Los poetas Raúl Zurita y Maurizio Medo
unieron sus voces en una noche en la que comenzaron a romperse las
fronteras.
"La poesía no reconoce fronteras como los pájaros"
proclamó Raúl Zurita como apertura de su
presentación en esta ciudad junto con al poeta Maurizio
Medo. Es cierto, la poesía no tiene fronteras y todos somos
bendecidos con esta creación humana que puede regocijarnos
o desatar nuestros
sentidos oyendo la palabra, escribiendo la palabra,
forjando la palabra, tamizándola, destrozándola
o, perfectamente, sintiéndola, viviéndola, recreándola.
Gracias a esta convicción tuvimos la exclusiva oportunidad
de vislumbrar una barba blanca sobre barba negra, parafraseando
al maestro o, para ser precisos, barba en barba / embarbados,
en este país donde la creación artística se toma
como amaneramiento o pomposa inutilidad. Cierto es que si al común
denominador peruano o chileno se le pregunta por la dupla Zurita-Medo
o por la Muestra de Poesía Peruana "La letra en que
nació la pena" no dará respuesta alguna, le
buscará la "quinta pata" o se encogerá de
hombros en señal de "qué importa". Realmente
que importa, la satisfacción fue plenamente nuestra la noche
del octavo día de Marzo, cuando la poesía hizo temblar
al sur.
Hace ya más de un año el Zorba´s viene
abriendo sus añejas puertas de madera para que poetas y críticos,
nos convoquen. Por este local de nuestro verdadero sur, a la mitad
de la ladera, han pasado Miguel Ángel Zapata, Willy Gómez
Frido Martín, Domingo de Ramos y últimamente entre sus
verdes muros se presentó la revista Lego, demostrándose
así el gran apetito cultural de Arequipa. Bajo la tradicional
bóveda del Zorba´s tuvo lugar el encuentro poético
entre los vates Raúl Zurita y Maurizio Medo, inscritos en la
nueva poesía latinoamericana, quienes nos obsequiaron su creación
en una noche única. Los más jóvenes surcamos
las veredas de la Calle Ugarte para estar allí muy temprano
comentando el asunto y ganar un buen sitio. Junto con nosotros compartía
un espacio en el cálido local la poeta Gloria Mendoza Borda;
Nilo Cruz, responsable de AQPCultural y presentador oficial de la
performance; los poetas Lolo Palza y Alfredo Herrera, además
de Elard Serruto, cabeza principal de Lago Sagrado Editores
y los jóvenes poetas éditos como Nacho Infantas, José
Córdova o Heiner Valdivia.
Carlos Quenaya dio lectura a unos correos de saludo que desde diversos
lugares del orbe hicieron llegar José Antonio Mazzotti, Enrique
Verástegui, Isaac Goldemberg y Róger Santiváñez.
Mientras, en alguna esquina, como para que nadie los viera, los protagonistas
revisaban hatos de papeles, dispuestos a darnos su mejor repertorio.A
los pocos minutos Medo, como buen anfitrión, permitió
que Zurita se explayase en su sentir nostálgico y patriota,
como un juglar narrándonos las hazañas de sus héroes.
Parecía que el alma le brotaba en cada verso y casi culmina
irrumpiendo en lágrimas. Ese es Zurita, puro sentimiento, el
mismo sentimiento que lo llevó a intentar el suicidio, el mismo
de los golpes recibidos en el barco de La Esmeralda o el loco místico
que se quemó la mejilla. Con el cabello y la barba blanca,
la frente extensa permitiendo entrever toda su personalidad, inquieto
y entonando sus poemas a filo de suspenso, estuvo entre nosotros.
La poesía de Zurita, posee una pátina de sufrimiento
y esperanza, entremezclados. Trae consigo una temática social,
patriótica "Todo Chile se volvió sangre al ver
tus fornicaciones/ pero yo te seguiré queriendo y volveré
a buscarte/ y nuevamente te abrazaré sobre la tierra reseca/
para pedirte otra vez que seas mi mujer" fragmento de ninguna
manera escrito a la amada indiferente, sino para toda una sociedad
que se destruye a pedazos, que se vende y se contamina. La sociedad
que desconoce a quienes la aman realmente y Zurita es el poeta aquel
que se lacera por los dolores ajenos, pues es parte de ellos, pues
tiene dentro de sí un mítico instinto expiatorio. La
poesía de Zurita linda con lo épico y con lo descriptivo.
