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PROFETA DE
BARES Silvia Rodríguez Mosquito
Editores, 2002 (fragmento)
Trapecio de lo
Infinito
Por sombrero tengo el
trapecio de lo infinito la dulzura oxidada de saberme
viva, en la antesala de la muerte. Bendecida desde el
nacimiento, confieso que mi templo es este bar. Por amigos
tengo el azar de del momento y una hoja donde trazo líneas sin
sentido. No procuro amigos, amantes ni eternidad así vivo y
soy feliz con mi estrella humedecida en esta jarra de
vino. Pronto cerraré la puerta que abrí al nacer, mientras
la cierro existo entre victorias y derrotas impuestas por el
destino, por el tiempo insensible que vuela sin confesar el
misterio que nos sostiene. Es aquí cuando entiendo que
infierno y cielo no están después de morir existen como yo,
a diario, en cada noche por eso ya no sufro y tan sólo
bebo. No quiero sentirme culpable de cómo vivo, siento y
pienso, sencillamente olvido la recompensa de ser triste y
reemplazo mi salvación por esta jarra de vino. Vivo en este bar
necesario para la locura para la sabiduría que no conozco ni
poseo, pero soy feliz entre sus paredes entre la distancia
valedera, misteriosa que hay ................................ entre esta
copa de vino y mis labios.
El que no
tuvo infancia
En una noche de
abril cuando las hojas caminaban tras el aroma de las
golondrinas un trozo de nostalgia maduró en mis pupilas. Era
la uva de mis antiguos sueños, eran los juegos que tuve con mi
hermano, vi la inocencia que el tiempo ha venido matando y
contemplo la gestación de mis fantasmas. Pienso que al menos
tuve un hermano pero ese niño no tuvo con quien jugar, no
ensució con lodo sus ropas, no robó frutas, ni tiró piedras al
agua, se perdió la emoción del primer beso y aún así no fue
la Primera Persona de la Trinidad. Desde entonces su mirada
le duele y comprendo que el dolor de sus ojos no es por el
pecado del hombre es por el duelo de la infancia. Ese
huérfano me entristece. Hubo de llamar Padre a un
Carpintero, llamar Madre a una mujer clonada por el espíritu
santo Espíritu personificado en una paloma que tan sólo
quería volar. Me confiesa que le cansa ser modelo se fatiga
de tanto exhibirse en la cruz para cumplir la palabra de su
padre quien nunca le preguntó cual era su verdadera
voluntad. Le cuento lo divertido que fue jugar a las
visitas o al doctor, entristece y me dice que a esa edad él
estaba en el templo enseñando a los fariseos. Está agotado,
apoya su cabeza en mi falda, le hago dormir como hice con mi
hermano, que no llevan una corona de espinas.
Me dormí
junto al pequeño al despertar ya no estaba, en su reemplazo
me dejó en la pared a un hombre crucificado. Desde entonces
cuando veo un Cristo lloro por el niño suicida. A veces
llega sin aviso y me despierta, juega con mis peluches y salta
en la cama, también hablamos de la existencia. Cuando lo
hacemos Él me habla desde su calvario Yo desde el silencio
anónimo del poeta. Somos buenos amigos y jugamos a que Él
atrapa almas para su padre mientras Yo invento abecedarios
para la poesía.
Vuelvo
de mis noches
He vuelto de mis noches
neuróticas para romper el vacío que me gobierna y buscar los
ideales olvidados en el mostrador de este siglo. En medio de
hamburguesas y completos, camino sorda a las ofertas de hombres
prostitutas y niños, camino inmune a la bilis de la ciudad
al cosmos de intermitentes y semáforos camino aspirando el
humo de mi cigarro, sólo el humo de mis viejos
cigarros. Sostengo el gordo aliento de la sangre disparo
besos, tristeza, alegría a la pupila insensible, al cemento
de la boca, a la trinchera indolente del humanoide. Qué
importa si el software de mi PC es añejo como esta copa de
vino, qué importa si estoy conectada a internet o TV
cable qué importan los avances si no me conecto
conmigo?
