PEDRO PÁRAMO
Juan Rulfo
(texto escogido)
En la destiladera
las gotas caen una tras otra. Uno oye, salida de la piedra, el agua
clara caer sobre el cántaro. Uno oye, Oye rumores; pies que raspan el
suelo, que caminan, que van y vienen. Las gotas siguen cayendo sin
cesar. El cántaro se desborda haciendo rodar el agua sobre un suelo
mojado.
..... "¡Despierta!", le
dicen.
..... Reconoce el sonido de la
voz. Trata de adivinar quién es; pero el cuerpo se afloja y cae
adormecido, aplastado por el peso del sueño. Unas manos estiran las
cobijas prendiéndose de ellas, y debajo de su calor el cuerpo se
esconde buscando la paz.
.....
"¡Despiertate!", vuelven a decir.
.....
La voz sacude los hombros. Hace enderezar el cuerpo. Entreabre los
ojos. Se oyen las gotas de agua que caen de la destiladera sobre el
cántaro raso. Se oyen pasos que se arrastran... Y el llanto. Entonces
oyó el llanto. Eso lo despertó: un llanto suave, delgado, que quizá
por delgado pudo traspasar la maraña del sueño, llegando hasta el
lugar donde anidan los sobresaltos.
..... Se levantó despacio y vio la cara de una
mujer recostada contra el marco de la puerta,oscurecida todavía por la
noche, sollozando.
..... - ¿Por qué
lloras, mamá? -preguntó; pues en cuanto puso los pies en el suelo
reconoció el rostro de su madre.
..... -
Tu padre ha muerto -le dijo.
..... Y
luego, como si se le hubieran soltado los resortes de su pena, se dio
vuelta sobre sí misma una y otra vez, una y otra vez, hasta que unas
manos llegaron hasta sus hombros y lograron detener el rebullir de su
cuerpo.
..... Por la puerta se veía el
amanecer en el cielo. No había estrellas. Sólo un cielo plomizo, gris,
aún no aclarado por la luminosidad del sol. Una luz parda, como si no
fuera a comenzar el día, sino como si apenas estuviera llegando el
principio de la noche.
..... Afuera en
el patio, los pasos, como de gente que ronda. Ruidos callados. Y aquí,
aquella mujer, de pie en el umbral; su cuerpo impidendo la llegada del
día; dejando asomar, a través de sus brazos, retazos de cielo, y
debajo de sus pies regueros de luz; una luz asperjada como si el suelo
debajo de ella estuviera anegado en lágrimas. Y después el sollozo.
Otra vez el llanto suave pero agudo, y la pena haciendo retorcer su
cuerpo.
..... - Han matado a tu
padre.
..... - ¿Y a ti quién te mató,
madre?