..................... ROSAMEL DEL VALLE


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ROSAMEL . IDA . Y . VUELTA

por Alejandro Zambra


.......... Si un libro muere cuando lo fotocopiamos la poesía de Rosamel del Valle conocería aún menos lectores que los pocos con que cuenta hoy. Su obra se las ha arreglado para persistir y circular, a pesar de la ausencia de su legitimación crítica y editorial, y quizás gracias a este desdén. La omisión de su nombre de las líneas consabidas de nuestra literatura al menos ha tenido el valor de no poner los tres o cuatro adjetivos imprescindibles en toda charla seria e informada sobre poesía chilena contemporánea. Este escenario, sin embargo, no se debe tanto a un desconocimiento real de su obra como a la complejidad de una poesía que está constantemente generando diálogo en el interior de sí misma, huyendo de la interpretación inmediata, reproduciéndose, en algo así como la práctica de un elegante onanismo.

.......... Los rosamelianos acérrimos -o militantes, para usar un término de moda-, niegan toda dependencia del poeta respecto a Huidobro o Neruda, quizás validando uno de los pocos supuestos del romanticismo que Rosamel no suscribe: la originalidad, que el autor concibe más como la inevitable presencia de una dicción personal en toda buena poesía que como algo que haya que buscar en el demonio de la inspiración. Lo cierto es que la primera poesía de Rosamel está cerca de Ecuatorial y de Tentativa del hombre infinito, y, más tarde, distante del estilo y propósitos de Altazor y Residencia en la Tierra. Ya en 1930 el poeta de vanguardia Vicente Huidobro escribe desde París a Rosamel del Valle: "lo felicito con toda la sinceridad que siempre me ha caracterizado y que tantos enemigos me ha valido. Su libro tiene páginas sencillamente admirables. Es increíble que tan joven haya logrado Ud. una maestría semejante. ¡Qué seguridad en sus trazos, qué riqueza de gama!". Huidobro, el sincero, se refiere al segundo libro de Rosamel, País blanco y negro(1929). Se entusiasma tanto con la inclasificable prosa de esta obra que compara al poeta no solamente con Neruda sino también con Gabriela Mistral: "Está Ud. muy por encima de otros que injustamente tienen más nombre que Ud. como Neruda, tan romántico y flaco, y esa pobre Mistral tan lechoza (sic) y dulzona (tiene en los senos un poco de leche con malicia) que al lado suyo parecen autores de tango".

.......... Más que el desprecio de Huidobro por sus rivales -o por un género tan noble como el tango-, interesa que haya visto en Rosamel cierta continuidad con su propio proyecto, que quizás se establece en la medida en que el joven poeta se aleja del malogrado creacionismo. Por otra parte, la prolífica amistad entre Rosamel y Díaz Casanueva -el compromiso con una cierta sensibilidad en común, reflejada en escrituras bastante distintas e incluso distantes entre sí- hace un núcleo con cierto matiz experimental en la poesía chilena. Como apunta Leonardo Sanhueza, quizás sea Enrique Lihn quien más tarde recoja cierto aire, o más exactamente, el lirismo quebrado de la última poesía de Rosamel del Valle: poesía de la ciudad que, en ambos casos, proviene tanto de Baudelaire como del vagabundeo azaroso por Manhattan, es decir, tanto de la literatura como de la vida.

.......... Lo cierto es que Rosamel incorpora críticamente los contenidos de las vanguardias europeas, si bien es cierto que el uso de sus recursos expresivos y, en especial, la producción de imágenes de filiación surrealista decantan en la medida en que el poeta se acerca a su voz y a sus temas. Desde la publicación de Orfeo (1944) se hace presente con cierta frontalidad la gran obsesión de su obra: la explicación paradójica de la existencia del hombre a través del mito. Orfeo es un poema caudaloso y monumental, serio, que Rosamel reescribirá una y otra vez en el resto de sus libros, acaso leyendo el mito y su propio poema con la soltura de cuerpo de la sinestesia, más cercano al espíritu de la música que en su supuesta obra magna. Hay consenso en señalar que desde El Joven Olvido (1949) surge en esta escritura cierto humor melancólico y violento, de la mano de una sintaxis tensada, corrompida incluso. Multitud de voces fantasmales y restos de conversaciones muestran el callejeo del poeta por la ciudad moderna. Son los textos en que se actualiza deliberadamente el rumor y a menudo el tono de la vanguardia en lengua inglesa, en especial de los poemas satíricos del primer Eliot. Esto explica, en parte, su sintonía con poetas como W.H. Auden y los norteamericanos Allen Ginsberg y Gregory Corso (ambos traducidos, rosamelizados por Del Valle) y las correspondencias con la poesía de John Ashbery, que Javier Bello y Germán Carrasco han coincidido en señalar. Leo del libro de 1954 La visión comunicable el poema "Coronación":

CORONACIÓN

Debo estar cubierto de escamas. Vengo de ese ruido
Que hacen las personas apenas nombradas en las conversaciones
O esas que salen a las calles más solas que el olor a farmacia.
No es bueno creer que el ángel está en prisión
Por cuestiones de azar. Aun cuando sea permitido imaginarlo.
"Cuando conozcas esa isla perderás la costumbre
De amar la música que viene en cajas de sardinas ".
Oh no parece tan extraño llevar la noche al cuello
Ni llamar distraído al que se ahoga en sus propias palabras.
Pero hablar así, con esa indignidad con que se lleva
Un muerto a la morgue. "No, no hay espacio en el muro
Más que para las manchas de cada día en los recuerdos".

