TRES POETAS COLOMBIANOS
CONTEMPORANEOS
“La
poesía es la manifestación verbal, la encarnación en palabras, de la
mitología de una época. De ahí que la función mítica sea casi
indistinguible de la función poética. Aunque el poeta no es inventor
de mitos, a él le toca nombrar a todo ese conjunto de héroes, sucesos
reales e imaginarios, creencias y pasiones que constituyen lo que se
llama la “imagen del mundo de una sociedad, su mitología. El poeta
convierte en imagen a todos esos signos: los configura, les da
figura”.
OCTAVIO PAZ (1)
CRISIS DE LA POESIA
COLOMBIANA
.....
Múltiples son las opiniones sobre el estado actual de la poesía
colombiana. El escritor Milciades Arévalo afirma que “actualmente
estamos frente a uno de los momentos más importantes de la poesía
colombiana”; sin embargo, el poeta José Luis Díaz Granados expresa su
preocupación por la escasez de valores en la poesía y en la crítica
literaria en nuestro país. El novelista tolimense Eduardo Santa
plantea que “decir que la poesía en esta época materialista es un arte
impopular, o que ya no está de moda ni interesa a casi nadie es una
afirmación relativa, pues si el criterio a juzgar es el de
calidad”. “La poesía no llega a todos porque no tienen tiempo
para leerla. Cuando el bienestar llegue a todos, la poesía será
popular, por hoy es asunto de minorías”, dice el poeta vallecaucano
Harold Alvarado Tenorio. La poesía, como se ha repetido hasta la
saciedad, sólo puede alcanzar un público minoritario, en gran parte
formado por los poetas mismos, podría calcularse en unos miles de
lectores, de una población de cuarenta millones de habitantes. El
poeta Fernando Charry Lara se hace las siguientes preguntas sobre la
crisis de la poesía colombiana: “¿A qué obedece, en la época
contemporánea, la indiferencia del público hacia la poesía? ¿Ocurre
ello por el aislamiento del poeta? ¿Puede reconciliarse la creación
poética con una sociedad cada día más sorda a su lenguaje?“. El
síntoma de la crisis de la poesía según el crítico francés Georges
Mounin, se halla en el bajo volumen de las ediciones de poemas, si se
le compara con las que, simultáneamente, se realizan de obras de
novelistas, vulgarizadores y best-sellers. El hermetismo de la lírica
moderna –enfatiza Charry Lara-, es otro factor considerable en la
crisis poética actual. Es cierto que hay una poesía necesariamente
oscura, con oscuridad “fluyente de la naturaleza de las cosas”, pero
existe otra, de simuladores y de epígonos, falsa, deliberadamente
difícil, que nada dice porque nada pretende decir. Debemos también
estar de acuerdo en que, con singulares excepciones, la crítica
poética de moda constituye hoy, en muchos países, una jerga de
reiteradas frases vacías. En realidad, deben ser muy pocos aquellos
que han ido a buscar la nueva poesía, incitados por fórmulas verbales
que, a órdenes de la improvisación, pueden aplicarse indistintamente a
uno o a otro poeta o, en conjunto a todos ellos. Lo cual constituye,
como es de esperarse, motivo de confusión y desconcierto.
¿CUAL ES LA FUNCION DE LA POESIA?
