proyecto patrimonio
Rosamel y
Su Mano errante
por Jessica Atal
.........Nada mejor que encontrarse
con la obra de un autor que nos fascine. Y encontrarla toda. Y tener la
posibilidad de internarse en cada una de las fases de su evolución
creativa; descubrir una y otra vez esas imágenes que no lo abandonaron
nunca: el ser como una lámpara errante; el yo ínfimamente e
infinitamente en todo.
..........Porque esta Obra poética
(Volumen I y II. Compilación, prólogo, bibliografía y notas de Leonardo
Sanhueza. Collages de Ludwig Zeller, J.C. Sáez, Editor, 2000) es la
primera edición que incluye casi toda la creación lírica de Rosamel del
Valle, incluso sus propias notas.
..........Sin duda, Rosamel del Valle
es un poeta mágico y excepcional, comprometido con la poesía hasta los
huesos. Lamentable es que no haya sido valorado antes en toda su
magnitud y que entre sus herederos sólo se cuenten algunos
extraordinarios poetas como Lihn, Teillier, Efraín Barquero y Alejandro
Jodorowsky. Pero lo esencial es que ahora está siendo rescatado del
misterio y del olvido.
..........Esta obra se hizo en base a
las primeras ediciones e incluye poemas inéditos y pasajes de algunas
obras, excluidos anteriormente y que aquí se han respetado a favor de la
unidad que el propio autor confiriera a cada uno de sus títulos. Y
notable, por decir lo menos, ha sido el trabajo de investigación y
recopilación realizado por Leonardo Sanhueza, quien hace poco debutara
él mismo como poeta. Lo hizo, cabe señalar, con originalidad y
sensibilidad lírica extraordinaria. Y cómo no contagiarse de la
estremecedora creación después de haber estado inmerso en lo más
profundo de la vida y obra de un autor tan magistral como es
Rosamel.
..........Como un Itinerario por los
bellos desastres de Rosamel del Valle, Leonardo Sanhueza titula la
exahustiva travesía recorrida en su prólogo. Dónde nace y cómo vive su
infancia, cuándo surge la indisoluble amistad con Humberto
Díaz-Casanueva y el ser poético que ambos crearan; sus primeras
colaboraciones junto a otros grandes líricos como Neruda y Huidobro; las
influencias del surrealismo, del creacionismo y del futurismo en su
obra; el germen de la poesía propia y los grandes temas como lo erótico
y lo dinámico, la existencia mágica, la muerte y el sueño, la ausencia y
la memoria, la soledad y el tiempo. Sanhueza también analiza algunos de
los poemas más significativos de Rosamel. Entre ellos, el gran Orfeo,
donde son inseparables los principios de vida y obra del autor, y donde
éste intenta revelar - luego de la esencia, y en palabras de Díaz
Casanueva- la misión del hombre, siempre defendiendo la raíz de la
emoción.
..........El prólogo se enriquece con
simpáticas anécdotas del poeta-mago, del poeta-vidente, del hombre, que
explican su vida y obra considerando los acontecimientos históricos,
políticos y culturales de la época. Sin duda, uno de los hitos en la
historia de Rosamel del Valle es su estadía en Nueva York. Tal vez lo
más intenso lo escribió en esta ciudad. Allí descubrió el amor; allí
también descubrió la nostalgia y el dolor. Leonardo Sanhueza define la
poesía de su maestro como difícil e indomable hasta la exasperación. Yo
agregaría que se trata de una escritura inquieta e inquisidora,
enamorada del movimiento incesante en busca de la emoción
estética.
..........Para Rosamel la poesía es
como un juego de súbita maravilla. El tono es de exaltación, de
celebración. Las palabras adquieren poder, acento y vida en su boca. El
papel es universo abierto (o una claridad sin abrirse) para el
imaginario onírico, mítico y místico. Tal es su riqueza formal en la
creación de imágenes y metáforas.
..........Ante los dos volúmenes de la
Obra poética de Rosamel del Valle no queda más que aplaudirlos y
gozarlos. Pocas veces se tiene la suerte de tener entre las manos una
tan preciosa y cuidada edición, enriquecida, además, con las fantásticas
ilustraciones del artista, también poeta y amigo de Rosamel, Ludwig
Zeller. En todo caso, no es lectura para todos. Esta obra exige, como
advierte Leonardo Sanhueza, un lector muy particular: deseante,
inteligente, a menudo algo ingenuo, dispuesto al contacto con los
orígenes, con el fulgor de la belleza y del horror; un lector dispuesto
a la danza sobre el abismo.
El Mercurio, noviembre de 2000
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