LA 
              POESÍA DE RÓGER SANTIVÁÑEZ: 
              HACIA EL NEOBARROCO EUCARÍSTICO(1)
            
              Por Catalina 
              Quesada Gómez
              Universidad de Sevilla
             
            This article approaches 
              Eucaristía (2004) by the Peruvian poet Róger Santiváñez 
              (Piura, 1956). This work is inscribed in a tendency that could be 
              called "baroquicizing", whose main interest lies in rhythmic 
              and phonic aspects. At the same time, we study the eucharistic project 
              in the context of Santiváñez's previous poetical production 
              and his connections to the Kloaka Movement (1982-1984). 
             
            su 
              espíritu es la hostia de mi amorosa misa,
              y alzo al son de una dulce lira crepuscular
              
              Rubén Darío, 
              Prosas profanas
          
          
          
          La trayectoria poética de Róger 
            Santiváñez (Piura, 1956) lo encumbra en el parnaso de 
            las letras peruanas, mirando allí de frente a uno de los más 
            grandes de la poesía hispánica, al César de los 
            poetas en lengua española. Desde Antes de la muerte 
            (1979), engrosan los anaqueles de su producción Homenaje 
            para iniciados (1984), El chico que se declaraba con la mirada 
            (1988), Symbol (1991), Cor Cordium (1995) y Santa 
            María (2002); al igual que la narrativa poética 
            de Santísima Trinidad (1998), Historia francorum 
            (2000) o El corazón zanahoria (2002). La reciente publicación 
            de Eucaristía (Buenos Aires, Tsé-Tsé, 
            2004) contribuye a su consolidación como poeta barroquizante, 
            absolutamente preocupado por la materia prima de todo escritor: el 
            lenguaje. Su vinculación con la tradición peruana, en 
            especial en obras como Symbol, responde a las fervientes lecturas 
            del Vallejo de Trilce o del Martín Adán de Travesía 
            de extramares y, como él mismo reconoce, asume "la 
            perspectiva desde la cual escribieron Vallejo o Adán [...], 
            no su lenguaje, obviamente. Y ésa es la de la libertad y la 
            del arduo trabajo del lenguaje"(2). 
            
          Santiváñez 
            ha hecho suya la tríada de André Breton, Vida-Obra-Actitud 
            (Ildefonso), y se enfrentó a la vida con la adarga de la poesía 
            y el compromiso férreo de luchar contra un sistema que lo relegó, 
            cual poeta maldito, a la más absoluta de las marginalidades. 
            En los 70 y principios de los 80 participó en los grupos Auki 
            (1974-1976), La Sagrada Familia (1977-1979) y Hora Zero 
            2ª Fase (1980-1981), antes de co-fundar el estado de revuelta 
            poética Movimiento Kloaka, en septiembre de 1982, del 
            cual formaron parte, entre otros, Guillermo Gutiérrez, Mariela 
            Dreyfus, el narrador Jorge Edián Novoa y, más tarde, 
            Domingo de Ramos, José Velarde, Julio Heredia, Mary Soto, el 
            pintor Carlos Enrique Polanco y, los aliados principales José 
            Antonio Mazzotti y Dalmacia Ruiz-Rosas. En Piura, al Norte del Perú, 
            se constituyó Nor-Kloaka, con Lelis Rebolledo, el músico 
            Estanislao Quesada y el pintor César Badajoz; en París, 
            ya en 1986, José Velarde publicaría dos números 
            de la revista Kloaka internacional(3).
            
            
          1. HACIA EL PROYECTO EUCARÍSTICO.
          Eucaristía, al igual que el resto su obra, versa sobre 
            los ejes de la Historia, el Eros y la Poesía misma. Pese a 
            ser éstos sus demonios personales, ha ido variando, 
            con el paso del tiempo y los cambios en su entorno, la importancia 
            concedida a cada uno de esos motivos: el compromiso social y político 
            patente en su obra más temprana y manifiesta en algunos de 
            los textos programáticos de Kloaka(4) 
            ha ido cediendo terreno, primero a la preocupación erótica, 
            intensa en Homenaje para iniciados, como en casi todos sus 
            poemarios, y después al ansia por el lenguaje total, pleno, 
            con una experimentación radical en cada verso, en cada palabra, 
            cual amante que se detiene y paladea cada pliegue del cuerpo (poético) 
            amado y no necesita del mundo externo para existir. Ha sido su itinerario 
            poético, hasta el momento, un viaje hacia la semilla, 
            un periplo desde el exterior hacia el interior de sí y del 
            lenguaje. Camino inverso al de Vallejo el suyo ("es que yo no 
            soy vallejo yo soy santiváñez el que no / comprendió 
            el feo saludo del lumpen cuando nadie lo detesta", dirá 
            el sujeto, poético o no, de "Liberación", 
            en Symbol).
            
            Los inicios comprometidos del poeta han sido destacados por Paolo 
            de Lima bajo el epígrafe "Róger Santiváñez: 
            de la solidaridad a la incomprensión del lumpen"(5); 
            en ese trabajo analiza el poema "Reflexiones junto a la tumba 
            del loco Vicharra", publicado en enero de 1983, que es entendido 
            por el crítico como una toma de posición por parte de 
            Santiváñez ante la violencia creciente a principios 
            de los 80 en el Perú. Pero Paolo de Lima se muestra consciente 
            de que la obra del piurano deriva por otros derroteros a partir tan 
            sólo del año siguiente, cuando se publica Homenaje 
            para iniciados; de ahí su comentario a raíz de unos 
            versos de Symbol: "el autor ha pasado de la clara denuncia 
            y rebeldía ante el estado de cosas, y de la representatividad 
            de los actores sociales marginados, que lo caracterizaban en cierta 
            medida durante los años del activismo de Kloaka, a la expresión, 
            tanto en su vida como en su obra, de la automarginación y el 
            malditismo. [...] El resultado: el testimonio de una época 
            a través de una poesía mucho más profunda y personal, 
            altamente elaborada y compleja, y anclada en la efervescente realidad 
            política y social que al autor le tocó vivir" (De 
            Lima: 287). Dicha tendencia se intensificará en Eucaristía, 
            que constituye, por el momento, la culminación de este proceso 
            audaz.
          Por eso es necesario constatar que Eucaristía no surge 
            ex nihilo; hay maneras en su poesía anterior que apuntaban 
            a este autismo del verbo cifrado, a la exuberancia barroca, a esta 
            fiesta eucarística del lenguaje. Mauricio Medo Ferrero ha percibido 
            la ausencia de ruptura entre este poemario y los anteriores, entre 
            los cuales se advierte, en efecto, una firme gradación(6). 
            Ya José Antonio Mazzotti anunciaba, a propósito de obras 
            anteriores, lo que ahora encontramos, al subrayar que en el poeta 
            "se da no sólo una barroquización superlativa de 
            todos los niveles de expresión poética, desde los fonéticos 
            hasta los tropológicos, sino el cuestionamiento de la misma 
            escritura poética como tal y del sujeto poético unilineal, 
            mucho más allá de los límites del montaje eliotiano 
            y de las estructuras dramáticas ya ensayadas en la poesía 
            peruana desde los años 60" (2002b: 152). Su lenguaje florido, 
            críptico, selecto, cercano al cultismo de la mejor tradición 
            gongorina(7), 
            también veteado de americanismos, aleja este poemario de la 
            poesía coloquial o conversacional que practicara en sus inicios 
            y a la que volviera, sólo en parte, en Santa María(8). 
            El hermetismo lingüístico del libro que comentamos tiene 
            precedentes, tanto en Homenaje para iniciados, cuyo título, 
            de resonancias cuasi-modernistas, habla por sí solo del elitismo 
            pretendido, como en Symbol, donde se parte del argot del lumpen 
            nocturno limeño para construir una obra que, por momentos, 
            deja al lector "excluido del circuito de la comunicación"(9).
            