..... La palabra poesía ha sido
empleada ininterrunpidamente desde que los griegos empezaron a
utilizarla significando para ellos como "creación"; es decir la
plasmación imaginativa del lenguaje y en la invención de fábulas y
mitos en contraste con la historia que es el registro de sucesos
reales. Con el transcurrir del tiempo poesía se emparentó
específicamente con la denominación habitual de la lírica, si bien es
cierto que lo lírico no agota las posibilidades del lenguaje poético;
de ahí la múltiplicidad de concepciones sobre la funcionalidad de la
poesía en el contexto social. La pregunta de “cual es la función de la
poesía?”, ha recibido en las diversas sociedades y culturas, múltiples
y dispares respuestas. Algunas de las funciones atribuidas a las
literaturas son: la política, la moral, la religiosa, la filosófica,
la pedagógica, la erótica, la lúdica, la cognoscitiva, etc. Veamos lo
que nos dicen los textos de tres poetas colombianos contemporáneos:
Eduardo Gómez; Harold Alvarado Tenorio y Juan Gustavo Cobo Borda:
EDUARDO GOMEZ:
(Miraflores-Boyacá, 1935). Autor de los libros de poesía:
Restauración de la palabra (1969); El continente de los
muertos (1975); Nuevos poemas (1978); Movimientos sinfónicos
(1980); El viajero innumerable (1985); Poesía 1969-1985
—suma de los cuatro anteriores— (1985); Historia baladesca de
un poeta (1988); Las claves secretas (1998). También ha
publicado ensayos de crítica interpretativa sobre las obras de Thomas
Mann, Proust y Kafra, y Reflexiones y esbozos —poesía, teatro y
crítica en Colombia—. Traductor de Brecht y Goethe.
.......... Según el crítico Fernando
Ayala Poveda, Eduardo Gómez hace personal la angustia, la oquedad, la
superficie de las cosas. Intimidad y soledad, casa sombría, esa es su
poesía. Sufre la pérdida del amor y las presencias y desciende hasta
dimensiones conturbadas que expresan según sus versos: “Un Dios caído
a la orilla de un río de aguas negras”.(2)
Sobre la necesidad o el sentido de “escribir poesía”
en nuestro tiempo, Eduardo Gómez, sugiere la intencionalidad
político-social en el poema “Restauración de la Palabra”. Aquí, en el
nuevo libro, hallamos la palabra otra vez restaurada, porque el poeta
necesita nuevos vocablos, una música más secreta, nuevos signos para
expresar y transmitir la renovada experiencia lírica. La sensibilidad
va cambiando, como la piel, como el organismo entero, y otro tanto
debe hacer, forzosamente, la poesía que pretende decir la nueva
realidad del hombre.En el poema “Restauración de la Palabra” (3),
Eduardo Gómez nos dice de la función y necesidad de la poesía; la
poesía que vuelve a dirigirse a los hombres en función de su
Trascendencia; esfuerzo revolucionario para transformar las
estructuras de la sociedad humana. La poesía, en “Restauración de la
Palabra” es acción revolucionaria. Lo anterior nos recuerda a Sartre,
cuando afirmaba que el objetivo de la poesía debe ser la búsqueda del
sentido de la vida, la interrogación acerca del hombre en el mundo.
Octavio Paz afirma que “El poema es un acto, por su naturaleza misma,
revolucionario, pues, la imaginación, el amor y la libertad son las
únicas fuerzas capaces de consagrar al mundo y volverlo de veras
otro”.
......... Eduardo Jaramillo Z. afirma
que en “El poema de Eduardo Gómez, El personaje, no desprecia
esa posible hermandad de murciélago y poeta, pero establece el
parentesco guiado menos por la ironía que por la cólera: "Entre los
animales que muerden se destaca el murciélago / erizado de gasas
negras, / apuñalando a ciegas / la carne de las ratas". El poema forma
parte de su primer libro, Restauración de la palabra (1969), y
pertenece a la época en que Gómez concibe la poesía como la urgente
expresión de un deseo de liberación y en consecuencia, imagina al
poeta como una criatura iracunda y optimista al mismo tiempo. Por lo
menos esto es lo que puede concluirse del poema que da título al libro
y cuyos versos finales dictaminan que "Solamente la palabra que ponga
en peligro el poder de los tiranos y los dioses / es digna de ser
pronunciada o escrita" Estas líneas fueron muy citadas en su momento y
se ocuparon de ellas críticos como Andrés Holguín, Jaime Mejía Duque y
Eduardo Camacho Guizado. Todos ellos se proponen caracterizar los
rasgos de la denuncia poética de Gómez y señalan la atmósfera urbana y
nocturna de sus composiciones y el énfasis que el poeta pone en ellas.
De urbe y de noche y de frases rotundas está hecho un mundo poético
que el murciélago puede presidir cabalmente.