Paseo de
media noche
Al caminar veo a la que huye y se
esconde en los acantilados de un silencio dividido Veo soles
escarchados en el seño de los árboles, recuerdos jugando en el
patio de la luna. Las nubes impasibles no miran, no se
detienen ante nostalgia ni misterios avanzan irrepetibles sobre
la soga de nuestra memoria que teje momentos. Sé que muero a
cada segundo mientras vivo, por eso respiro sonrisas y tiempo
degollado, por eso guardo la transparencia del día en el
bolsillo de mis ojos. Delante de mí misma camino, doy media
vuelta para recibir a la que he venido siendo. Me reconoce,
le sonrío caminamos bajo luna y
nubes envejecemos irremediablemente envejezco en este
paseo de medianoche.
Fotografía
visceral
Tengo voz con gusto a
sitio común manos de pueblo con aroma a tilo un brasero
donde quemo ausencias o algún trozo de cielo cansado. Tengo
sabor a vino -lo siento por mis pretendientes- pero huelo a
vino, café, cigarro. Además, soy de piel celulítica, de
cadera ancha y tetas caídas. Tengo la costumbre de caminar
hacia el día con pasos de toronjil, y llevar en el
ombligo el remitente de quien soy: una mujer común con sabor
a mate alguien que sin usar ni vender máscaras
rosadas, es femenina y misteriosa como la
poesía.
AMOR
FUGAZ
Mi animal fue un gusto
conocer la cálida brutalidad de tu gemido, sentir tu boca en el océano
polvoriento de mi isla náufraga.
Mi Divino Endemoniado, eras
una tragedia imposible de evitar, enfermedad y remedio, muerte y
resurrección, un niño insano, un hombre bestia, que humilla y enaltece
al ser amado.
Eras filosofía ardiente, yo la eternidad fugaz de
una noche. Ambos con una falsa identidad humedeciéndonos
hasta enloquecer en este anonimato.
Mi animal, olías a niebla,
yo a misterio. Ambos buscando un albergue carnal donde
satisfacer el aroma febril de nuestra lengua.
Y te amé con
oficio de puta. Con caricias maternas besé cada hemisferio de tu
carne aún sabiendo que es inútil la entrega, pero te amé bestial con
carne de loba y besos de inocencia.
Mi leproso, la infección de
tu alma fue un brebaje divino para mi alma-útero, me entregué cuanto
quise y como quise a la furia de tus enjambres, mientras la bestia de
tus caricias paseaba por la jungla de mi cordillera.
Después de
ti, Mi Venenoso, otro tan amargo no he tenido. Habría sido un pecado
no venerar el santuario de tu cuerpo.
TESTIMONIO
Soy Belcebú, el
primogénito la bestia encarnada la razón del
exorcismo que aspira expulsar mi presencia con hostia, agua
bendita y crucifijo. Crucifijo, madero del que he bajado y
subido tantas veces a secar el sudor la sangre de mi hermano
menor. Somos hijos del mismo padre Mi hermano es la
esperanza, yo soy la vergüenza, el maldito rechazado que
copula y engendra criaturas semejantes a mí. Nos apareamos
para dejar en la sangre nuestra historia, para decir lo que
fuimos: Uno; condenado a la cruz El Otro; al
infierno. Soy Mefistófeles, la primera creación el primer
cordero. El destino me hereda la eternidad del fuego, a
mi hermano el madero. Nadie comprende el dolor de heredar y
compartir el trono de un mismo padre.