            En Eucaristía asistimos a la explosión del lenguaje, 
            de una lengua, la española, que salta en pedazos y se fragmenta 
            para provocar nuevas uniones insospechadas, en las que tendrán 
            cabida otros idiomas (latín, inglés, italiano, francés, 
            quechua); de una lengua que resurge prístina y goza de sí 
            misma al entregarse en el ofertorio de la recitación poética, 
            en un auténtico rito de gratitud (etimológicamente, 
             significa 'agradecimiento 
            acción de gracias')(10). 
            Las nueve partes en que se divide el libro ("Sajonia", "Cántico", 
            "Eucaristía", "Adonáis", "Lúdica", 
            "Bordado de encaje", "Lied", "Gema" 
            y "Egus") presentan distintos tonos y extensión, 
            desde los trece poemas que integran "Eucaristía" 
            a las tres líneas de "Egus"; desde el canturreo sonoro 
            del arte menor de "Cántico", con versos que bien 
            podría albergar el canto VI de Altazor ("vuela 
            perla-aire // marítima vacíame", p. 19, vv. 3-4)(11), 
            hasta el versolibrismo seudonarrativo y complejo de "Bordado 
            de encaje".
 significa 'agradecimiento 
            acción de gracias')(10). 
            Las nueve partes en que se divide el libro ("Sajonia", "Cántico", 
            "Eucaristía", "Adonáis", "Lúdica", 
            "Bordado de encaje", "Lied", "Gema" 
            y "Egus") presentan distintos tonos y extensión, 
            desde los trece poemas que integran "Eucaristía" 
            a las tres líneas de "Egus"; desde el canturreo sonoro 
            del arte menor de "Cántico", con versos que bien 
            podría albergar el canto VI de Altazor ("vuela 
            perla-aire // marítima vacíame", p. 19, vv. 3-4)(11), 
            hasta el versolibrismo seudonarrativo y complejo de "Bordado 
            de encaje". 
            
            
            
            2. EL NEOBARROCO
          Sabido es que hablar del neobarroco en la literatura hispanoamericana 
            exige hacerlo atendiendo a criterios geográficos, dado que 
            cada país ha desarrollado una teoría y una praxis específicas 
            de lo barroco(12). 
            Quizá uno de los más acreditados sea el cubano, con 
            las figuras de Lezama Lima, Carpentier, Cabrera Infante y Severo Sarduy 
            a la cabeza; los trabajos teóricos de casi todos ellos, caracterizados 
            por su extrema rigurosidad, supusieron un espaldarazo para la consagración 
            de dicha tendencia. Sin embargo, el término neobarroco 
            se ha empleado con posterioridad para referirse a realidades literarias 
            muy diversas; como señala Gonzalo Celorio, el modelo de Sarduy(13), 
            basado en la parodia y el artificio, "propicia la extensión 
            del término neobarroco a obras muy diversas, al grado que no 
            sería una exageración tomar la barroquicidad [...] como 
            una de las señas de identidad de la narrativa hispanoamericana 
            contemporánea"(14). 
            En lo concerniente a la poesía, el crítico y poeta Roberto 
            Echavarren, ha realizado una meritoria tentativa de síntesis 
            para ofrecer una definición aproximada de lo que constituye 
            la esencia neobarroca:
           
            La nueva poesía, además, a través de José 
              Lezama Lima, se asoma a la poesía barroca escrita en español. 
              No apuesta, como en el caso de las vanguardias, a un método 
              único o coherente de experimentación. Ni se reduce 
              a los referentes macropolíticos de la toma del poder o del 
              combate contra la agresión imperialista. Es impura: ora coloquial, 
              ora opaca, ora metapoética. Trabaja tanto la sintaxis como 
              el sustrato fónico, las nociones como los localismos. Y pasa 
              del humor al gozo.
              
              La poesía neobarroca es una reacción tanto contra 
              la vanguardia como contra el coloquialismo más o menos comprometido. 
              a) Comparte con la vanguardia una tendencia a la experimentación 
              con el lenguaje, pero evita el didactismo ocasional de ésta, 
              así como su preocupación estrecha con la imagen como 
              icono, que la lleva a remplazar la conexión gramatical con 
              la anáfora y la enumeración caótica. Si la 
              vanguardia es una poesía de la imagen y de la metáfora, 
              la poesía neobarroca promueve la conexión gramatical 
              a través de una sintaxis a veces complicada. [...] b) 
              Aunque pueda resultar en ocasiones directa y anecdótica, 
              la poesía neobarroca rechaza la noción, defendida 
              expresa o implícitamente por los coloquialistas, de que hay 
              una "vía media" de la comunicación poética. 
              Los coloquialistas operan según un modelo preconcebido de 
              lo que puede ser dicho, y cómo, para hacerse entender para 
              adoctrinar a cierto público. Los poetas neobarrocos, al contrario, 
              pasan de un nivel de referencia a otro, sin limitarse a una estrategia 
              específica, o a cierto vocabulario, o a una distancia irónica 
              fija. Puede decirse que no tienen estilo, ya que más bien 
              se deslizan de un estilo a otro sin volverse los prisioneros de 
              una posición o procedimiento(15).
          
