Raúl Zurita, Poeta:
"Este es el reino de la tontera"
Por
Margarita Serrano
Foto: José Luis Risetti
Revista "El Sábado"
de El Mercurio, sábado 29 de abril de 2006
Criticado por su cercanía
al oficialismo, hoy fustiga a los gobiernos de la Concertación
y toma distancia del poder. No es que se atreva más porque
tiene un Parkinson creciente. Zurita se ha atrevido siempre a decir,
a escribir, a hacer lo que se le antoja. Ahora anuncia su último
libro, donde dispara contra muchos personajes de la "farándula
cultural", pero dice que ni siquiera los odia.
Zurita no se muere todavía.
A pesar de que sería un acto poético redondo morirse
ahora, junto con lanzar su último libro Los países
muertos, en las próximas semanas. Pero está demasiado
vivo para que le resulte la pirueta. Es cierto que tiene Parkinson,
que las manos se le ponen rígidas a ratos y parece no controlar
ni sus dedos ni sus brazos. Sólo a ratos. La mayor parte del
tiempo está muy bien.
Abre la puerta de su casa en Pedro de Valdivia
Norte, pone la tetera, prepara café, prende un cigarro tras
otro y los dedos se lo permiten muy bien. Ahí está su
notebook, sobre la mesa del comedor,
en el que trabaja sin problemas. Escribir a mano le complica más,
pero igual a sus poemas les da forma, desde mucho antes, en el computador.
Zurita está sumamente vivo. Sin la rabia que parecía
tener en el adelanto del libro que se publicó, donde le dispara
a personas de la llamada "farándula cultural". No
hay odio, hay atrevimiento, hay juicios desnudos, hay pasión
sin límites. Y lo sorprendente es que todo todo, incluso
su cuerpo que se está gibando, sus manos tiesas, sus ojos devoradores,
sus palabras drásticas y feroces está, finalmente,
envuelto en poesía.
¿Por qué cree que será la última
obra?
Es la última obra, porque lo sé. No es que me vaya
a morir en tres meses más. Es la última obra porque
es mi intento definitivo. Porque independientemente de los años
que me esperen, no sé si lograré hacer lo que quiero
hacer. Y eso es escribir un poema en los acantilados del norte de
Chile.
Ya logró escribir en el cielo de Nueva York y en el
desierto chileno, ¿por qué no va a poder ahora?
A mí me tocó siempre romper con lo establecido,
y me doy cuenta de que el último sueño es mucho más
difícil de materializar. A mí también me emociona
algo que si no se hace, lo habré visto solamente yo, en mi
alma. Y que morirá conmigo. Probablemente los más grandes
poemas nunca se van a escribir y van a morir conmigo. Eso tiene una
luz muy especial.
Pero ésa es también una disculpa para no escribir
ni realizar.
Estoy haciendo lo humanamente posible para hacerlo. Han salido
cosas en revistas inglesas y alemanas pidiendo apoyo financiero y
no sé si alcanzaremos a hacerlo. En la costa norte de Chile
hay unos farellones muy grandes, quiero instalar allí, aunque
dure poco, dos inmensos paneles, del tamaño de la fachada de
un edificio, con doce frases, que dicen lo que me imagino que es todo
lo que un ser humano ve en su paso sobre la tierra. Como se ven desde
el mar, me imagino que cuando se llega a un territorio, eso es lo
que se va a ver. "Verás el poco amor...". Se va haciendo
cada vez más triste.
No se le fue dado tener sueños fáciles y pequeños
a este poeta. Lo que está pensando es en una gran obra de ingeniería.
Asiente con resignación. "Qué diablo, así
como no puedo querer poco". Quiere que sea la última escena
de la película, ésa que uno sabe que es la última
aunque se filme antes. Así es de dramática su trascendencia.
Toda mi vida ha sido un poco así, nada me ha salido fácil.
Es como un sueño que quiero hacer, que no renuncio a hacer,
pero al mismo tiempo es tan íntimo...
PIEDRAS
DEL CAMINO
Los países muertos es una pequeña parte de un
libro que no ha terminado. El libro grande es un monólogo que
está escribiendo desde hace como 15 años y que se llama
Zurita. Le da pudor cuando lo dice, entonces aclara de inmediato:
"Es un fulano, donde de repente me veo yo mismo. Que no lo pasa
bien, y que a veces lo pasa bien, al que uno le habla y le dice cosas
pesadas".
