Todo ser vivo está vivo porque hay un millón de seres vivos
que permiten que tú estés vivo. Ojalá lo entendamos, recomienda.
Raúl Zurita acaba de subir la escalera de un aplastante edificio en
Ciudad de México, por lo que ha terminado con el corazón en la mano y una
angustiosa falta de aire. En breves minutos más lo pasarán a buscar para
partir al Palacio de Bellas Artes de la capital azteca, donde hará una
lectura, como preámbulo al lanzamiento de su primera antología -editada
por Aldous- y que lleva por nombre "Mi mejilla es el cielo estrellado"
, verso que por cierto fue tomado de un encefalograma publicado en su libro
"Purgatorio" y que da cuenta de un farragoso pasado que parece
haber quedado definitivamente atrás.
"En realidad no sé qué significa todo esto. Quizás recoger una vida hasta
este minuto, tal vez una retrospectiva. Qué sé yo. Pero lo que vendrá será
lo que vendrá, ¿me entiendes? Todavía estamos acá, respirando. Tengo la
venerable edad de 54 años", dice, intentando recuperar el oxígeno que le
escamoteó aquella colección de abusivos escalones.
-¿Se acaba así el Zurita de carne y hueso?
-No. Es algo que es más fuerte que uno. Tantas veces y frente a tanta
hostilidad, uno quiere detenerse. Se pregunta: ¿para qué sigo? Pero sigue
y no puede parar, aunque quiera. Es como ir tras un sueño. No puedes
detenerte.
-¿Qué cambió en usted después del Premio Nacional del año 2000?
-El Premio Nacional no significa absolutamente nada para mí. No tiene
ninguna relevancia. Ni ése, ni ningún premio. No me garantiza que vaya
a poder hacer lo que quiero, ni a escribir las poesías con las cuales
sueño. En el sentido social, quizás terminó por perjudicarme. Es que los
demás le dan demasiada importancia. Pero créeme que es algo que nunca
busqué.
-En "América", uno de sus poemas, se refiere a la eterna pregunta de
si es posible atravesar la noche. ¿Habrá conseguido el autor sobrevivir
a ella?
-Todavía no sé si seré capaz. Es que aún la estamos atravesando.
Estamos en el medio de esta larga noche, abrazados con alguien, como tiene
que ser. Todos estamos intentando cruzar una noche. Ojalá que sea
aferrados al amor y a la solidaridad del otro. Todo ser vivo está vivo
porque hay un millón de seres vivos que permiten que tú estés vivo. Ojalá
lo entendamos. Atravesar la noche permite entender que, aunque sea
increíble, nunca hemos estado solos.
Sin exagerar
Los latidos de Zurita se han normalizado. El coche que lo llevará al
Palacio de Bellas Artes también llegó hace un buen rato, asunto que, a
estas alturas, tampoco parece importarle demasiado al esquivo vate,
siempre tan distante al halago y aplauso de terceros.
-Desde "Purgatorio" a "Inri", el común denominador es la vastedad.
¿Qué entiende por ello?
-Esa especie de dimensión innombrable que está en el centro de todo
corazón humano. Es una medida de la resistencia, de algo que nos excede
y que, por lo tanto, nos indica que cualquier sufrimiento necesariamente
pasará y será vencido.
-¿Por qué tanta insistencia en escribir "desde el amor"?
-Porque, de lo contrario, me moriría. Yo no puedo entender la vida si
no es de esa manera. Pero acepto que en un mundo como éste cueste
entender la gratuidad de hacer las cosas por amor y por pasión. Por eso
no me interesa el Premio Nacional, ni ningún premio. Yo no pido nada a
cambio.
-Entonces, ¿para qué lo recibió?
-Porque todos lo han recibido. Porque es una tradición republicana de
Chile. Lo recibí, es cierto. Pero lo hice sin exagerar, como todas las
cosas que me pasan en la vida
Premio Nacional: "Todo el que escribe es un pequeño héroe"
"Yo creo que José Ángel Cuevas, Óscar Hahn y Efraín Barquero
son grandes poetas", dice Raúl Zurita sobre tres de los postulantes
al Premio Nacional de Literatura de este año. "Sin embargo, creo que todos
lo merecen y no es demagogia. Todo aquel que persista en el empeño
de escribir merece todos los reconocimientos porque es un oficio heroico,
que tiene absolutamente todo en contra".
-¿Acaso usted se supone un héroe?
-Entiendo que, los que escribimos, somos héroes por persistir en un
oficio que va contra todo y contra todos, sobre todo en un tiempo
como éste. Es una heroicidad pequeña, sin ostentaciones.
-Al recibir el Premio Nacional, dijo que se sentía como el Chupacabras.
¿Sigue siendo así?
-Algo me acuerdo de eso. ¿Será porque todos querían morderme? No.
Yo trato de ser lo más fiel posible a lo que creo que tengo que ser
y qué hacer. No me puedo hacer cargo del odio de los demás.
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