Restauracion de la Palabra
¿Para qué
escribir pequeños versos
cuando el mundo es tan vasto
y
el estruendo de las ciudades ahoga la música?
En esta lucha
de gigantes
se necesitan armas de vasto alcance.
En este
duelo a muerte
las canciones embriagan o adormecen.
Está en
juego la sangre de generaciones
y de pueblos
y un mundo
abierto al hombre infinito
por nacer.
Está en juego
demasiado
para arriesgarlo todo solamente al azar de la
palabra.
Es hora de
glorificar a otros hombres y otros hechos
Es hora de buscar
situaciones
en donde la palabra sea necesaria
y de
convivir con aquellos
para quienes la palabra es liberación.
Solamente la palabra que ponga en peligro
el poder de
los tiranos y los dioses
es digna de ser pronunciada o
escrita.
HAROLD ALVARADO TENORIO:
(Buga, 1945).
Autor de los libros: Pensamientos de un hombre llegado el invierno
(1972); Poemas (1972); En el valle del mundo (1977); Etcétera (1978);
Cinco poemas (1979); Silva —selección— (1979); La poesía española
contemporánea (1980); Recuerda cuerpo (1983); Diario (1984); Cavafis
—versiones— (1984); Poesía y prosa (1985); Libro del extrañado (1985);
Biblioteca (1985); Una generación desencantada: los poetas colombianos
de los años 70 (1985); El ultraje de los años (1986); Espejo de
máscaras (1987); La poesía de T.S. Eliot (1980); Poemas chinos de amor
(1982); Ensayos (1994); Literaturas de América Latina (1995), Summa
del cuerpo (2002), Fragmentos y despojos (2002).
.......... En Alvarado Tenorio, la
poesía es una dialéctica de piel y tiempo; el deseo y el placer
desempeñan papel primordial; es la función erótica puesto que el
placer siempre ha tenido una connotación de poder y por eso siempre
será subversivo. Su religión del placer, afirma el crítico Fernando
Ayala Poveda, incorpora voces universales, salmos de amor,
desgarramientos de amantes ante la soledad, las jaulas grises de las
metrópolis, los olvidos. Su rebelión pretende instaurar el cuerpo como
centro del universo (cuerpo maltratado, con su historia universal) y
como centro de mestizaje. (4)“Harold Alvarado Tenorio es referencia
obligada en el ámbito de la nueva poesía colombiana. Su labor,
prácticamente insular, se ha remitido de manera obsesiva a algo poco
común en nuestras letras: lo sensual, la fiesta del cuerpo, he ahí lo
que canta el poeta”, afirma Orlando Sierra Hernández. Poesía y placer,
en él, se entienden no solo en su dimensión lúdica sino en una
perspectiva ética y política, pues como él mismo expresa: “Mi poesía
es cada vez más erótica y política. Política en el sentido de desnudar
la ideología y las costumbres y hábitos sociales”. Por producir
placer, los poetas fueron expulsados por Platón de “La República”, por
su fuego quemante consagrado en su palabra destructora, por rendir
pleitesía a la sinrazón, por rechazar las autoridades y por querer ser
igual al vuelo de los pájaros, sin fines, sin metas y consagrados a la
espontaneidad de los instantes. La poesía es una dialéctica de piel y
tiempo, destructora de lo sagrado, que afirma la guerra como la vida y
sale de la caverna portando la luz que desafía la seriedad y el poder
de los dioses. Sus desvaríos son las blasfemias que expresan la herida
de una oración al hombre y descentran sus fantasmas en la magia de los
sortilegios que se hacen presentes en su vida. La poesía no es una
necesidad; no se puede pensar la poesía en términos de utilidad.
.......... “Igual que su maestro
Borges, a Alvarado Tenorio le acongoja el paso inexorable del tiempo y
se preocupa por el goce del momento efímero y la perdurabilidad del
recuerdo mediante la palabra” (Darío Henao Restrepo). En fin, “Como en
Whitman, como en Kavafis y Silva, se siente en la obra de Alvarado
Tenorio esa fuerza pulsional por romper con la formula canónica del
verso; se observa con nitidez esa identidad subversiva, configuradora
de una poética en la que convergen rebeldía, libre erotismo, amor sin
contrato, cotidianidad, viaje, presencia de la historia, desdén por el
poder y ensueño en la vejez” , afirma Fabio Jurado
Valencia.