¿Es la continuación de La vida nueva?
Sí, es La vida nueva reescrita, pero que se
llamaría La vida rompiéndose y haciéndose pedazos.
Es como siento que es, un río que arrastra piedras, pero como
cualquier ser humano que experimenta su vida, sin aliento, con una
pasión que se larga.
En Los países muertos, usted lanza palabras llenas
de ira a varios escritores y críticos...
No, yo no lo llamaría ira, porque lo que menos tengo
es ira. No tengo cálculo. He tratado de no ponerme límites,
porque los demás ya te los ponen. Hay un libro que es la Divina
comedia, que es un gran tránsito con todos los personajes de
la época, algunos están metidos en el infierno... Las
personas a los que me refiero son, finalmente, los personajes del
poema. El personaje enojado es Uribe, que es como una caricatura.
Yo puedo sentir pena, tristeza...
¿Por qué un poeta de su talla escribe epítetos,
a lo menos ofensivos contra esas personas?
Está dicho con un cierto genio. Son estampas. Como
en la Divina comedia, independientemente de los juicios de la sociedad,
esos personajes son retratos de tu pasión, no tanto de tu ira.
Y por último, es mi poesía. Los tipos tendrían
que entender que es un poema, y el poema es el reino de tu libertad.
No pueden negarte la posibilidad de poner lo que sientes que tiene
que estar allí. Estos personajes en su conjunto, entre los
que también voy yo, representan todo un tránsito por
lo más entumido, lo más doloroso, también lo
más falso de un país por el que estamos atravesando.
"A mí se me encarna esta serie de personajes, por alguna
característica, por toda una impostura cultural, una impostura
literaria, y los personajes, incluso yo mismo, no son sino pequeñas
muestras. Lo principal de los personajes es que van en una travesía,
y van mirando cosas, cosas que son muy duras".
¿Hay algún personaje de esta travesía
que le guste?
Sí, si alguien pudiera leer con un cierto amor, notaría
que el mismo (Diego) Maquieira... Es casi una parodia de cosas que
él podría hacer y que ha hecho. Hay otro que llora conmigo.
Tiene muchos más matices, que yo espero que se vean cuando
se vea todo.
En el
desborde
Tiene 56 años. Está en su cuarto matrimonio y tiene
muchos hijos, entre los propios y los ajenos, porque los cuenta a
todos. No es un tipo fornido, sin embargo la fuerza interior trasunta
también por su cuerpo. En otros tiempos, se quemó los
ojos para realizar la experiencia de no ver. El ácido no pudo
con su vista y ahora lo agradece. Otra vez se cortó la cara,
siempre con justificaciones poéticas que en él resultan
coherentes. Lo que ha hecho, con asombrosa valentía física,
es llevar a su cuerpo a vivir los mismos extremos de sus versos. Y
ahora, es el cuerpo el que le cobra. Un día, hace como siete
años, estaba firmando libros en algún país latinoamericano,
y un comprador que era médico, miró cómo tomaba
el lápiz y cómo firmaba. "Usted está con
Parkinson", le dijo. Y Zurita supo que era verdad. Como si lo
hubiera estado esperando.
Esto es fuerte. Pero es el reclamo de amor que me hace el cuerpo.
Como el niño que chilla para que te fijes en él. Cada
vez que me cuesta mover el brazo o siento un costado más rígido,
siento que me dice estamos tan juntos que vamos a morir juntos, entonces
dime algo sobre mí... Es fuerte esto, es irreversible y será
cada día un poco más... No lo tomo como una tragedia,
sino como un reclamo del cuerpo. Tendré que hablar desde allí
ahora, porque el cuerpo es tu patria, aunque no te guste. No son las
cordilleras o las playas. Son los brazos, las manos, las piernas...
Como no soy ningún santo, no estoy obligado a hacer de la desgracia
una virtud, pero hay algo en esto que siento que me ha dado una nueva
fuerza. Como que te enraíza más, te clava...Te hace
más consciente de ti mismo. Y en todo lo que tenga que hacer,
esto estará presente. Porque éste es mi territorio nuevo.
¿Muy distinto al anterior?
No, pero está presente. Me doy cuenta de que las emociones
tienen un costo físico muy grande. ¿Ves cómo
está de rígido este brazo? Es porque estoy enteramente
involucrado en lo que estoy hablando. Eso es cansador. Pero cuando
los días se acaban y me quedo solo con mi mujer, no tengo enfermedad.
