Antología
panorámica de la poesía de Maipú
Mago Editores, 2006
Por
Julián Gutiérrez
Maipú,
octubre de 2006
La presente
panorámica de la poesía, más que una simple muestra poética
o selección de autores, busca reconocer y difundir el trabajo creativo
de los poetas más destacados de la comuna de Maipú, aquellos que
con sus obras constituyen un aporte relevante a la literatura del país.
En esta antología, los lectores podrán apreciar y dimensionar
la obra poética de diez autores locales, presentados en orden cronológico
y de los que se entrega una visión panorámica de la producción
lírica que han desarrollado hasta hoy. Si bien el criterio de selección
ha sido eminentemente geográfico, la calidad literaria y la diversidad
de voces aquí incluidas, hacen de esta obra, una antología
capaz de trascender lo local, constituyéndose en fragmento representativo
del panorama poético chileno correspondiente a la segunda mitad del siglo
XX.
Abren esta muestra, dos poetas fundamentales que después de
una consolidada trayectoria literaria deciden radicarse en Maipú en la
década del 90. Ellos son Ricardo Navia y Pablo Guíñez, integrantes
claves del proceso de renovación poética iniciado en Chile en los
años 40. Década en que, según Naín Nómez, se
acelera el proceso de clausura o desintegración de las vanguardias como
fenómeno estructural, ante el surgimiento de nuevas voces poéticas
que buscan caminos distintos o exploraciones divergentes.
Ricardo Navia
(1926), poeta místico, profundo, asolado por la muerte y la soledad, es
autor de una poesía fina, intensa y profundamente trágica. Ingresa
a la tradición literaria en el año 1948, con la publicación
de Las Nubes Trágicas. Forma parte de la generación de poetas
nacidos en la década del 20, a la que pertenecen, entre otros, Heriberto
Rocuant (muerto en 1943), Víctor Castro, Armando Solari, Fernando Pezoa,
Antonio Campaña y David Rosenman Taub.
Pablo Guíñez
(1929), autor de excepción, cordial y profundamente humano; dueño
de una poesía de hondo lirismo, lenguaje transparente, melódico
y poderosamente existencial. Se inicia como escritor en 1942, a los 13 años
de edad, e ingresa a la tradición literaria diez años más
tarde, con la publicación de Miraje Solitario. Junto a escritores
como Enrique Lihn, Efraín Barquero, Jorge Teillier y Rolando Cárdenas,
Pablo Guíñez forma parte de la denominada generación del
50.
Ya en un plano distinto, continúan esta selección dos
mujeres con un importante arraigo a la comuna. Elisa Ferrada (1934), poeta
sencilla y fraternal que llega a Maipú siendo una adolescente de 14 años,
y que desde 1992, fecha en que edita su primer libro, nos entrega una obra mayoritariamente
de orientación infantil, donde revela su mirar simple y un uso del recurso
de la canción, la narración, el juego y la imagen ligera. Y Doris
Meza (1946), poeta que, después de haber publicado su primera obra
en 1967, arriba a esta comuna en la década del 70, desarrollando una lírica
instintiva, de metáforas punzantes, nacidas de la necesidad de curar los
dolores más hondos de la existencia humana.
Cierran esta antología,
poetas que en la década de los noventa conforman el colectivo La Punta
de Buque. Agrupación que, acompañada de la revista del mismo
nombre, editada entre los años 1995 y 1998, da cuenta de una obra profundamente
anclada a los acontecimientos del periodo de fin de siglo. La mayoría de
los integrantes de este grupo maipucino son voces que empiezan a publicar en los
años 90, y desarrollan una poesía urbana y de tendencia testimonial,
nacida de la visión y del encuentro con un mundo que va desapareciendo,
y donde la muerte y el desencanto son temas que se abordan. Entre sus principales
integrantes presentamos a:
Horacio Eloy (1955), poeta que nos entrega
una poesía que da cuenta de la decantación de la ciudad y su connatural
desencanto. Su obra testimonial nos lleva a enfrentarnos con las muertes y destrucciones
provocadas por una modernidad macabra, y en donde el sujeto transita y vive una
soledad asfixiante, enfrentado al absurdo de lo cotidiano y al deterioro violento
del mundo que se derrumba o desaparece. Edita su primer libro en 1985 y forma
parte de la denominada generación NN o del 80.
Cecilia Palma
(1962), escritora cuya obra remite a una sensación humana deprimida, desilusionada,
casi agónica; a una realidad inasible que busca ser nombrada para sobrevivir
a esas muertes paulatinas de la gran muerte; en un Santiago gris y monótono,
sin más salida que la propia poesía. Ingresa a la tradición
literaria en 1992 con la publicación de A Pesar del Azul.
Sergio
Rodríguez Saavedra (1963), autor de una poesía de oficio, donde
la rigurosidad lingüística y la conciencia de época, son condimentos
de un discurso capaz de abordar el tiempo y resistir al olvido. Con una propuesta
nutrida básicamente de la memoria y la crónica, Rodríguez
nos acerca a lugares y personajes de un mundo perdido, donde el hablante siempre
va a ser un testigo privilegiado de la realidad que da cuenta. Publica Suscrito
en la Niebla, su primer libro, en 1995.
Sergio Ojeda (1965),
poeta que presenta un discurso capaz de representar parte de un mundo en el que
convergen recuerdos, íconos, rock y desesperanzas. Situado en la urbe y
en la memoria, el hablante deambula por espacios donde transitan fantasmas, ficciones
y recuerdos que buscan la revisión de una época. Edita su primer
libro en el 2000.
Leonardo Lobos (1966), dueño de una obra
que traspasa las fronteras de la poesía y de la prosa. Según Cristiane
Grando, sus poemas son verdaderas piezas narrativas que presentan a un hablante-narrador,
que informa de las grandes ciudades intercomunicadas del siglo XX, en donde la
tecnología incorporada a la vida, desorienta el sentido y la calma del
existir moderno. En 1992 edita su obra inaugural, Cartas de más Abajo.
Culmina esta muestra, Mercedes Gamboa (1967), poeta que a través
de una lírica nacida de un mirar lúcido, nos habla del desamparo
social. Aquí el retrato de la ciudad surge con el aumento de una visión
conmovida, propia de un poetizar construido al filo de la vida misma. Ingresa
a la tradición literaria en el año 1991, con la edición de
Poesía Irregular.
La mayoría de los autores aquí
antologados representan voces insustituibles de trascendencia nacional, cuya presencia
ha permito un importante desarrollo de las actividades literarias ocurridas durante
los últimos 20 años en Maipú. Testimonio de esta realidad
es el nacimiento de revistas como Servun Pecus (1985), Galera (1986),
La Punta de Buque (1995 - 1998) y Cultural Maipú (2005 -
2006), y la Antología Poética de Maipú (2005), publicaciones
que incorporan un importante número de autores consagrados y emergentes.
Entre estos últimos destacamos a Gonzalo Rojas- Castro (autor de
Postales para Nadie, 2003) y a los inéditos Carmen Rosales Vera
y Pablo Fredes.
Finalmente, mis agradecimientos a todo aquellos
que han posibilitado este trabajo. En especial al Fondo de las Artes y Eventos
Culturales de la Ilustre Municipalidad de Maipú y a cada uno de los poetas
aquí incluidos.