La
Poesía
¿Qué eres
sino la visión de la noche?
Todo lo
nocturno te pertenece.
Invitas a
los espléndidos banquetes de los sueños
y a las no menos
espléndidas vigilias de la realidad.
Viajas con
el hombre y la mujer como si fueras
la llama de sus ojos, el
bordón de su felicidad
o el humo espeso de los amaneceres.
Para ti,
madre del dolor, sólo hay gloria y pesar,
el mediodía no está
escrito en tus agendas.
Ninguna otra
cosa eres, poesía,
que la más alta sima donde el loco,
los
mortales,
los desheredados de la suerte y la
fortuna,
encuentran cobijo.
Tú, la
detestada, la leprosa, la purulenta,
eres la mejor de las
hembras
la mejor madre.
la mejor esposa
la mejor
hermana
y la mas larga y gozosa de las
noches.
JUAN GUSTAVO COBO BORDA:
(Bogotá, 1948).
Autor de los libros: Consejos para sobrevivir (1974); Salón de té
(1979); Casa de citas (1981); Ofrenda en el altar del bolero (1981)
—fuera de concurso en el «Cote Lamus» en 1978—; Roncando al sol como
una foca en las Galápagos (1982); Todos los poetas son santos e irán
al cielo (1983); Tierra de Fuego (1988); El animal que duerme en cada
uno y otros poemas (1995) Furioso amor (1997). Es autor también de
varias selecciones entre ellas Álbum de la nueva poesía colombiana
(1981) Almanaque de versos (1988) y Antología de poesía
hispanoamericana (1985) y de compilaciones críticas sobre José
Asunción Silva, García Márquez, Germán Arciniegas y Alvaro Mutis.
Entre sus libros de ensayo: La alegría de leer (1973); La tradición de
la pobreza (1982); La otra literatura latinoamericana (1982); Letras
de esta América (1986); Visiones de América Latina (1987); El coloquio
americano (1994); Historia portátil de la poesía colombiana 1880-1995
(1995); La narrativa después de García Márquez (1989); Leyendo a Silva
(1994); Repertorio crítico sobre García Márquez (1995); Silva,
Arciniegas, Mutis y García Márquez (1997).
.......... “Poesía, fatalidad del
instinto/ reconociendo su cría/ entre los centenares de miles/ de este
rebaño que bala y se atropella”. Así aparece a los ojos de quienes la
encuentran, a los oídos de quienes la oyen, la poesía de JUAN GUSTAVO
COBO BORDA. Poesía que va directamente al fenómeno, al hecho, al
objeto; pero no para decir de éste lo que las apariencias muestran,
sino para descubrir la esencia escondida, una parte de la inagotable
evocación a través de la cual el hombre descubre el mundo y a sí
mismo. Porque la poesía está hecha de esta engañosa intrascendencia
con que el espíritu se oculta. Es la poesía que surge de los mismos
hechos, la poesía que se halla en el trasfondo de los objetos, es
decir, la poesía que versa sobre el mismo quehacer de la poesía, de la
vida cotidiana que a cualquiera le toca vivir y al poeta decir,
edificar, realizar, descubrir en palabras, afirma Mario
Lucarda.
