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PRESENTACIÓN DE
Profeta de
Bares
Poesía de SILVIA
RODRÍGUEZ
SECH
, 27 DE SEPTIEMBRE DE 2002
Por CARLOS
MELLADO
Es realmente muy grato para
la Sociedad Escritores de Chile presentar es esta Casa el libro de una
socia, representante de una de nuestras regiones, y en mi caso,
valorizo altamente el honor que se me confiere de referirme a su nueva
publicación.
Estamos ante un libro de
poesía, escrito por una mujer. Este hecho ya podría
hacernos caer en la tentación de buscar elementos feministas en él, e
incluso, de incursionar presuntuosamente en lo que ahora se llama
“estudios de género”. Pero conmigo estarán libres de eso, por
dos razones: primero, que no es precisamente mi fuerte ese
aspecto de los estudios teóricos y fundamentalmente, por algo que
tiene que ver directamente con la autora. Esto es que, según nos
parece, ella no impregna mecánicamente elementos teóricos feministas
en su que hacer literario, lo que era muy de esperar en un libro en
que predominan los elementos eróticos, con su residencia y exaltación
en el cuerpo femenino, y el rechazo de una discriminación que también
se expresa. Sea cual fuere la causa de esta independencia entre
los fundamentos y la formulación de su obra, el resultado es que el
erotismo, la vivencia amorosa, el conflicto en las relaciones formales
o de simple convivencia, se dan de una manera altamente
original. Se nota y perdonen la ironía, que está claro que ella
no se capacitó en un taller de literatura erótica, como los hay.
Aquí encontramos vivencia recreación de la realidad y oficio.
Tres elementos más que suficientes para un creador.
Hasta estas palabras, se
puede observarse que enfatizo posiblemente demasiado el elementos
erótico de esta obra. Ahora es de justicia resaltar que este es
uno de los componentes, una de las visiones que aborda en “Profeta de
Bares” De partida, bueno es decir que esa vivencia
amorosa, expresada en múltiples versos, suele ser un pretexto, por
decirlo de alguna manera, para ahondar en algo mucho más existencia,
critico rico en significados y profundo. Es la doble lectura de
la que suele hablarse, y que no todo poeta tiene la facultad de
hacerla posible. La relación amorosa en este libro es, a menudo,
un puente para exaltar lo efímero de la existencia, la incomunicación,
el deterioro de los seres y de sus relaciones. Eros y
Thanatos. Amor y muerte, hablando en chileno. Veamos como
ve o sugiere a la muerte poéticamente, Silvia Rodríguez.
Pagina
45:
“Coróname con la luz de
tu rostro, protégeme en este momento donde, pasajera de un
funeral, camino hacia mi propia
muerte”
el
mar se me hizo estero y agonizo, muero entre cigarros,
cerveza y vino que son otra forma de morir, pero se muere sin
sentido.
“Aún los perros de mi sangre gritan
serenamente ante la poca eternidad que les resta”
En uno de sus poemas más
logrados, “Paseo a Media Noche, página 33 nos
dice:
“Sé que muero a cada
segundo mientras vivo envejecemos, irremediablemente
envejezco en este paseo de
medianoche.”
Posiblemente si fuéramos
más ordenados, habríamos comenzado por el principio, puesto que el
libro tiene nombre: Profeta es “el que predice las cosas por
inspiración divina”, Para nosotros, es un sinónimo de
vate, poeta o poetisa, creador. Ya el título del libro es un
acierto, realmente indicador de sus contenidos.
Leyéndolo y antes de entrar
en sus páginas, tuvimos un temor: el de encontrarnos con una
escritura de aquellas un tanto adocenadas, hablando del Bar La Unión,
en ese tono lárico que mucho preciamos en algunos grandes como Teiller
o Cárdenas, pero que pasan a ser una retórica en algunos jóvenes
seguidores. Pero nuestra aprensión fue injustificada, porque si
en Teillier está la nostalgia, el tiempo y lugares perdidos, cierta
contemplación, en suma, en Silvia Rodríguez tenemos aparte de su voz
claramente femenina, la acción, la libertad y rebeldía. Esta
última, en algunos casos nos atrevemos a calificarla de feroz,
Veamos unos ejemplos:
Página
11:
“El
insomnio me libero y existo en soledad. En soledad existo sin
prohibirme y no quiero vivir, amar, existir, como ellos
quieren que viva, ame y exista”.
