DIARIO DE UNA EXTRANJERA
(2003)
Goteras
El dolor de mis yemas está escrito con muchos nombres,
pero el
más doloroso es el que cosecharon aquí.
Salte afuera, Milagros, y
navega bajo tu piel.
¿Acaso alguien te pregunto si querías
ese
destino que tranzan impuesto?
Quizás sólo seas eso:
una sombra
amarrada a un cuerpo,
pequeño Buda tratando de llegar.
Pero hay
tantas cosas que me oprimen,
tantos espejos que me delatan,
tanto de mí en cada verso,
milagros de pan, gargajos de arena.
¿Acaso alguien se detuvo,
siquiera a mirarte o sólo escupen en
ti?
Quizás sólo se trate de eso.
Mujer de aire
No es lo que parece a mis sentidos
ni yo esta mujer de aire.
Mi alma no vive en este mundo.
Mi voz es la de un pájaro
dormido.
Mi unidad es cuestión de maquillaje.
Mis bocetos se
ilustran de novelas,
de soles vagando por sus lunas.
De mí huyó la tarde y el cansancio,
la triste muchedumbre del
mercado.
Mis brotes no huelen a semilla,
mi lengua adolece de
preguntas.
Me prolongo en un país de vegetales,
de manos astilladas por sus
dedos.
De mí huyó la noche y la desgracia,
la misma costumbre de
lo inerte.
Todas las mujeres
No soy Julieta
tampoco adoro esperar en los balcones.
Sólo se
que detrás de mí vendrán otras mujeres
con botas más pesadas que las
mías.
No soy Alfosina tampoco Gabriela,
ni siquiera un leve parecido
con Gioconda.
Sólo sé que detrás de mí vendrán
otras mujeres más
fuertes, más valientes.
A veces observo mis manos y pienso:
¿Alejandra, Antígona o la
perfecta desconocida?
Entonces, respiro hondo, me calzo mi
mejor
traje y salgo a la calle a comprar el diario.
Y conmigo, el recuerdo de todas ellas.
Soledad
Yo no sé
de querubines
ni de gorriones tallados
en
piedra, tampoco el porqué
de bautizar a la soledad
como si fuera
niña, mujer
o peor, aún, alguna
triste damisela.
¿Acaso
existe morbosidad
o falta de compromiso
si al
llamar a la soledad,
sólo le decimos:
ven y
siéntate?
Pasaporte
Apenas mi mascara, una ciudad de ángeles,
brazos invisibles y el
cansancio.
Sólo tus ojos, sólo tu lengua.
Una gota pequeña, muy pequeña
cabe en la recta de mis manos.
Cuchillos de corte oscuro y armazón esbelta.
Sólo los pájaros,
sólo la noche.
La densidad de alguien que fue nadie,
aspirando el fuego de tu
rabia
en un cruce de diagonales,
que conducen a ninguna
parte.
Ajena
Observo desde otros ojos ese cielo que no parece
hecho de
cenizas, el silencio tapizado de palabras,
el hueco en donde no cabe
ni siquiera tu ausencia.
Indago con otras manos tan ajenas a las mías,
a esta mujer
deshabitada, más allá de la noche,
de ese tiempo de ser y de no
haber sido.
¿Acaso existe la posibilidad de hacerme polvo
o será esta nueva
debilidad de sentirme otra
en una tierra que no me pertenece?
Bacanal
1
a veces como un aleteo de pájaros y tu mirando en la
ventana
el discurrir de las horas / premociones ocultas de
beberte
hombre / de saberse extraña / ojos copulando azules
tan
cercanos a nosotros / tan profunda tu mirada
2
desgranar cuerpos y semillas con un zumbido de alas
tuya entera siempre / tan apática / tan mundana
aferrarse piel
con piel / dedos descamando
uñas / lunas supurando dioses
3
estrella de seis puntas / inversamente proporcional
/
espejos pactando dientes / lenguas besando bocas
silencios
goteando mar / luz detrás de la paredes
noches / gente / y nada más
Olvido
1
veo llorar la fábula de una cicatriz en la ventana
dos
gotas de rocío se parecen a esos dos niños de papel
besándose detrás
de quien sabe qué…
2
no se necesitan las horas ni los momentos más bruscos
para amedrentar el instinto, quién sabe porqué el fondo
siempre
luce más atractivo que el olvido
3
y los pies tiene esa extraña apariencia
de estar
plantados en el lugar correcto
y en la fecha precisa
4
a veces es bueno irse, a veces es bueno
volver
(meciéndose, meciéndote)
Punto final
mitigar el dolor en cuatro
coser por dentro todas las
estructuras
eructar de placer sobre la gorda cara del destino
¿adónde se fueron todos mis muertos?
¿adónde se atrevieron a
esconder mis fantasmas?
enloquecer la luna sobre tu espalda
aborrecer el infinito y soplar
sobre uno mismo
hasta que no podamos más hasta que todas
las
puertas digan: ¡BASTA!
Isabel
He visto llorar tus alas, Isabel.
Negro el despertar de
tus pájaros dormidos.
La misma voz de trueno
quemando tu garganta.
Y tus ojos / que son los míos
abotonándose la noche
en las
entrañas.
Miseria
Especialmente,
no mirar, pero si mira,
hacer como si nada:
ojos, boca y manos
herméticamente
cerrados.
Debajo de esta piel
Debajo de esta piel, un falso dios,
una peligrosa amputación de
mí,
un peso circular de dedos sin morder,
cadencia huyendo de este
cuerpo.
(Debajo de esta piel, mi soledad)
Fuga
cuando mi inconsciente salga, por favor,
ciérrenle todas las
puertas, tengo miedo
de que se desparrame sobre la mesa
y no
vuelva y no vuelva
Cicatrices
Tengo las palabras rasgadas de tantos vuelos
y velos en la piernas
que cubren
mi intimidad.
(hambre)
en mi famélico país
sólo bailan los muertos