          En el ámbito peruano, es preciso mencionar la tesis doctoral 
            de Rafael de la Fuente Benavides (Martín Adán), De 
            lo barroco en el Perú, pero también remitir a su 
            actividad poética, de índole indudablemente barroca 
            o neobarroca, con abundantes arcaísmos y un hermetismo de cuño 
            conceptista. Pedro Granados, en "De lo neobarroco en el Perú", 
            cita, entre los contemporáneos a poetas como Julio Ortega, 
            Vladimir Herrera, Magdalena Chocano, José Antonio Mazzotti, 
            Gabriel Espinoza Suárez o Frido Martín; podemos añadir 
            ahora en la nómina del neobarroco peruano al poeta Santiváñez, 
            en especial con la que, por el momento, es su última obra. 
            Para Granados es la década del 80 la del resurgir del barroquismo 
            peruano, cuando "las fuerzas barrocas adquieren nuevos bríos 
            en el Perú y, justamente, a partir de la poesía conceptista 
            / coloquial del autor de Diario de poeta. Claro está, 
            en un neobarroco que, asimismo, ha ido incorporando otros gustos de 
            moda y, es lo más remarcable, otros gestos de estilo hasta 
            hacerse casi irreconocible canónicamente"(16).
          Róger Santiváñez se alinea con el neobarroco 
            hispanoamericano, pero también con los poetas del 27 español, 
            en la recuperación del cordobés. Esa peculiar síntesis 
            de los españoles entre tradición e innovación 
            vanguardista, asimismo presente en Eucaristía -en un 
            momento en que, según Siebenmann, habríamos alcanzado 
            en la poesía hispanoamericana la paliación de la tradición 
            de la ruptura de que hablara Octavio Paz-, estrecha los vínculos 
            entre uno y los otros. Además, la presencia, ora implícita, 
            ora explícita del 27 en el poemario es un hecho constatable: 
            el sentimiento de exclusión y marginalidad, tan cernudiano, 
            y el enfrentamiento de dos mundos antagónicos presentes en 
            Poeta en Nueva York impregnan los poemas de "Sajonia" 
            ("en Sajonia aún no existo", p. 11, v. 17; "Mi 
            canción es triste por el viento de esta hora // en que escucho 
            la porfía de Míriam // por irse a los United", 
            p. 13, vv.1-3); o el tributo a Jorge Guillén en la sección 
            "Cántico", muy distinta del resto de la obra, con 
            un acercamiento, ma non troppo, a la pureza poética, 
            a "aquella desnuda // perfección" (p. 16, vv. 5-6):
           
             
               
                En ti está el ritmo
                  bajo la cantidad azul
                  dándole amor a los 
                  cuerpos soñados
                Eso es lo frágil.
                  He allí la pureza
                  etérea enviada
                  de tus labios
                  bañados en dulzor
                  .......... ("Cántico", 
                  4, p. 18)(17)
              
            
          
          Quizá hayamos de tener en mente la cita que abre Eucaristía, 
            no ya sólo como declaración de intenciones acerca de 
            la oscuridad (lingüística), del hermetismo y plurivalencia 
            del lenguaje que hallaremos, sino también como orientación 
            temática para la lectura de, al menos, la primera sección 
            del poemario, "Sajonia". Desde el exordio de la obra que 
            Santiváñez invoca en el epígrafe, Góngora 
            anuncia que pasos de un peregrino son errante; Mauricio Molho, 
            que ha escudriñado los posibles sentidos de la utilización 
            del término peregrino en las Soledades, concluye que 
            "el protagonista es peregrino porque es extranjero en 
            la región a la que la Fortuna le condujo: Góngora le 
            califica a veces de extranjero o de forastero. Venido 
            de lejos, el peregrino es el exiliado entre los que le rodean: su 
            condición de ser único, diferente de los demás, 
            le obliga a la soledad. Pero peregrino evoca también 
            en la lengua clásica, la cualidad de lo que es raro, extraño, 
            fuera de lo común, y, por eso mismo, "precioso": 
            designa siempre lo no-trivial, lo superlativo, lo inaudito"(18). 
            La identificación entre este peregrino y un poeta heredero 
            del malditismo simbolista, incluso modernista, es más que viable(19). 
            El sujeto lírico de "Sajonia", exceptuando tal vez 
            el tercero de los poemas, ejerce la labor poética: "Soy 
            el carmen que canta en el canto del chilalo" (p. 11, v. 18); 
            "Mi canción es triste por el viento de esta hora" 
            (p. 13, v. 1). De ahí que el estremecimiento por la exclusión, 
            por ese ostracismo de albatros a que parece relegado ("Voy por 
            los caminos seguramente fútbol // desprovisto de linternas, 
            de rigurosos esfínteres // cerrados", p. 13, vv. 7-9), 
            sea también el del escritor, el del poeta: "Aquí 
            es el tono de la franca indiferencia // aquí la pista en que 
            Juan murió atropellado" (p. 14, vv. 2-3); versos estos 
            últimos que, según el propio Santiváñez, 
            sugieren "lo esencial del poeta que enfrentado al sistema, muere 
            trágicamente"(20).
          La preponderancia del elemento acuoso en "Cántico", 
            la segunda sección, remite nuevamente a la cita gongorina (la 
            que en el torcido / luciente nácar te sirvió no poca 
            / risueña parte de la dulce fuente), un agua de estirpe 
            erótico-amorosa ("Soy surtidor purísimo / // brota 
            a borbotones // el agua de mi doncel", p. 15, vv. 2-4), pero 
            también, y simultáneamente, ofrenda castalia de silenciada 
            Éfire:
           
             
               
                Silencio fortuito.
                  Sorbo de la fuente
                  ............. de mi soledad
                gotas fugaces en la dorada
                  piel de aquella desnuda
                  .......................... perfección
                  .......... ("Cántico", 
                  2, p. 16, vv. 1-6)
                
                Suavísima antiquísima
                  poesía son tus ojos
                  mis mejores augurios
                  dátiles jugosos
                  ........................... o
                  lágrimas secadas
                  para esta música
                  combinada perfecta-
                  mente a tu oscuridad
                  sentimental.
                  .......... ("Cántico", 
                  3, p. 17)
              