Por ahí aparece, en instantes, paisajista, en otros, sus sufrimientos
lo motivan: "¡Yo te sostengo! ¡Yo te devuelvo
la fe! pero dime/ dónde estás, dónde, dónde.
Se vinieron los países/ pero tú no estabas ni entre
los nuevos ni entre/ los viejos. Se vinieron miles de naves voladoras/
pero no eran el brillo de tus ojos. Se vinieron las estaciones del
Nuevo Nuevo Mundo pero tú no/ estabas. No estaba la noche cubriéndolo
todo. No/ estabas tú, mar de las estrella. Ven ahora lindo/
pequeño, ya no juegues a las escondidas conmigo".
El relato mitopoético salta en los versos de este autor en
una suerte de escritura que puede absorberla, sentirla cualquier niño
o que puede devolver a un hombre viejo a su más remota infancia,
esto es hacerlo nacer otra vez, esa magia tienen sus versos (mucho
más cuando el mismo los lee). El lenguaje aparece, en apariencia,
cándido y sencillo en una expresión poco libertina o
meramente acomodada al pensamiento transmitido a lo poético
sino, mas bien, se convierte en un acertado uso de la sintaxis, brota
el poema y brota junto a él nuestro idioma: "Con metal
le digo a usted que escarbe tras estas/ letritas y veo el torrente
de mis estrellas que/ cayó en noche, duelo y amor. ¿Todo
el amor? Todo/ todo... figliollino mío. Todo el amor ¡Es
tú! ¡Es tú! Su melopea es rítmica,
casi operática. Hay un prolijo cuidado en ello. En la nube
de poemas que pudimos saborear aquel día, siempre bullía
ese afán, que reconoce como tradición de la literatura
peruana a Garcilaso y a Vallejo, y es un poco de este último
de quien suenan las primeras tónicas de la noche. Sin embargo,
como toda buena poesía, es inclasificable hoy en día.
Fue la primera vez que Raúl Zurita pisó suelo arequipeño,
de espaldas a La Horrible. Ahora sabemos, por fin, de quién
se trata y a dónde nos lleva su trabajo: amar más el
terruño, barrer las fronteras, porque la Patria no es la región
sino que va creciendo con la creación humana. Curiosamente,
el Medo de la presentación de aquella noche no era el mismo
que todos conocemos y respetamos, aquel quien con sus talleres nos
abrió los ojos a la poesía. Transido ante sus papeles
y, como siempre, con su vista fiera observaba a todos lados y a ninguno,
mientras oía atentamente las palabras de Zurita, ubicado al
centro de la mesa. Una semejante tonalidad social, como la de Zurita,
se aprecia en la nueva poesía de Maurizio Medo, escrita en
El Hábito Elemental, como si para denunciar el orden
de las cosas debiera de reinstaurar la "unidad perdida".
Pero esto no es lo fundamental pues, éste es un libro de amor;
en esta era telemática, cuando los poetas ya abandonaron esta
temática, Medo rompe todos los discursos con un texto que cita
al amor como su razón de ser, pero no es el amor de los melifluos
del parque. Se trata de un sentimiento universal, de la expresión
de la humanidad. Comenzando por el agradecimiento formal a la tierra
que lo acoge y emergiendo entre textos su añoranza por los
amigos "Brillan los vestigios de mi lúbrica arqueología
personal como si cada prenda me cayera aún adolorida, como
si el diapasón alcoholizado de mi andar aún avanzara
pentafónico, por una carretera". Este Medo no es el
mismo de los libros anteriores, parece que quedó algo en su
pasado que pretende retornar al presente, parece que esta distancia
de su Lima natal lo hace hablar de esta tierra que hoy se convierte
en el lugar donde lo "asió la dicha" y por
tal escribe en su lenguaje disonante, casi barroco para refrescarnos
a todos con nuestro idioma a partir de sus experiencias. El Hábito
Elemental nos expone claramente la poética del autor o
como desempeña su arte: "La poesía/ no está
en parte alguna, no se hace,/ Es: / vista así nos hiere su
cinismo" y también, como bien escribe Zurita en el
prólogo del libro, sentencia sobre el amor, que es lo más
emblemático, junto con el recuerdo pues el libro mismo es en
sí un recuerdo, un ir y venir por la memoria. Aquel martes
no constituye un evento pasado. Zurita y Medo, de acuerdo a sus declaraciones,
unieron sus voces para abrir el telón de la integración
de dos países hermanos.