Lejos está la tarde. Mucho se habla de sus desnudeces.
Yo debía ir a su encuentro, pero me lo impide la idea
De empezar a deshacerme. No puede dejar de seguir el proceso
De las manchas en el muro. Es como si estuviera
Despertándome a pedazos. En una hora, ya ves, en una hora
Pueden cambiar tanto las cosas. Un recuerdo perdido es
Un hueso menos en el cuerpo. Tal vez algo parecido
A un nombre en una lista. O a la turbación
Del astrónomo por la aparición de una nueva visita en el cielo.

"Estás seco. Se te ha caído un nuevo año al mar. Los dientes
No vuelven con tanta facilidad. No te inquietes por eso".
Los tronos siguen perdiendo reyes. Y a veces uno es
El peregrino que sigue a la nube y no a sus deseos.
Así cada cual pierde su reino. Porque nos dan tantas cosas
Aunque ninguna es semejante a la que nos ofrecen.
Y tenemos esas batallas solas, esas visitas no invitadas
Que nos dejan todas sus heridas y sus malos sueños al partir.
No estaríamos bien ni en la ópera ni en el Paraíso.
Quizás ni convidados a la mesa del monarca
Que en sus buenas horas se alimenta de visiones incomibles.
No olvides, Absalón, los reinos son cajas de sardinas.

Cuando estamos fríos es de pensar en aquellos
Con un dios a su servicio. ¿Y de qué nos serviría
Amistad tan domeñada? ¿Podríamos siquiera interrogarlo?
Sería como subir a las colinas y decirle "tú" al viento.
Y "tú" nos respondería. Mas, no somos de tan turbia estopa
Ni sabemos tratarnos de esa manera a nosotros mismos.
Quizás sea mejor caminar en puntillas y amar un poco
Lo que se nos dice en ciertas circunstancias.
Y pregúntame una vez más por mis heridas. Por ese humo
Parecido al de un sacrificio. ¿Podrían tus ojos
Unirse a los míos para ver pasar la desnudez de la noche?
¿Para abrir el fruto podrido del tiempo? Ya lo sé.
Tu cielo no es mi cielo. Y el perfume de tu muerte
No es mi perfume ni mi muerte.

No. Porque el mundo tiene un olor a farmacia. Un olor
A clínica, como ese que sale de los fonógrafos.


.......... Creo -y esta es una opinión muy parcial- que lo mejor de la poesía de Rosamel se halla en textos como este, es decir, en los poemas de La visión comunicable, El Corazón escrito y Adiós enigma tornasol, en que el sujeto opta por aprovechar su condición de extranjero para transformarse en una singular especie de voyerista. La mirada del poeta se dirige generalmente a aquellos sectores opacos, desconocidos o excesivamente ceremoniosos de la vida social para corroborar y participar allí del rito, es decir, de la manifestación concreta aunque profundamente transformada, profana y degradada del fundamento mítico. O sea, las escasas instancias en que la vida de la ciudad permite sostener que los hombres y mujeres se comunican de cierto modo, comparten creencias, lecturas, hablan de viajes, crímenes o extraños estados de ánimo. El resultado de la observación participante del poeta es una poesía ubicua, trascendentalista aunque de un modo velado, indirecto.

........... Creo que en estos tres libros, no obstante las evidentes y necesarias diferencias que guardan entre sí, hay un movimiento que prima: el poeta interrumpe su monólogo para ofrecer al lector el carnaval del que hablaba Bajtin y, por cierto, estoy pensando en el procedimiento del gospel en el poema "Aleluya por una joven negra en Harlem", aunque dejo su lectura para quienes, más tarde, asumamos el lanzamiento de este libro como algo que hay que celebrar en condiciones estrictamente dionisíacas o, como diría Héctor Figueroa, perfectamente borrachos.