Ahora que está más maduro, ¿sigue siendo
el amor de pareja tan importante como lo fue antes?
En la medida que pasan los años, siento que el amor
es más fuerte todavía. Es lo único que nos salva
de la angustia de morirse. Es la única barrera contra la muerte.
El amor es lo único que te salva de saber que esto es breve.
Para mí, que no creo en la otra vida, el amor es la única
eternidad que se me da en esta vida. No hay otra.
¿Es la inspiración también para hacer
arte?
Probablemente la pasión de la poesía, la pasión
del arte sean comprometidas por amor. Por eso les digo a los tipos
que escriben: hazlo todo, todo lo que tengas que hacer, no te restrinjas
por otros, ya vendrán otros a ponerte los límites. Por
eso, frente a mis personajes, si sentí la necesidad de hacerlo,
lo haré. Si necesito poner ciertas figuras, ciertos nombres,
lo haré. No me creo el Mío Cid, tengo los mismos miedos
que todos, pero lo que tenga que hacer, lo haré. Curiosamente
los personajes de Los países muertos cumplen para mí
una función artística.
¿No le importa herirlos?
No, la verdad, no. Ni los conozco, personalmente. Son casi
abstracciones.
Son los que lo han criticado mal a usted o los que atacaron
a su mujer a propósito de un plagio literario...
Algunos. No sé si me han atacado a mí, pero
en general me parecen muy tontos, y no puedo evitar tener esos malos
pensamientos.
Tiene 56 años y tiene la madurez para acoger la inminencia
de la muerte...
No soporto la madurez. No soporto la lógica de los
que dicen "por su lado soy lo suficientemente joven como para
tener energía para emprender nuevos proyectos, y lo suficientemente
maduro como para tener cautela". O eres joven o eres viejo. Pero
no me resigno a la cosa intermedia. Miro desde la muerte o desde la
juventud, desde el medio no es estimulante.
¿Ahora mira desde la muerte?
Desde la muerte y desde la juventud. ¡Y Dios me libre
si existe la cautela! ¡Dios me libre de los Andrés Velasco
y de los ministros de Hacienda! Ellos son la cautela, la madurez.
"Somos jóvenes para emprender, pero tenemos experiencia...
por lo tanto, hasta por ahí no más". Estéticamente
me parece tan pobre. Nadie puede pintar ni una acuarela con eso, no
hay una pasión digna de ser mencionada. La verdad es que, con
toda la admiración que le tengo a su obra de juventud, no soporto
a los Vargas Llosa. No los tolero.
Pero es un apasionado...
Sí... pero al mismo tiempo, es una caricatura del
bien pensar. Es un tipo que antepone la razón. A pesar de haber
escrito La casa verde, resulta que hoy corre todos los días,
se preocupa de su facha y de su inteligencia. Y termina engordando
por dentro, eso es lo peor que puede pasar, engordar por dentro. Se
le nota en sus artículos, en sus últimos libros. Tiene
el cáncer de los que creen que arte y sociedad y poder son
compatibles. No son compatibles. El único arte que vale la
pena para mí es el arte del desborde, del extremo. Las medianías
están en toda la vida. Entonces, que la literatura y la poesía
no tengan las medianías que tenemos que soportar en el resto.
Es el espacio donde se puede mostrar el infierno o el paraíso.
La razón, por lo tanto, no se puede mezclar con los
artistas...
No, me he dado cuenta de que la razón es finalmente
de derecha. Los razonables son cada vez más de derecha. Así
como están los Vargas Llosa y los Carlos Fuentes, hay otro
tipo increíble, maravilloso, que es Saramago. No le ha llegado
la razón.
¿Y a usted?
Espero que no.
adiós
a la concertación
Las cosas duras, ¿se ven en la literatura o en toda
la sociedad?
La cultura y la literatura son parte de algo mucho más
profundo. Lo que a mí me parece una verdadera desgracia. O
sea, éste el reino de la impostura, el reino del exitismo fácil,
el reino del cálculo, el reino de la tontera. Ellos representan,
sin saberlo, un fracaso mucho más hondo. Allí donde
todos ven éxito, yo veo fracaso. El fracaso de los sueños,
de la solidaridad...
¿Está asociado a una decepción en los
gobiernos de la Concertación?