            
          
          Y del agua de "Cántico" a la luz poético-eucarística 
            de la tercera sección, la más barroca, acaso, del poemario. 
            En "Eucaristía" las referencias mitológicas, 
            paganas, se entremezclan con las religiosas ("Azur bóveda 
            ingrávida perfección // Que dó naturaleza muerta 
            stella // Maris que Paris no pudo alcanzar", p. 21, vv. 10-12), 
            en un lenguaje tendente a prescindir de nexos que ensombrezcan la 
            esencia plurisignificativa de las palabras y la superposición 
            de imágenes: "Pétalo sé mi canción 
            exquisita // Squizofrénica forado escape divino // Hacer poesía 
            lingua franca vulva // Volada pasionaria honoris causa" (p. 22, 
            vv. 5-8). Una lengua apátrida y exuberante que, negadora de 
            toda posibilidad esticomítica, fluye y se derrama de verso 
            en verso en un eterno encabalgarse. Puestos a no aceptar lindes ni 
            fronteras, hasta los conceptos desbordan la unicidad léxica 
            y prolongan su eco mediante poliptotos que los desarrollan e intensifican: 
            "Créame pura en la pureza purificada // En la purificación 
            de tu rebeldía" (p. 23, vv. 7-8). Y las palabras violentan 
            el orden establecido para instaurar el caos anárquico de presentidos 
            hipérbatos que terminan no siéndolo, agresivas anástrofes 
            ("spuma // Que volví a refrescar santuario in", p. 
            22, v. 15; "oscurece húmeda músician de tu boca 
            filigrana vuelta re", p. 39, v. 13) e imponer una nueva sintaxis 
            de ardua legibilidad regida por parámetros distintos a los 
            de la lengua que los no iniciados manejamos. El resultado, sorprendente, 
            descoloca al lector, provocándole esa inquietud vertiginosa 
            de quien ha de olvidar lo que sabe para tornarse permeable ante una 
            nueva lengua (lingua franca) que le permita deleitarse con 
            esas "flores que brillaran en el abismo"(21) 
            que son los poemas de Eucaristía.
            
          
          3. Y EL SONIDO Y EL SONIDO.
          La búsqueda de un nuevo lenguaje poético, armónico, 
            desemboca en la eufonía que arrastra al lector hacia una anhelada 
            belleza fónica. De ahí los momentos extáticos, 
            en que, olvidados de toda significación, nos dejamos llevar 
            por el torrente de aliteraciones, paronomasias, geminaciones, rimas 
            dobles o internas, versos leoninos, rimas encadenadas o al mezzo, 
            como sucede en el primero de los poemas de "Adonáis":
           
             
               
                Gema o jerma ábrete corral corrido
                  Warike lampo cachina huida
                  Lámpara ampara Mara
                Mármara murmura radio futura
                  Hiena herida hiende tu risa
                  Fresca free frágil preferida
                Frugal aposento de la nueva especie 
                  .......... ("Adonáis", 
                  1, p. 35, vv. 6-12)
              
            
          
          O en el segundo, donde las tmesis parecen obedecer al poema mismo 
            en la exhortación a hender, a ser perforadas y atravesadas, 
            a la vez que el eco del címbalo se derrama en los versos siguientes, 
            e intuimos calambures no explícitos: 
           
             
               
                Succionas címbalo in resurrection
                  Sino amara mar slowly ara-
                  Ñaba sed hidratada melancolía sub
                Pop ululaba el ulular popular
                  Del viento veloz perforada
                  Privación de un fecundo mástil
                Huelo el mar nunca cruel
                  Hiende leda húmeda levedad 
                  .......... ("Adonáis", 
                  2, p. 36, vv. 1-8)
              
            
          
          La búsqueda deviene transitoriamente infructuosa ("qué 
            inencontrado // ritmo escarba esta poesía", p. 32, vv. 
            11-12), para que al final, en "Egus", el poeta sea hallado 
            por la poesía, iluminado ya, o tal vez encontrado poesía, 
            una vez acaecida la transubstanciación: "Poesía 
            me encuentra tu luz ojo quebrado anís de la melancolía 
            síndrome antesala barrunto oh la música que anudó 
            el pistilo de la innombrada flor aún poseída después 
            de la revelación" (p. 45). Pero el sujeto lírico 
            no pierde en ningún momento su vocación rítmica 
            y, acompañado de Euterpe y Polimnia, canta así:
           
             
               
                Mi ser expreso digo es música
                  Ritmical session perdura perdona
                  Poesía yo sé tú sabes lo sabe el pueblo 
                  
                  .......... ("Eucaristía", 
                  6, p. 26, vv. 10-12)
              
            
          
          La obsesión rítmica le viene a Santiváñez 
            de antaño, no sólo en la vertiente poética, sino 
            también en la meramente musical, aficionado como fue en los 
            80 limeños a los conciertos de "rock subterráneo" 
            o "pop achorado"(22). 
            En Symbol, su cuaderno músico, escrito, siguiendo 
            el consejo de Pound, in the sequence of the musical phrase 
            (Urdanivia: 20), se acrecienta esta pasión que ahora se dilata 
            hasta alcanzar al contenido mismo de la poesía, e incrementando 
            incluso el mimo en la cadencia versal. Así, hay momentos en 
            que el oído se topa con sorprende polirritmia endecasilábica 
            -en un poemario a veces versolibrista y de carácter marcadamente 
            anisosilábico-, mediante la combinación de pentámetros 
            yámbicos, endecasílabos comunes, sáficos, de 
            gaita gallega, a la francesa y alguno inaudito, con acentuación 
            en tercera, séptima y décima:
           
             
               
                Pétalo sé mi canción exquisita
                  Squizofrénica forado escape divino
                Hacer poesía lingua franca vulva
                  Volada pasionaria honoris causa
                  En este triste sino de tu signo
                Sonido flor pesca de un mar celeste
                  Como el cielo que en Colán frikeó
                  .......... ("Eucaristía", 
                  2, p. 22, vv. 5-11)
              
            
          
