Hibridez y Ebriedad en los "Poemas de Paco
Bazán"
por Yanko González Cangas
en El Llanquihue, 1 de julio de
1997
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Neblina de perdedores, de jóvenes borrachos, chorreados de angustia.
Si alguien es el paradigma entre los jóvenes poetas de este estigma lo
es Sergio Parra. Poeta primerizo de la avalancha generacional de
autores que hoy publican auguralmente en Chile. Fue él que en 1987,
con el libro La Manoseada, quien abrió suficientemente el
insterticio para que otros autores jóvenes santiaguinos y de provincia
dejaran caer su verbo. Nacido en 1963, está convertido en viejo crack
de esta generación y se leen expectantes sus últimas producciones.
..... Su primer libro -La Manoseada-
coloca al autor en una situación privilegiada con respecto a los
poetas emergentes en ese periodo, con su alter ego de muchachita de
provincia, factura unos poemas angustiosos sobre el impacto de un
Santiago revuelto y pobre: "SOY LA DEL BARRIO / LA MAS MANOSEADA DEL
CENTRO DE SANTIAGO / LA MENOS BESADA DEL PAIS", nos dice. Este libro
intentó opacarse por la similitud con el libro la Tirana de Diego
Maquieira, quien ocupa y logra un efecto similar. Sergio Parra insiste
en la búsqueda de su identidad y publica el año 1994 Poemas de Paco
Bazán. Con este libro, el autor mantiene la vena y la pulsión para dar
continuidad a un proyecto escritural diferencial en una zona de la
poesía recargada de trucos y velos. En efecto, si en la Manoseada,
aparecía entre otras, el triste relato de la chica provinciana
inundando la ciudad y prostituyendo sus horas, en este Corpus, con un
lenguaje más decantado, hay otra historia de Sergio Parra aguzando el
ojo; nada menos que ocupando otro alter ego, Paco Bazán, tribal
alcohólico, zandunguero y depresivo.-Ya la paráfrasis de inicio a un
poema de Rimbaud, se perfila a Paco como un actualizado pendenciero
literario de la urbe latinoamericana, bohemio, cruzado por las
extrañas contorsiones culturales de la hibridez y la ebriedad. La
calidad de Parra para construir atmósferas y los cuerpos que toman sus
personajes en cada tramo, tienen indudable potencia. Por ello su
diálogo escritural se amplía hasta hacerse ojitos desde lejos con
Henry Chinaski, alter ego de Bukowski, o Jeffers, sobre todo por su
estilo narrativo. Todo Bazán es una manada, que cuenta desde los
Bunkers de neón y palo, crónicas, pasajes, donde la alucinación, la
cirrosis, la distorsión y el destello lento de sinapsis se rodea de
Madonnas y tipuelos clásicos del séptimo arte que jamás levantarán la
cabeza. Porque en verdad este libro, como el otro, oscila en la
gárgara cotidiana y la profundidad de la observación: el describir y
vivenciar aquí se funden. Hay texturas de hechos sórdidos, hay ese
gusto a motel de perdedores, se autocomenta las aventuras por los
bares; los soliloquios depresivos y escorbúticos y se remata en
escenas desfavorables, por instantes crueles, por donde se filtra con
intensidad dramática el sujeto autoral : "SERGIO PARRA ESTA EN UN
SILLON / DESTRUIDO / SOSTENIENDO LE MONDE", termina en uno de sus
notables poemas. Delicadeza de langosta.
"Mandar el
diablo al infierno"
Mandar el
diablo al infierno
SERGIO PARRA
LOM Ediciones, Santiago de
Chile, 1998.116 Págs.
Se reúnen aquí,
fundamentalmente, dos textos anteriores de Sergio Parra, "La
Manoseada"(1987) y "Poemas de Paco Bazán" (1993), además de los nuevos poemas que dan el
nombre al presente libro. Ésta es
poesía fuerte, cruzada por el alcohol, el sexo y la pobreza.
Ese es el hilado común del libro. Sin
embargo, si en las dos primeras
ediciones de poemas notamos una
desesperación "bullanguera", abrupta,
bukowskiana, en "Mandar al diablo al infierno" esta misma experiencia
evoluciona -al estilo Carver- a una forma sutil e íntima, construyendo cuadros urbanos que
envuelven con su atmósfera y belleza.
Andrés
Aguirre
en El Mercurio, 26 de diciembre de
1998