Las cosas son siempre más profundas que echarle la
culpa a uno o a otro. Yo entendí, hasta hace poco, que había
habido una dictadura feroz, que había que pasar de la mejor
forma posible de una cosa a la otra. Sin embargo, cada vez me sentía
más profundamente aparte, más profundamente ajeno. Creo
que pertenezco a esa minoría que cree que el neoliberalismo,
el capitalismo, es un páramo donde se mueren millones de millones
de vidas que se consumen por cosas que no valen nada. Y que en ese
camino, lo único que uno aprendió en la dictadura, que
era solidaridad, lealtad, compañerismo, amor, es lo primero
que se olvidó.
Continúa: "La dictadura neoliberal es tremenda, porque
condena a miles de miles de tipos a consumirse en función de
sueños tan pobres. Algún día las tarjetas de
crédito, los autos, se nos van a deshacer como polvo en las
manos, y nos vamos a dar cuenta de que perdimos la vida, habiendo
cosas infinitamente más importantes. Será porque amo
tanto este lugar que me siento tan crítico".
¿Qué le produjo el quiebre?... porque usted
había sido agregado cultural en Roma durante el gobierno de
Aylwin...
Eso fue una buena experiencia. Incluso me sentí orgulloso,
venía de un país que había sacado a un dictador
y estaba en camino de recuperar la democracia. Hasta que en el período
de Lagos, donde él como figura es un tipo impresionante, pero
todos los signos y gestos que se dieron fueron muy desalentadores.
La obsesión con los empresarios, el abandono de todo lo popular,
el hecho mismo ahora de esta alza de las pensiones, claro, lo entiendo
como gesto, pero están todos cuidándose para mañana.
Cuando hay miles de niños que se mueren y que no han tenido
jamás una fiesta, uno sabe que detrás de eso hay una
concepción de mundo que abomino profundamente. Gastemos todo,
mañana se verá... (Se ríe con gusto).
Usted es ingeniero y tiene desarrollada la lógica
matemática, ¿cómo quiere que nos gastemos todo
ahora? Es cierto aquello de "pan para hoy y hambre para mañana?
A mí eso no me funciona para nada. Lo único
que sé es que hay hambre hoy y habrá hambre mañana.
Chile es un país que ha vencido la desnutrición crónica
y está mucho mejor que muchos otros. Pero yo quiero pan para
hoy. Mañana estaremos muertos. Esa señora que está
obligada a hacer microtráfico en las poblaciones porque no
tiene para comprar leche; están todos obligados una delincuencia
menor y los encarcelan, como la señora que acaban de soltar
de la cárcel porque tenía cáncer terminal, y
que son víctimas, víctimas, víctimas... ¿Cómo
es posible que ocurran esas cosas en una sociedad que tiene los ingresos
que tiene? ¿Cómo pueden ocurrir esas minitragedias que
significan el derrumbe de la vida de una persona? La vida de esa abuela
que pillaron haciendo microtráfico es infinitamente más
importante que las reservas de 10 años más. Nuestro
deber es el pan para hoy. Porque mañana se mueren. Y no tuvieron
pan nunca.
¿Ve alguna esperanza en el gobierno de Bachelet?
Los gestos de este mes revelan bastante mayor sensibilidad
y sintonía, pero sé que el pie de fondo es una concepción
económica para mí aberrante, porque atenta contra la
vida. Contra las vidas concretas de los desposeídos. Un gobierno
no se puede medir por cuán bien están los que están
bien, sino por cuán mal están los que están mal.
Un gobierno no puede ser exitoso si los que están mal están
tan mal. Sigue siendo un fracaso. Las estadísticas siempre
esconden genocidio, finalmente. Esconden hornos crematorios. Hay montones
de vidas que se hacen pedazos.
ESCRITOS EN LOS ACANTILADOS
FRENTE AL MAR
El último proyecto
Verás un mar de piedras
Verás margaritas en el mar
Verás un dios de hambre
Verás el hambre
Verás figuras como flores
Verás un desierto
Verás el mar en el desierto
Verás tu odio
Verás un país de sed
Verás acantilados de agua
Verás nombres en fuga
Verás la sed
Verás amores en fuga
Verás el poco amor
Verás flores como piedras
Verás sus ojos en fuga
Verás cumbres
Verás margaritas en las cumbres
Verás un día blanco
Verás que se va
Verás no ver
y llorarás