          Diversos son los tipos de música que repiquetean en el libro, 
            desde la de címbalos y campanas ("Así me pusiste 
            tu corazón en cuatro campanas", p. 41, v. 4) al murmullo 
            del río ("Ribera river dale fluido bello & músico 
            // Dial de la melancolía", p. 23, vv. 10-11), o del mar 
            ("Ahora que sólo el sonido del mar // Resuena en Magdalena", 
            p. 28, vv. 6-7), pasando por los temblores de la cumbre 
            andina, que retumban en el segundo de los poemas de "Lied": 
            "Un canto de acanto en el llanto agazapado de Canta" (p. 
            42, v. 14). Incluso la música contemporánea tiene cabida 
            (rock, techno, underground) y casta para identificarse con una poesía 
            de nuevo cuño: "En esta luz invernal // Escucho la música 
            urbana de mi soledad en Lima: // Es una poesía escrita en el 
            níspero del arrobado sentimiento" (p. 42, vv 1-3). Pero 
            siempre, el misterio, la magia de la música y la poesía 
            como revelación ("oh la música que anudó 
            el pistilo de la innombrada flor aún poseída después 
            de la revelación", p. 45) o como resultado del deambular 
            por derroteros ignotos:
           
             
               
                Veo los recónditos recodos en que
                  Cobijó nuestra canción / desenchufado
                  Afán que no volviste a sonreír
                No sabría escribir tu poesía 
                  Sacra mi música misteriosa & 
                  Dulcificada por el confíteor" 
                  .......... ("Gema", p. 
                  43, v. 10-12)
              
            
          
          Tal vez la clave de la obra se resuelva precisamente en la fruición 
            por la música y el ritmo, por el sonido de este canto de 
            acanto ofrendado, si no por púberes canéforas, sí 
            por el coro de vírgenes que asiste esta ceremonia poético-eucarística(23).
            
          
          4. EL CANTO DE CLÍO 
          El poeta Róger Santiváñez fue mostrándose 
            reticente, a partir de los primeros años de la década 
            de los 80, con la posibilidad de que la poesía cambiase el 
            mundo, sin que por eso el hombre haya dejado de estar comprometido 
            con su entorno. Los problemas políticos y sociales de su época 
            han seguido apareciendo en su obra, pero como pretexto para explorar 
            nuevas opciones lingüísticas (pensamos en ese lenguaje 
            lumpenizado de Symbol), como trasfondo o en relación 
            con otros problemas íntimos concernientes al sujeto lírico. 
            Los veinticinco años que separan su primera obra y Eucaristía 
            testimonian el viraje:
           
            Cuando escribí mi primer cuaderno Antes de la muerte 
              (1979) estaba fuertemente preocupado (la época lo exigía, 
              como dice Pound) en enhebrar mi poesía con el sentir de las 
              masas explotadas; deseaba que mis poemas expresaran los sentimientos 
              y aspiraciones del pueblo [...]. Igualmente quería captar 
              toda esa gesta limeña en la que yo había participado, 
              durante la cual el pueblo -después de la reforma velasquista- 
              arrinconó a la dictadura de Morales Bermúdez [...] 
              y lo obligó a convocar la Asamblea Constituyente. [...] En 
              mi segundo cuaderno, Homenaje para iniciados (1984), ya no 
              tenía ninguna preocupación estrictamente política: 
              ya había pasado por la anárquica vida del Movimiento 
              Kloaka; estaba decepcionado de la Izquierda Unida que -salvo honrosas 
              excepciones- no hizo nada por el pueblo al que decía representar 
              en el Congreso [...]. Así las cosas, en este libro me dediqué 
              a cantar el amor erótico y a la separación de los 
              amantes y a una defensa cerrada de un individualismo anarquista 
              frente a cualquier orden establecido. Al mismo tiempo empecé 
              a interesarme por lo que denominamos fraseo en la poesía, 
              o sea el ritmo interno de los versos y su capacidad órfica, 
              ondulante, sensual. Aquí es cuando arranca mi preocupación 
              por el lenguaje en sí mismo, sin importarme mucho -a nivel 
              consciente- de lo que quería significar (Ildefonso).
          
          De acuerdo con esa evolución, el contexto político-social 
            en cuanto tal ocupa un lugar ínfimo en Eucaristía. 
            Las escasos ejemplos que vetean el poemario suelen venir acompañados 
            de un conflicto personal, y, sobre todo, de una intensa exploración 
            del lenguaje y sus posibilidades, en la mejor tradición vallejiana. 
            Y la mayoría de las veces, esas muestras vienen insertas en 
            poemas cuya prioridad no es, ni mucho menos, la testimonial, como 
            en el segundo de los sajones: "Ya no hay pasto // ya no hay guerra 
            ya no sumo ni // resto los cadáveres. Hoy me vuelvo // a sonreír 
            en los espejos de mi madre" (p. 13, vv. 3-6).
          El único texto dedicado íntegramente a la cuestión 
            social lo hace desde una perspectiva muy distinta a la de los primeros 
            poemas de Santiváñez. Se trata del undécimo de 
            "Eucaristía", en el que incluso las alusiones, frecuentes 
            en su obra, a otros poetas (Javier Heraud, poeta guerrillero, muerto 
            a los 21 años, y Rodolfo Hinostroza), tienen implicaciones 
            socio-políticas, y lo tiñen de la vertiente comprometida 
            de aquellos:
           
             
              
                Sólo para tu carita de estambre que se
                  Revienta en millares de hojas esparcidas
                  Extraños sueños siniestros
                Me hicieron doler pero reconocer que
                  El dolor político no es otro tema de 
                  Mi canción nunca me metí en la trinchera
                Me fui hui huyendo como dijo Heraud
                  Aunque él sí murió por nosotros
                  Soy hinostroziano no creo
                En las guerras no creo en nadie soy
                  Un lumpen maldita la hora en que hablé
                  Con un lumpen no soy un lumpen soy
                  .......... ("Eucaristía", 
                  11, p. 31)
              
            
          