La casa
abandonada
Recojo el tambor grito de la casa
abandonada, el relámpago oscuro de un crucifijo que aún
sostiene en la corona el murmullo febril del rosario. El
cadáver del día se viste de tarde, consumo el poco sol que
queda, desvisto el aire de mis pulmones para reinventarme un
cuerpo sin heridas olvidar oraciones, súplicas,
penitencia. Me humanizo en cada semáforo. Son veinte cuadras
caminadas bajo este silencio bullicioso que me hace entonar
otras canciones para olvidar la casa tambor grito. Con el
amanecer apretado en las rodillas amanecí con voz
fotográfica en el salón presidencial donde se archiva el
hambre, la miseria. Estuve en conversaciones donde se
resolvió aplicar impuesto a la risa subir el precio del pan
que fabrica al mundo. Duermo en el ojo de una secretaria
escuálida, comparto el pan con un minero acabado, pero
detengo el mundo y me bajo del tiempo para quedarme en el humo
de este bar bebiendo, recogiendo el cariño oxidado de un
compartir la caña para olvidar lo que fui, para olvidar la
casa tambor grito que abandoné por cansancio. Desvisto el
aire lluvia que me rodea camino de bar a bar, entre copa y
copa brindo por bajarme de la cruz y abandonar el oficio de
ser Dios.
LA QUE
SOY
La mujer que
soy vive en acuarelas donde ángeles embarrados custodian
el vértigo y la razón de este cáliz. La mujer que llevo de
tanto andar ha perdido la infancia en un amanecer sin
leyenda, es vigilia infinita de formas, grito y
lengua. Busca en el carnet su identidad reconoce que su
nombre no es sustantivo propio, es común como ella. La
mujer que soy es enigma y certeza se asombra de
sobrevivir y continuar oliendo a montañas. La mujer que
llevo le sopla a dios su verdad fetal: de nieve más
tierra nace el barro primogénito.
PROHIBIDA ESTOY
Prohibida estoy de
librar los tentáculos de mi mente, las alas de mi lengua
arquitectónica, abrir el paracaídas de mis ojos y lanzar
mis deseos nocturnos a medio día. Las miradas cercenan el
sentido de este grito, me sancionan si toco el mentón de la
muerte, si atento contra la moral y buenas costumbres de
esta sociedad disfrazada de charol. Prohibida estoy de amanecer
bajo rocas ensombrecidas de cielo, pedirte el regreso de mi
voz uterina, la autopsia de mi piel disecada por tu
adiós. Olvido tus manos en mi puerta -te olvido- reciclo
tragedia, rituales y tiempo en el café bar de mis sábanas y
camino sobre el amanecer que quiere sobre la noche que
quiere despertar el pulso de mi sangre.
El insomnio me
libera y existo en soledad. En soledad existo sin
prohibirme y no quiero vivir, amar, existir como ellos
quieren que viva, ame y exista. Aún así, sé que moriré como
todos mueren.
SILVIA RODRIGUEZ BRAVO : CHILE,
San Javier 1964, Diplomada en humanidades en la
Universidad de Talca, con estudios de teología en la Universidad
Católica del Maule, las oficia de Secretaria. Se inicia en su
Profesión de Poeta en 1992, participando en la antología “
Voces de la Ciudad ”, con ocasión de los 250 años de la Ciudad
de Talca. A colaborado como Cronista y Critico
Literaria en los diarios regionales “ La Mañana “ de Talca,
(1993) Diario “ El Regional” ( 1994 a 1996) y
“ El Trueno, de la misma ciudad, (1995).
En 1993,
autoedita su libro “ Entre la Poesía y Yo”. En
l995, es incluida como narradora en el colectivo “ Entre Cuento y
Cuento “ de la SECH. Maule, En 1998, con ediciones
Safo, publica su poemario “ Versóbulos” y en 1999 es
antologada en el poemario “ Poetas del Maule”, el 2000
aparece en el libro “ Travesía por el río de las Nieblas”
y el 2002 con Mosquito, publica su libro “
Profeta de Bares “ , participa como guionista del programa
“Claroscuro” de TVN. Y es antologada en Madrid ( España ) en el
libro “Primavera Eterna” , el 2003, vuelve a ser
considerada en Madrid en el libro “Penumbras y Sombras”.
La poesia de Silvía, que nace
en 1992 provincianamente en las orillas del Rio Maule
, comenzó a crecer desde su inicio, para tener en la
región un alcance local y permanente y situarse hoy como un
aporte literario a las letras nacional e
hispanas.
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