Deborah Moore, la traductora de la poeta peruana
Blanca Varela, actualmente trabaja
en el próximo libro del autor chileno.
Fundador del Transrealismo, acaba de lanzar su poemario "La mirada
temerosa del bastardo".
"Guardando las distancias y con humildad, siento que he tratado
de seguir la huella de Nicanor Parra y de Vicente Huidobro, ambos
fundadores de importantes movimientos poéticos", explica
Sergio Badilla.
En
los países nórdicos, donde residió durante casi
dos décadas, el poeta chileno es reconocido como el padre del
Transrealismo, una corriente que ya cuenta con seguidores en Europa
y que poco a poco comienza a generar adherentes en nuestro país:
"El Transrealismo surge a fines de los 80, en Suecia. En ese
país empiezo a captar que hay elementos de la realidad que
no están considerados en la poesía moderna, que tienen
que ver con el tiempo ucrónico, es decir, con todo aquello
que pudo haber ocurrido, pero no fue. Por ejemplo, tengo un hermano
que vivió y murió en París en 1986. A partir
de ese hecho real, escribo un poema que transcurre en 1871, en plena
época de la Comuna. Vinculo a mi hermano con los personajes
de esa época y así logro una transposición total
del tiempo", agrega Badilla.
Nacido en Valparaíso, el autor comenzó a abrirse camino
en la poesía gracias a un grupo que funcionaba en el antiguo
Instituto Pedagógico. A fines de los setenta, integró
una academia literaria junto a Renato Cárdenas, Eduardo Embri
y Juan Cameron: "Nos juntábamos en los cafés de
Viña del Mar. Nuestra figura más relevante en ese momento
era Juan Luis Martínez, lector empedernido de toda la poesía
francesa, especialmente de los simbolistas. Manejaba la obra de Mallarmé,
Verlaine, y Rimbaud con una profundidad asombrosa. Gracias a él
comencé a imbuirme de esa corriente", recuerda.
Pasando el umbral
En los ochenta, Sergio Badilla se traslada a vivir a Estocolmo donde
trabaja como encargado de cultura de la Radio Sueca. Durante esos
años, lee los trabajos de importantes autores escandinavos,
como Elmer Diktonius y Edith Sodergran, que le ayudarán a sentar
las bases del Transrealismo. El poeta crea un decálogo donde
lo ucrónico pasa a ser un elemento esencial: "Junto con
ello, planteo que el poeta necesita un poco de narcisismo como una
necesidad de enfrentarse a una sociedad cada vez más solitaria.
Eso viene de mi época de paria, de minoría, durante
mi estadía en los países nórdicos. Cuando uno
es diferente al resto, se ve obligado a reaccionar", señala.
Otro elemento esencial de su poética se relaciona con la experiencia
de la muerte: "Para la Transrealidad significa un paso al otro
lado del umbral, la dimensión extraña., la desconocida".
Fiel a esos postulados, acaba de publicar "La mirada temerosa
del bastardo" (ediciones del Gobierno Regional de Valparaíso).
"En este poemario están mis planteamientos transreales,
los cambios de tiempo, la muerte y el yo lírico vinculado al
paria, al bastardo que busca refrendarse dentro de su comunidad para
no ser el despreciable o el perseguido. Hay un poema dedicado a Sarajevo,
donde doy cuenta de la destrucción que provoca la guerra. Otros
están ambientados en Buenos Aires y París".
Sus seguidores
Sergio Badilla reconoce que el Transrealismo ha generado más
discípulos afuera que en su propio país: "Por ejemplo,
en España hay un grupo joven que está vinculado a la
revista Literal, bastante cercano a la Transrealidad. En Chile el
movimiento está en sus inicios. Artículos sobre mi obra
se pueden leer en Letras de Chile y Patrimonio Cultural. En Argentina
tengo seguidores jóvenes como Jorge Martínez y Rossana
Ferlosio", adelanta.
Sus poemas han sido traducidos al sueco, al francés y al persa:
"Deborah Moore, quien ha trabajado la obra de la poetisa peruana
Blanca Varela, en estos momentos está traduciendo mi próximo
poemario al inglés titulado 'Poemas transreales y otros evangelios'
que espero próximamente llegue a Chile", agrega.
Foto: Mario Muñoz