Piedra Azul
Antonio J. Salgado
en Revista Punto
Final
Hace
unos años Roberto Rivera, un cuentista de reconocido oficio,
sorprendió con la novela "A fuego eterno condenados" que no
tuvo la resonancia que merece. Ahora, con "Piedra Azul" (Allende y
Bravo editores) ratifica sus cualidades. Novela breve, con maneja del
lenguaje por momentos notable, entremezcla la realidad y el mito, el
mundo concreto cotidiano, tangible y el sueño, el misterio, la
interrogante abierta.
En
"Piedra Azul" se cruzan hebras unidas en torno al protagonista,
Ernesto Rodríguez, hombre de unos cuarenta años, ex atleta que trabaja
como vendedor de leasing en la zona de Concepción, del Chile
neoliberal. Conoce a Consuelo, con quien anuda un amor fuerte, lleno
de silencios. Persigue una imagen que cree de infancia borrosa, que no
responde a un recuerdo real. Lo abruma la suerte tenebrosa de su
padre. Detenido en la dictadura y desaparecido sin dejar rastros. "Los
ensueños del protagonista se fijan con arquetipos y circunstancias
extrañas que lo orientan a caminos no recorridos. Señales y rastros se
ligan con figuras tutelares, con las que se confunde. Ostanes, un
alquimista del tiempo de los cátaros, y sombras de guerreros y sabios
mapuches, en una imagen del mestizaje. Las circunstancias lo impelen
al viaje iniciativo, en busca de la raíz que también es el
destino.
El mito
es aquí un elemento esencial. Para los griegos junto al discurso
racional estaba el mitos, vía de conocimiento y percepción -
como se ha dicho – de la "inmediatez de los absoluto en su
manifestación" En ese sentido opera la novela.
Una y
otra vez aparece el mundo del saltador, del atleta que vence con
dureza la placidez y la holganza Para elevarse por sobre la varilla en
un esfuerzo supremo en que la torsión del cuerpo para superar el
obstáculo que hace vivir lo irrepetible
Altura
y purificación están presentes junto a los elementos primordiales en
esta novela inquietante.