.......... Casi termino con un texto representativo del Rosamel más descoyuntado y ambiguo: restos de circunstancias bastantes concretas son el motivo y el pretexto para el poema "Corona para un astrónomo":

El mundo ha envejecido
Y el hombre es el jinete que perdió el caballo
Piensa Mrs. June Stanford
Siguió pensándolo en el lecho y en el jardín
Y cuando se vio desnuda en su cumpleaños
No rió
Rió la primavera desplegada
Como en los Alpes "sus recuerdos- en conversación con el cielo
Ahora dormida en el jardín
Rodeada poseída por amapolas negras
"Sangra sangra corazón pecador"
Y no ríe no ríe
Colores y perfumes
Abren el pecho de la tierra "el suyo-
"Ahí donde estaré un día
Todo se me reunirá como en una boda"
La primavera en aquel país extranjero
Era Mrs. Stanford (June) con la cabellera en el agua
"Para pecar no hay que reír" decía
Y no reía ni lloraba
Su terror era verse crecer en el agua
Verse en su propio esqueleto
Una TV
Privada para tales amenidades
Amenidades idas y quizás sin regreso
"Te espero Orfeo" cantaba en el teléfono
"Sin ese esqueleto" le respondían
Reía entonces reía
Un Orfeo 1960
Y ya ven el teléfono es así
Había atrapado a la primavera en otoño
O quizás en invierno
Y a la poesía una que otra vez
Era igual
La piscina le lavaba los pecados
Era igual
El agua le traía a Marcel Proust
Y no a las muchachas en flor
Sino a Mr. Gerontion de Eliot T.S.
Porque no se muere
Con tanta facilidad como se dice
Se vive sí -como ella- a cielo abierto
Y con ciertos obstáculos
Algunos llamados deseos
No importa
La abeja se hace un mundo para otros
Y se guarda el peligro para ella
No como se acostumbra
Ahora recuerdo ese recuerdo
No sé por qué debía ser Mrs. June Stanford
y no Luisa
Pero hace tantos años que perdí
Lo mío
Un poco mío aunque con incierta
identificación
Años de otros soles y de otras palabras
No no es una excusa
Aunque sí es fuego para mí
Decía yo
En la piscina ella se jabona con algas
Algo que no es un cosmético
Y Mr. Stanford en su tiempo
Está enterrado en el Evergreen Cemetery
En Brooklyn
Cultivaba estrellas
Ninguna lleva su nombre
"Stanford es ya una cosa difícil de llevar"
Decía su única estrella "June- y también
"Envejecer y ser viejo
es propio de astrónomos"
"Narcisa Narcisa"
Contestaba el astrónomo a la medium
Desde el Evergreen Cemetery
Pero ella no creía
En llaves para abrir tumbas
"Oh qué novedad sería para mis amigos
Un party de espíritus"
Y ríe ríe
Reír es un pecado
Y ríe
"Amo el pecado tanto como a mis sombreros"
El agua viene de su mente
La desnudez perfecta con arrugas poco visibles
Como las pecas de un irlandés
"Su tan escasa habilidad con las mujeres"
Harry el amigo "el amigo de lo que para ella no puede ser
"Harry con esos ojos y ese cuerpo (imposible compartir le parece)
para primavera en otoño"
Difíciles negocios le dice su criada negra
"¿Qué sabes tú si no de ilusiones?"
Su rubor es la grandeza americana
"Lincoln te hemos olvidado un poco
El negro es un color pero y ves
No debía pecar aunque es tan bello
"Le temo al sermón de Mr. Hollow
El próximo domingo
Ahora veo
Mi cuerpo en el agua con Bill Stanford en el fondo
Y el hermoso Harry sin decirme nada
Muerte ven a mí

Nada más que por ahora
Ven a mí a resucitarme
Y ese horrible valle hueco del obispo King
Se miente sacrosantamente
¿He enterrado a alguien?
Oh de todas maneras Bill
Ven y siéntate al lado de mi muerte"

***

.......... Hay que agradecer a Leonardo Sanhueza su trabajo en la edición de este libro. Es más, durante el vino de honor debe ser felicitado, abrazado, besado y manoseado por quienes estamos en esta sala y podemos leer este libro hermoso, bien hecho. Sanhueza ha trabajado como un filólogo del romanticismo con los libros de poemas y textos hasta hoy inéditos de Rosamel del Valle, e incluso, esta vez como un muy buen editor, ha incorporado un índice señalando las páginas cuyo final marca el paso de una estrofa a otra, un gesto muy fino, sin duda. La edición tampoco abunda en notas y cuando lo hace las sitúa al final del volumen: no experimentaremos en la lectura de este libro las pesadillas que en ocasiones nos regalan los ilusionistas que poseen todas las “claves” de la obra que publican.

.......... Si nos acercamos, como quería Enrique Lihn, decididamente a los libros que constituyen la poesía chilena, hallaremos muchos autores que, como Rosamel del Valle, han sido olvidados por críticos, editores e incluso por los poetas; sería interesante que reemplazáramos la queja y el pelambre por la publicación de libros como el que esta noche comenzamos a leer.


en CORMORAN Nº2 , (caleidoscópio ) pag 119-126.



 

 


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