          La escisión, un tanto esquizoide, del sujeto poético 
            lo lleva a dudar de su condición de individuo, acuciado por 
            un sentimiento de culpa, que rápidamente se torna justificación 
            o excusa, y después, imprecación y duda. La ausencia 
            de signos de puntuación, así como el encabalgamiento 
            entre los versos noveno y décimo vuelve ambiguos (o por mejor 
            decir, ambivalentes, plurivalentes) los versos finales(24). 
            La alusión a Heraud reviste al poeta de un cierto halo mesiánico, 
            con el empleo de la expresión morir por nosotros: a 
            la función órfica del poeta se le suma ahora esta otra 
            que empuja al sujeto poético a considerar que no está 
            a la altura de las circunstancias, a proclamar una impostada misantropía. 
            Pero es necesario volver al inicio del poema y a esa carita de 
            estambre a que se dirige para constatar que es falaz el no 
            creo en nadie. La indeterminación sintáctica que 
            caracteriza al poemario nos impide precisar si la oración inicial 
            se trunca en singular aposiopesis o hay que imaginar un elidido verbo 
            entre los versos segundo y tercero; de cualquier modo, es esa persona 
            la que motiva la reflexión y la induce, bien por el amor hacia 
            ella (el diminutivo nos revela el afecto del sujeto hacia la misma) 
            y el consiguiente deseo por parte del sujeto lírico de ser 
            un poco mejor, bien por una asociación de imágenes que 
            vendría provocada por su contemplación. Esos millares 
            de hojas esparcidas podrían aludir tanto a los de una carita 
            sinecdóquicamente transmutada en flor, como a una imagen mucho 
            más comprometida desde el punto de vista político, la 
            de los panfletos y octavillas volantes en un escenario reivindicativo 
            como, por ejemplo, una manifestación. A partir de ahí, 
            serán los extraños sueños siniestros (y 
            el sentimiento de culpabilidad por no haber "entrado en acción" 
            que parece estar ligado a ellos) los que justifican el contenido del 
            poema. Por lo tanto, no se trata de un poema social con una pretensión 
            por cambiar el mundo, sino que plantea el conflicto íntimo 
            de un individuo ante la posibilidad del cambio y su propia implicación. 
          
          *********
          Mas nunca hizo verano una golondrina sola. La realidad externa político-social 
            no constituye una de las preocupaciones cruciales del poeta en Eucaristía, 
            aunque esté de algún modo presente. Con lo que se queda 
            el lector que lee y relee el poemario es con la fuerza y exuberancia 
            de un lenguaje pulido hasta la reverberación, con el goce que 
            provoca la eufonía de unos versos sonoros y armónicos, 
            con el desenfrenado erotismo sacro-profano y las insólitas 
            imágenes que de él derivan(25); 
            con la impresión, en definitiva, de que el poeta oficiante 
            nos despidiera con un renovado Ite, missa est.
           
          
           
          NOTAS
          (1) Este 
            artículo fue publicado originalmente, con el título 
            de "Un canto de acanto. La poesía peruana del nuevo milenio" 
            en Philología hispalensis, Vol. XVIII, revista de la 
            Facultad de Filología de la Universidad de Sevilla, 2004. Salvo 
            por el título, el texto no tiene variaciones.
            
            (2) M. Ildefonso, "El 
            fuego de la poesía. Entrevista al poeta Róger Santiváñez", 
            Ciberayllu (20 de septiembre de 2004). <http://www.andes.missouri.edu/andes/Cronicas/MI_Rsantivanez.html>
          (3) 
            Para la historia de Kloaka, véanse los trabajos de J. 
            Zevallos Aguilar, Movimiento Kloaka (1982-1984): Cultura juvenil 
            urbana de la postmodernidad periférica, Lima, Editorial 
            Ojo de Agua, 2002; o de J. A. Mazzotti, Poéticas del flujo. 
            Migración y violencia verbales en el Perú de los 80, 
            Lima, Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2002, en concreto, 
            el capítulo 4º, "El flujo subterráneo", 
            pp. 131-172, donde, además de analizar el fenómeno de 
            la Kloaka, estudia la obra de dos de sus integrantes, Domingo 
            de Ramos y Róger Santiváñez. Resumiendo, diremos 
            que Kloaka fue un movimiento de neovanguardia de vida efímera 
            (1982-1984), una corriente artística contracultural, no sólo 
            reducida al ámbito literario, sino extensiva también 
            a la música, la pintura, la escultura, la fotografía 
            o el audiovisual. José Antonio Mazzotti los ha caracterizado 
            apelando, en primer lugar, al hipercultismo lúdico, 
            pero también a la polifonía dentro de un mismo texto 
            y a la existencia de una poesía del lenguaje, con el 
            "quiebre de la lógica denotativa para explotar formas 
            de expresión cercanas al discurso esquizoide y a una suerte 
            de neovanguardismo cuyos nexos pueden ser rastreados en el ya lejano 
            pero aún influyente Trilce de Vallejo" (Mazzotti 
            2002b: 133-134). La fugacidad del movimiento no impedirá que 
            los integrantes desarrollen, con posterioridad e individualmente, 
            las propuestas estéticas y políticas ensayadas en el 
            laboratorio grupal (Zevallos Aguilar: 31-33); en palabras de César 
            Ángeles, "los poetas entran en un proceso de archipielagización 
            creciente. Cada vez es más evidente la poca voluntad e interés 
            por hacer las cosas grupalmente", "Aproximación a 
            la poesía peruana de los 80. Punto de partida: la poesía 
            de Róger Santiváñez", Ciberayllu 
            (12 de agosto de 2001). <http://www.andes.missouri.edu/andes/Especiales/CALRoger/CAL_Roger1.html>. 
            A Róger Santiváñez se lo consideró caudillo 
            de Kloaka.
          (4) 
            En "Primer texto (manifiesto)", firmado por Róger 
            Santiváñez y leído en el recital "La Poesía 
            Joven", que organizó el Movimiento Kloaka el 21 
            de abril de 1983, constatamos su vocación de compromiso: "El 
            Movimiento Kloaka desde su fundación ha reivindicado la vida, 
            la intensa realización de la vida, es decir, la liberación 
            como la forma más perfecta de oponerse al dolor social que 
            nos golpea todos los días y a cada momento, y al hecho incontrastable 
            que gobierna la condición humana: la finitud, la muerte.
            
            "Se trata entonces, de que el poeta, el artista en Latinoamérica, 
            tiene en primer lugar la tarea de crear una obra que sea su 
            primera y más contundente propuesta. Y en segundo lugar, dadas 
            las condiciones históricas que padecen nuestras sociedades, 
            le corresponde al artista el rol de crítico, sacerdote, agitador 
            radical, maestro de escuela; es decir, movilizador de la conciencia 
            de la mayor cantidad de personas, ya que la experiencia poética 
            no es patrimonio ni exclusividad de nadie; sino que existe como fuerza 
            potencial en todo ser humano. [...]
            
