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LA
PRECIOSA VIDA QUE SOÑAMOS
Autora:
Sonia Gonzalez Valdenegro
Cuentos. 171 páginas. Lom Ediciones 2007.
Por
Juan Mihovilovich
- escritor -
¿Cuál es la vida que soñamos? ¿La que vivimos realmente
o la que suponemos vivir o la que imaginamos? ¿Vivimos la vida propia o
la de otros? ¿Nuestra existencia no bordea acaso y siempre los límites
del drama o la comedia, disfrazada a veces, asumida conscientemente en ocasiones?
Sonia González ha logrado plasmar en estas narraciones las vicisitudes
cotidianas con el sello indesmentible de las predeterminaciones ocultas, de las
situaciones secretas, veladas, a medias tintas a veces, sugerentes, desde donde
avanzan en tropel los designios de las vidas verdaderas. Y todo se esboza
como un giro delicado del pincel sobre la tela, como un sutil boceto de una certera
ambigüedad, que trasluce el cuadro que será la vida entera, la que
sospechamos o insinuamos otra vez, la que enmascaramos o asumimos como una carga
ajena.
Hasta que un día, un minuto o un segundo, aquello que no
nos pertenece o que creemos que depende de los demás, golpea con insistencia
la secreta puerta de nuestros sentidos primarios, los desnuda, los arroja sobre
una mesa, un espacio íntimo, un viaje al norte del país en busca
de una realidad lapidaria y cansada, se entremezcla en un supermercado con la
historia de tres todavía inconclusa, avanza por la seguridad de una familia
que no ha comprado la felicidad sino su condena, en fin, que deambula equívoca
por la diosa fortuna o el poderoso caballero o cae por la pendiente cruel de unos
agujeros negros que se han creado así mismos como fatalidades personales.
Y todo dicho de modo sencillo, con una pulcritud y concisión que atraviesa
la atmósfera donde los personajes anidan sus sueños casi siempre
inconclusos o sus deseos de ser mejores en cuanto puedan o añoren el tiempo
que no tienen y que, paradójicamente, persiguen como un estigma que se
ha tatuado en sus intenciones, en la búsqueda de lo que -de nuevo- presumen
y que difícilmente alcanzarán, salvo, claro está, para confirmar
las dudas o hacer de las alusiones el continuo peregrinaje de lo inaprensible.
Por ello - o a pesar de ello- las coincidencias que producen un encuentro (El
sexto sentido de los tristes, Asunto de tres, La preciosa vida que soñamos)
o las urgencias que delinean un transito (Carne viva, Ulianov visita a
su padre) son trazos inseguros marcando la inevitable confluencia de destinos
que se bifurcan. El punto de encuentro o el viaje constituyen entonces, ese esbozo
desdibujado por realidades contrapuestas. Los personajes constatan de pronto una
realidad que aparentemente no inventaron, pero que es producto de hechos subrepticiamente
anidados en una memoria fugazmente olvidadiza, o son el resultado de esfuerzos
encadenados donde cada actor ha representado en algún momento, por alguna
circunstancia propia o extraña, parte de una actuación que confrontada
a otras "se disputarán el escenario." Porque luego vendrán,
inevitablemente, "otros actores," y al ser humano "sólo
le resta esperar." (Carne viva).
Esa es la trama oculta,
la subyacente, la que estos cuentos prefiguran como enlaces con una vida que suele
no ser preciosa, pero que a cada rato reinventamos para no perdernos en la tragicomedia
de una realidad que nunca es normal.
Un libro señero, auspicioso,
certero, escrito con lo justeza de un lenguaje único, personal, que consolida
a una de nuestras mejores escritoras del género.