“Soy mujer, alguien lluviosa, inconjugable. Soy alguien
que ama la libertad más que la boca y testículos estampados en
una libreta”
Decíamos que lo teórico, el
concepto de género, no se perciben explícitamente en su creación, lo
que posiblemente le restaría eficacia en la trasmisión del sentir
poético. Pero las connotaciones de esa relación masculino
femenino, de estar , están, porque comillas, ella es “paloma y
vampiresa, buitre y oveja.
"Gracias al legados de sus madres, elijo entre vivir sola
o en compañía”.
En el entusiasmo de
destacar algunos tópicos del libro, pudiera caer en la omisión de no
mencionar que la obra, temáticamente, es de amplio espectro.
Como ya lo han dicho los que saben, nada es ajeno a la poesía.
Por lo tanto, no podían faltar en una poeta como Silvia los grandes
temas. El Tiempo por ejemplo (página 9), como lo inexorable,
dicho en “la dulzura oxidada de saberse viva en la antesala de la
muerte, porque pronto cerrará la puerta que abrió al nacer.
Es aquí donde a la manera de Sartre o el Vaticano en sus últimos
comunicados, dice “entiendo que infierno y cielo no están después
de morir, existen como yo, a diario, en cada noche, por eso ya no
sufro y tan sólo bebo”
Y ya hablamos de beber,
algo ya explícito en el título del libro que presentamos, imposible
omitir un verso de antología, breve como un ahiku, pero más cerca en
realidad de Omar Khayam
“No procuro
amigos, amantes ni eternidad. Así vivo y soy feliz con mi
estrella humedecida en esta jarra de
vino”.
A través de
toda esta poesía hay una búsqueda de definición de si misma, de cómo
es, o como se ve. El fruto de esta indagación lo expresa
acertadamente en varios poemas, viéndose una mujer o “mina” al decir
juvenil, con olor a mate y pasos de toronjil, fémina con independencia
y manos de pueblo, quien fuma y bebe. Es la que dice al hombre
que “siempre le fue fiel, aún cuando a veces despertó con
otro”. Pudo despertar con otro, (no hablo de la autora, sino
de esa atroz expresión técnica de “hablante lírico”) y eso tal vez se
deba a que:
“apenas logré quererte,
pero te necesitaba. No sé para qué, pero te
necesitaba. Esto a pesar de que existe otro mundo, donde se
puede vivir en paz y sin ti.
Nos referimos a la
diversidad temática o el enfoque personal de la autora. Volvamos
a lo erótico, logrado antes de entrar en otras honduras. Como en
varios otros poemas, en “Lección Placentera” abunda en aciertos
expresivos, sintético pero decidores. O precisamente muy decidores por
lo sintético. Una muestra:
“Te lloveré por cada
poro hasta que aprendas de memoria como amando se tiene
sexo. Esta noche tengo ganas y te haré el amor hasta
complacerme”.
Si en este poema es lúdica,
más lúdica se muestra diciendo, pag 21:
Dije que sería tuya para
siempre y soy mujer de una sola
palabra, (dije palabra), no de un solo
hombre”
No es mi ánimo buscar un
facilismo interpretativo al abundar en citas. Es que me parece
honesto decir y justificar por qué este es un libro que merece leerse,
analizar y por supuesto, comprarse, aunque no parezca tan poética la
insinuación.
Mucho más podríamos y
quisiéramos decir de este libro, cuya autora dice que “Amó sufrir y
justificar su presencia en los bares”. Pero en los bares no
busca evasión, continúa con sus celos, sus venganzas hermosas y
también la crítica a una sociedad acharolada.
Todos estos valores que
hemos querido destacar, no tienen otro origen que el don de poetizar
de Silvia Rodríguez, está obviamente expresado en palabras. Pero
quizás por una deformación profesional de lector compulsivo y crítico,
queremos terminar diciendo que todo lo que ella nos trasmite tiene un
vehículo, que es la palabra, pero la palabra laboriosamente trabajada
y cultivada.
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