.......... Para Cobo Borda, la
pregunta sobre la necesidad y el sentido de la creación poética, surge
de modo explícito, pues el acento de su pregunta es irónico, tal como
lo expresa en “Poética” del libro “Consejos para Sobrevivir”(6)
(1974), obra en la que sostiene que no existe sino un quinteto de
poetas colombianos y que lo demás es literatura pobre, anémica. En
“Poética”, examina y condena las diversas concepciones sobre la
función de la poesía que han existido a través de los tiempos e
intenta buscar una nueva finalidad acorde con los nuevos
requerimientos sociales. Al principio parece preguntarse sobre si la
obligación del poeta es la belleza o si ésta y la utilidad se
identifican. Al respecto, afirmaba Gautier, el poeta francés: “sólo es
verdaderamente bello lo que no puede servir para nada. Así como es
imposible vincular la poesía a objetivos utilitarios, también es
imposible asociar los valores poéticos a valores morales”. Baudelaire,
sin embargo, creía que la belleza se hermana profundamente con el bien
y con la verdad, contradiciendo al arte por el arte que creía que si
es imposible vincular la poesía a objetivos utilitarios, también es
imposible asociar los valores poéticos a valores morales. También
sugiere “Poética”, la duda sobre la poesía y sus fines
político-pragmáticos o incluso como evasión, sobre la poesía como
vehículo de conocimiento, como lo fue para Rimbaud, la poesía como
videncia. Recordemos que para la estética simbólica de Cassirer y
Langer, la poesía lejos de ser lúdica, proporciona un conocimiento de
la vida interior, contrapuesto al conocimiento de la vida exterior
ofrecido por la ciencia. La poesía, afirma Cobo Borda, da grandes
continuidades y es la que nos otorga los derechos primordiales: el
derecho de hablar, de mirar, de no dejarse humillar.
.......... De Cobo Borda y de su obra
ha dicho Alba Rosa Hernández Bossio: “Se trata de una poesía que
entraría en la por él llamada “tradición de la pobreza” —en parodia a
Octavio Paz— que está siempre en guardia contra el envanecimiento y la
fama, esas mentiras piadosas... Entre palabras humildes, entre la
corriente de la conversación, Cobo Borda no se aparta ni de la
vivacidad diaria de la lengua hablada, de su efímera eficacia; ni de
las palabras de la literatura en donde revive lo imaginario. Sus
homenajes a ciertos escritores, a ciertas figuras arquetípicas de lo
humano, son también una acción de gracias. Y justamente este
encuentro, entre la espontaneidad y la reflexión, la desfachatez y el
pudor, la carencia y el lujo mantiene a su poesía entre el encanto y
la crueldad de toda palabra que decepciona y salva”.
Poética
¿Cómo
escribir ahora poesía,
por qué no
callarnos definitivamente
y dedicarnos
a cosas mucho más útiles?
¿Para qué
aumentar las dudas,
revivir
antiguos conflictos,
imprevistas
ternuras;
ese poco de
ruido
que lo
sobrepasa y anula?
¿Se aclara
algo con semejante ovillo?
Nadie la
necesita.
Residuo de
viejas glorias,
¿a quién
acompaña, qué heridas
cura?
JAVIER
RODRIZALES
Licenciado en
Filosofía y Letras, Postgrado en Informática Educativa y Egresado en
Derecho. Autor de los libros: “Cantares del Sur del Tolima” (ensayo),
Ajetreos Sigilares (poesía), “Resguardo Indígena de Yascual” (ensayo),
“Poetas y Narradores Nariñenses” (antología), “Subversión del
Silencio” (poesía), “La palabra imaginada” (ensayos), “Onírica”
(poesía).
NOTAS
BIBLIOGRAFICAS
1 PAZ, Octavio. La Nueva Analogía.
En ECO Revista de la Cultura de Occidente. Bogotá, Diciembre 1967.
Págs. 113.114.
2 AYALA POVEDA, Fernando. Manual de
Literatura Colombiana. Educar Editores. Bogotá, 1984. Pág.
218.
3 GOMEZ, Eduardo. Restauración de la Palabra.
Bogotá, 1985.
4 AYALA POVEDA, Fernando. Manual de
Literatura Colombiana. Educar Editores. Bogotá, 1984. Pág.
221.
5 ALVARADO TENORIO, Harold. El Libro del Extrañado.
Bogotá, 1985.
6 COBO BORDA, Juan Gustavo. Consejos para
Sobrevivir. Bogotá, 1974.
Publicado en Proyecto
Patrimonio en Septiembre de 2002