            "Porque hemos venido a encontrar la plenitud. A organizar una 
            rebelión con lucidez, una rebelión que no vacile ante 
            el riesgo, porque aquí no hay nada qué [sic] 
            perder y sí mucho que ganar: llegar al corazón de la 
            gente, proponer que la Revolución es posible porque 
            bulle en nuestras angustias y nuestras visiones. Porque no vamos 
            a morir, sin antes construir el mensaje que pueda transformarnos y 
            así ofrecer nuestra propia vida como prueba de nuestro más 
            hermoso deseo: vencer al tiempo y liquidar el dolor que a todos nos 
            alcanza, para que se convierta en una música, un color, una 
            palabra; que sea, de una vez y para siempre, como escribió 
            Luis Hernández: LA SONADA COHERENCIA" (Zevallos Aguilar: 
            82-83); el subrayado y las mayúsculas son del autor.
          (5) 
            P. de Lima, "Violencia y "otredad" en el Perú 
            de los años 80: de la globalización a la "Kloaka"", 
            Revista Crítica Literaria Latinoamericana XXIX, 58 (Lima-Hanover, 
            2003), pp. 275-301; el apartado en cuestión se encuentra en 
            las pp. 283-289.
            
            (6) "El resplandor 
            de su Eucaristía corona un proceso literario [...] iniciado 
            con su emblemático Symbol", M. Medo Ferrero, "Repensando 
            la poesía peruana: una Babel en el continente latinoamericano", 
            www.letras.s5.com. <http://www.letras.s5.com/lp140105.htm>
            
            (7) La presencia de Góngora 
            en el poemario la cerciora la cita inicial, perteneciente a la segunda 
            de las Soledades: "la que en el torcido / luciente nácar 
            te sirvió no poca / risueña parte de la dulce fuente". 
            De cualquier modo, el hermetismo de Eucaristía, la presencia 
            de hipérbatos y anátrofes de factura neobarroca, así 
            como la proliferación de neologismos, cultismos y latinismos, 
            entre otros recursos, son de por sí suficientes para invocar 
            el espíritu del poeta cordobés. No olvidemos la formación 
            literaria recibida por Santiváñez: luego de estudiar 
            con los jesuitas en Piura, y de cursar un año de Periodismo 
            en la Universidad de su ciudad natal, se marchó en 1975 a Lima 
            para graduarse en Literatura en la Universidad de San Marcos. En la 
            actualidad, se está doctorando en Literatura en Temple University, 
            Philadelphia. 
          (8) 
            Es el poeta quien incide en que su lenguaje "fue tributario del 
            Conversacionalismo" en Antes de la muerte y que escribió 
            Santa María "en un regreso temporal a mi ciudad 
            natal de Piura, viaje que también significó una vuelta 
            (una estación) en el Conversacionalismo que me vio nacer" 
            (Ildefonso).
            
            (9) E. Urdanivia, "Symbol. 
            El cuaderno músico de Róger Santiváñez", 
            Sietevientos, 5 (Piura, 1993), pp. 17-38; la cita corresponde 
            a la p. 23. También Mazzotti ha referido esta característica 
            de la poesía de Santiváñez, a propósito 
            de Symbol y de Cor Cordium: "en estos dos libros, 
            sin embargo, la actitud de enfrentamiento al lector, el sentido provocador 
            de sus imágenes y el dislocamiento de un sujeto poético 
            que se disgrega entre los paraísos artificiales y la persecución 
            sexual más desenfrenada nos presentan a un poeta novedoso y 
            un lenguaje que se ofrece como contrapunto y superación de 
            la retórica meramente narrativa y coloquialista ya consagrada 
            en la poesía peruana" (2002b: 171).
            
            (10) El DRAE, en 
            su tercera acepción para el adjetivo eucarístico, 
            nos ofrece la siguiente definición: 'dícese de las obras 
            en prosa o verso cuyo fin es dar gracias'.
          (11) 
            Huidobro, como Góngora y como la pléyade de poetas peruanos 
            (César Vallejo, César Moro, Martín Adán, 
            Oquendo de Amat, Javier Heraud o Rodolfo Hinostroza), asiste al poeta 
            en el oficio eucarístico. El eco altazoriano es indudable por 
            la primacía del sonido sobre todo lo demás, mas acude 
            también Huidobro, invocado por el texto, en varias ocasiones: 
            "Un mar celeste como el cielo que en Colán // fundó 
            contigo silueta fijada / horizon carré // línea frágil 
            entre tú el cielo & el mar" (p. 23, vv. 1-3). Debido 
            a que el poeta inserta con frecuencia el signo / en medio de sus versos, 
            nos tomamos a partir de ahora la licencia de marcar siempre con doble 
            / el final del verso, evitando así confusiones.
            
            (12) El poeta argentino 
            Néstor Perlongher (1949-1993) acuñó a mediados 
            de los 80 el término neobarroso para aludir a la poesía 
            neobarroca que se realizaba en la zona rioplatense. Pueden consultarse 
            al respecto N. Perlongher, "Neobarroco y neobarroso", en 
            AA. VV., Medusario. Muestra de poesía latinoamericana, 
            México, Fondo de Cultura Económica, 1996, pp. 19-30; 
            o E. Milán, "Neobarrosos", Zunái. Revista 
            de Poesía & Debates. 
            <http://www.revistazunai.com.br/ensaios/eduardo_milan_neobarrosos.htm>. 
            Más genéricos son los trabajos de O. Calabrese, A 
            idade neobarroca, Sao Paulo, Martins Fontes, 1987; I. Chiampi, 
            Barroco y modernidad, México, Fondo de Cultura Económica, 
            2000; así como R. Romero, "Barroco y Neobarroco. Naturaleza, 
            apoteosis, dificultad, oscuridad", Babab, 22 (noviembre 2003). 
            <http://www.babab.com/no22/neobarroco.php> 
            
            
            (13) Los principales trabajos 
            de Sarduy sobre el barroco (Escrito sobre un cuerpo, Barroco, La 
            simulación, Nueva inestabilidad) han sido recogidos en 
            Ensayos generales sobre el barroco, México-Buenos Aires, 
            Fondo de Cultura Económica, 1987. Es fundamental su artículo 
            "El barroco y el neobarroco", en C. Fernández Moreno 
            (coord.), América Latina en su literatura, México, 
            Siglo XXI, 1972, pp. 167-184.
            
