recordaría...se escuchaban
disparos...aviones y disparos...y creyó ser una gallina en ese caos,
caminando con sospecha, un pasito y otro para luego mirar lo
inentendible con atención, cocorocó, quién habla, de qué, y esos
camiones y los tanques y la gente contra la muralla, de qué están
hablando en la oscuridad, recordaría...voces y
órdenes...disparos...cocorocó, correteando asustada y loca,
desbocado...en Rodrigo de Araya junto a una bodega de vinos...como una
fisura en la luz... oscuro...brillando de oscuro en otra ciudad, de
mismas casas y mismas calles...idéntica bajo otro cielo, recordaría,
otra niebla, reversada en el silencio...como un laberinto...ciego y
ajeno...recordaría...los ojos anegados, temblando en el viento y en el
fondo como en un vientre...un toro caótico avanza en dos pies...lleva
un garrote...alguien ocupa la cabeza, otro
piensa...adivina...
- ¿
Dónde estoy ? - dijo y se vio en un rincón de altas paredes y malezas
húmedas.
- ¿ Dónde estoy ? - insistió.
El ruido se hizo
ensordecedor...daba tumbos por la ciudad a oscuras.
- ¿ Dónde estoy
? - volvió a preguntar.
Algo lo golpeó en la cara, recordaría...lo
oscuro lo encandiló.
Sintió que lo sacaban arrastrando del pelo. Le
faltaban varios dientes y forcejeaba.
- ...cuente con nosotros...-
le dijo alguien - El bien de todos depende de usted...
Ahora
lo arreaban por un suelo de pavimento.
-
Gánese una suculenta recompensa - dijo otra voz - No sea huevón...- y
de un empujón lo arrojó contra un escritorio.
- ¿ Qué andabas
haciendo ? - le preguntaron entonces.
- Andaba...- alcanzó a decir
cuando seco lo derribó un golpe en los tobillos.
- Andaba buscando
la ciudad - dijo poniéndose de pie - Ahora busco la ciudad y mis
dientes...¡ Dónde están mis dientes !.
- ¿ Qué andabas haciendo te
pregunto ?.
- Andaba buscando la ciudad...
Un
nuevo golpe lo hizo caer.
-
Incorpórese - lo instó al oído una voz - Adhiera a los beneficios - y
le clavó un puntapié en el riñón.
-...yo y mi compañero...-
continuó.
- ¿ Tu compañero ?.
- Sí. Mi compañero...pero nada es
igual que antes...
- Levántate
.- Mire el escritorio..., es
igual...pero...
- ¡ No te acerques !.
- Es distinto - dijo,
recuerda que dijo - Parece igual pero es distinto...está como
enrevesado, de goma vuelta al revés, por detrás y por dentro
torcido...
- Entonces...¿ Qué andabas haciendo ?.
- Buscando la
ciudad...iba por Camino Agrícola...No. Por Independencia iba cuando mi
compañero escuchó disparos, aviones y disparos...
- ¿ Sonaban
disparos ?.
- No sé. Yo no los escuché.
- ¿ No los escuchaste
?.
- No. Nunca.
- ¿ Y tu compañero sí ?.
- Exactamente. El
dijo que venían de la otra ciudad y que pasaban aviones.
- ¿ Cómo
se llama tu compañero ?.
- Nicomedes Froilán Mateluna.
- Ese es
tu nombre. A ver. Partamos de nuevo : ¿ Dónde fue ?.
- Fue en
Cerrillos al pie de una fábrica de lozas, hasta allí llegué perseguido
por la oscuridad...avanzaban las sombras...y los árboles, las casas se
volvían del revés, inconsistentes... y eran las mismas y no...y
sonaban disparos...
- ¿ Sonaban disparos ?.
- No sé. Yo no los
escuché.
- ¿ Cómo te llamas ?.
- Nicomedes Froilán
Mateluna.
- ¿ Dónde estamos ?.
- No sé.
- ¡¿ Dónde estamos
?!.
- No sé.
- Vuélvete - le indicó.
Este es el estadio -
dijo y vio la inmensa mole a oscuras. Junto a las paredes distinguió
los cuerpos, uno arriba de otro, un alto, y más allá otro y otro...y
otro...
- Avanza - le indicaron.
El
flaco caminó lentamente.
- ¿
Dónde estamos ? - le preguntaron a gritos.
- No sé - respondió y le
vinieron arcadas - Parece el estadio, pero...
Tras de sí
escuchó el pasador de los fusiles.
- ¿
Dónde estamos ? - insistieron.
El flaco se volvió :
- Aquí
- dijo - En el estadio - y vio las sombras apuntándole y sintió los
meados escurriendo por las piernas al tiempo que destellaban los
fusiles, la noche se iluminaba, recordaría, durante muchos años lo
recordaría, mientras tiritaba con los ojos blancos y en lo alto el
fogonazo como una foto hacía brillar las paredes del
estadio.
En el
fondo la oscuridad refulge, escuchó, la intención es lo único que
cuenta, la gente va de reverso, una y otra al mismo tiempo, agazapada
allí donde el cuerpo es sólo sombra y contorno, el mundo se duplica,
se triplica...oh...las intenciones bajo la luz negra son siempre
otras, un árbol... una sombra que se desplaza, tal vez nada, una
brisa, un perro...¿ algo que se abalanza?... quizás... la luz negra
nos pone alertas, llena el espacio de posibilidades... pone la espalda
al descubierto... un leve brillo puede ser una hoja temblando en el
viento, también un cuchillo y detrás de él... ¿ quién ?... un
desconocido acechando o el mejor amigo... un dilema sin respuesta, sin
embargo, si te acostumbras a ella, jamás expondrías así el pan de tus
hijos, la oscuridad brilla, sólo tienes que acostumbrar la
vista.
-
Matehuevas - gritó una voz por la boca del túnel.
El
flaco se levantó.
- Una muda de ropa - le dijo - Tienes diez
minutos para bañarte.
Al salir le dieron el nombre : Nicomedes
Froilán Mateluna, le dijeron y le entregaron los
documentos.
Cruzó los pilares y a lo lejos vio la gente asomada
a la reja. Flameaban banderas y por los parlantes se escuchaba una
tonada:
" Mi
bannnderita chilena, banderiita tricooolooor... Colores que son
embleemas, embleemas de mi naciooón...".
Quiso
acercarse a los que vigilaban desde los arbustos pero se contuvo, ¿
dónde estoy ? se preguntó, dónde estoy y apuró el paso hasta la
reja.
La
Marta lo agarró del cuello, lo abrazó como queriendo acurrucárselo
contra el pecho y muy apretado se lo llevó hasta el borde de la
calle.
- ¿ Qué
te hicieron, flaco ? - le dijo - Cuéntame qué te hicieron.
- Nada -
respondió.
La
Marta lo miró a los ojos.
-
Flaquito - le dijo - Ya vamos a llegar a la casa.
El
flaco volvió la cabeza. Miró el estadio, las banderas, le apretó una
mano y le preguntó :
-
Marta...¿ Tú sabes dónde estamos ?