            (14) G. Celorio, "Aproximación 
            a la literatura neobarroca", Letras de Chile. <http://www.letrasdechile.cl/modules.php?name=News&file=article&sid=582>
            
            (15) R. Echavarren, "Prólogo", 
            en AA. VV., Medusario. Muestra de poesía latinoamericana, 
            México, Fondo de Cultura Económica, 1996, pp. 11-17; 
            la cita corresponde a las pp. 13-14.
           (16) 
            P. Granados, "De lo neobarroco en el Perú", www.letras.s5.com. 
            <http://www.letras.s5.com/pg150305.htm>
            
            (17) Santiváñez 
            se muestra escéptico a propósito de la pureza: "la 
            imagen de la pureza como una utopía inalcanzable o una salvación 
            que podría relacionarse a los paraísos o cielos de las 
            religiones. Pero en realidad es la misma poesía. Un estado 
            de gracia sería la poesía. [...] Hablamos de una pureza 
            que no existe pero que es. Como esa utopía, que sólo 
            mora en nuestros corazones angustiados. Y que transformamos en belleza" 
            (Ildefonso). En el octavo de los poemas de "Eucaristía", 
            el sujeto lírico exclama "Creación pura aunque 
            ni la poesía sea // Pura pero qué es la pureza qué 
            es dime // Todo esto" (p. 28, vv. 3-6). 
           (18) 
            M. Molho, Semántica y poética (Góngora, Quevedo), 
            Barcelona, Crítica, 1977, p. 55.
            
            (19) José Antonio 
            Mazzotti se referirá al malditismo como "la veta más 
            característica de este autor" (2002b: 156), no sólo 
            con el malditismo anarcoide de sus años de experimentación 
            con la Kloaka, sino incluso después, con uno de cuño 
            estético, que lo vincula con los poetas malditos del XIX francés: 
            "El malditismo, que no es nuevo en la poesía peruana y 
            mucho menos en la occidental, surgía entonces [con Homenaje 
            para iniciados] de manera clara desde una postura pretendidamente 
            elitista" (Mazzotti 2002b: 157). El título de su libro 
            de 1991, Symbol, así como la dedicatoria del mismo ("éste 
            es mi cuaderno músico"), siguen entroncando a "san 
            tiváñez" con el movimiento francés.
            
            (20) Partiendo que la disemia 
            que entraña el verso (ese Juan aludiría tanto 
            a Juan Vega como a Juan Ojeda, ambos poetas con un cierto halo de 
            malditismo, muertos tempranamente y de forma trágica), el sentido 
            final supera lo anecdótico para alcanzar ese valor genérico 
            a que alude Santiváñez de enfrentamiento del poeta con 
            el mundo. Véase la entrevista de Ildefonso, de donde tomamos 
            la cita.
           (21) 
            R. Zurita, "La letra en que nació la pena: muestra de 
            poesía peruana 1970-2004", www.letras.s5.com. <http://www.letras.s5.com/lp150105.htm>
           (22) 
            Véase el trabajo de Ángeles, en concreto las nn. 3 y 
            11, así como Mazzotti 2002b: 136. Para Ángeles, "si 
            la música es la armonización de sonidos para expresar 
            mensajes, la música de Santiváñez no es, por 
            cierto, aquella apacible, amena ni clásicamente ordenada. Es 
            otra música. Es la violencia sonora de la calle; la estridencia 
            de la orbe actual y de sus personajes más agresivos. Desde 
            allí, Santiváñez nutre temática y musicalmente 
            su lenguaje poético. De ahí que es muy probable que 
            quien esté ajeno a ese "mundanal ruido" (del cual 
            es una expresión contemporánea el rock), o en contra 
            de él, perciba la poesía de Santiváñez 
            como instrumento de sonoridad cacofónica, criatura de un poeta 
            con mal oído que (des)articula versos. Es que esta poesía, 
            en verdad, no se entiende ni se siente adentro si se le saca de este 
            ruido-urbano, de esa ex-profesa desarticulación de la sintaxis 
            amena y conversacional. La música de Santiváñez 
            es la música de la violencia urbana, y nada de eso puede ser, 
            pues, una melodía amena para agarrar sueño o para elevar 
            el alma a estados de paz". Sin embargo, a continuación, 
            el crítico mismo matiza su tajante afirmación: "Cabría 
            ver este aserto, sin embargo, con más cuidado; porque es posible 
            que en este bombardeo melódico se revelen estaciones de sosiego, 
            en diálogo con lo anterior. Así se expresaría, 
            además, el modo real de cómo es la vida: unidad de contrarios, 
            dialéctica" (Ángeles: n. 11). 
           (23) 
            G. Stagnaro señala certeramente la capacidad de la obra para 
            influir en el lector por vías distintas a las racionales, como 
            la emotiva, al igual que sucede con la música: "no se 
            condensa en una sola simbolización ni posee un contenido de 
            asimilación inmediata, sino que se abre a las diversificaciones 
            del sentido reconstruidas por la lectura. Descompuesto el lenguaje 
            en sus unidades fonéticas, desprovisto de toda pretensión 
            lógica por la comunicación y convertido en un trasvase 
            en el que entran y salen idiomas y culturas, el poema se vuelve apto 
            para el deslizamiento de la afectividad", "Ceremonias seculares", 
            El Peruano, 81 (Lima, 21 de marzo de 2005), p. 11.
           (24) 
            La confusión transitoria que provoca ese encabalgamiento ("Soy 
            hinostroziano no creo // En las guerras") ha sido también 
            subrayada por Paolo de Lima, que analiza este poema por considerarlo 
            relevante en la evolución poética de Santiváñez 
            en lo que respecta a su posición ante la violencia estructural 
            del sistema. Para él, estos recursos expresivos encarnan o 
            materializan la propia disgregación del sujeto: "el sujeto 
            poético se ha visto como un lumpen para inmediatamente alejarse 
            de esta identificación y afirmarse en un soy que sin embargo 
            no basta" (De Lima: 288-289).
           (25) 
            Como se sabe, el modernismo hispanoamericano fue proclive al contubernio 
            sacro-erótico. Un ejemplo paradigmático es el del poema 
            "Ite, missa est", citado al inicio de este trabajo, en el 
            que Darío recrea el acto amoroso, metafóricamente presentado 
            como rito eclesiástico; en semejante dirección, aunque 
            tal vez con cierta merma de la calidad estética, estarían 
            poemas como "Gratia Plena", "De blanco" o "Liturgia 
            erótica", de Amado Nervo, Gutiérrez Nájera 
            y Julián Herrera y Reissig, respectivamente.
          
            
            
          
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