Jorge Teillier

 
 

 

 

EL MOLINO Y LA HIGUERA
Ediciones del Azafrán
Santiago de Chile, 1993


UN HOMBRE SOLO EN UNA CASA SOLA

Un hombre solo en una casa sola
No tiene deseos de encender el fuego
No tiene deseos de dormir o estar despierto
Un hombre solo en una casa enferma.

No tiene deseos de encender el fuego
Y no quiere oír más la palabra Futuro
El vaso de vino se ha marchitado como un magnolio
Y a él no le importa estar dormido o despierto.

La escarcha ha empañado las ventanas
Pero a él sólo le importa mirar la apagada chimenea
Sólo le gustaría tener una copa que le contará una vieja historia
A ese hombre solo en una casa sola.

Una historia como las que oía en su casa natal
Historias que no recuerda como no recuerda que aún está vivo
Ve sólo una copa vacía y una magnolia marchita
Un hombre solo en una casa enferma.

 

HOY SOY UN MIEMBRO DEL CLUB DE LOS CORAZONES SOLITARIOS

Hoy soy un miembro del Club de los Corazones Solitarios.
En la clínica espero, aburrido, el desayuno.
Mientras mi compañero de mesa mira el muro recién blanqueado
y comenta, riendo, una película de gangsters.

Nunca te envié ni siquiera una postal, y no sé por qué me acuerdo de ti.

Debes estarle dando desayuno a tus hijos
¿Cuántos son? ¿Se parece alguno a mí?
Debes haberte casado con un profesor primario o un jefe de Correos.

Vas a la huerta y hablas con tu madre
Sobre tu padre y sus amigos muertos
que hoy deben estar en el cielo jugando brisca rematada,
tras dejar como herencia casas a medio morir saltando.

Yo, antes de ir al Liceo, te hablaría bien del peor alumno del curso
y del partido de fútbol que ayer ganó el "Águilas del Barrio Norte".
Yo no sabía que iba a viajar bajo tantos cielos agonizantes,
y que en ningún país hallaría alguien que compartiera el silencio.

Yo no sabía que iba a cumplir cincuenta años sin nadie
y por eso te veo mientras espero el desayuno.
Sonreías en el puente cuando te decía que no moriríamos en Napóles
y que en el Sena te obligaría a subir a un bateau-mouche.

Tú vuelves a hacer hablar a la cocina a leña
y tus días pasan como si no pasaran:
Son un tropel de bueyes que tu hermano lleva a la feria
y yo sigo escribiendo versos tontos que debería echar al fuego.

Hoy soy un miembro del Club de los Corazones Solitarios.

 

ANTES DEL DESORDEN

Yo caminaba por la Avenida Macul. ¿Qué edad tenía?
¿Veintidós anos, veintitrés años?
Sobre los plátanos orientales
El sol otoñal
Se deshacía como el vitreaux de una iglesia abandonada.

Yo no buscaba ningún recuerdo
Pero vi brillar ante mí los soles de tu ausencia.

Yo me sentaba en la terraza de Los Cisnes frente a una cerveza
Un pobre carrusel de fiesta de pueblo giraba en mi mente
Y me impedía leer el diario de la tarde y hacer el pronóstico de las carreras
Un amor que yo aún desconocía se me reveló en una pequeña nube rojiza
Aunque sólo me esperaba el silencio de la pensión donde debía regresar
Acompañado por una lámpara que yo creía era el faro de todos los encuentros
Y un espejo que reflejaba sólo moradas irreales
Y un futuro donde ella me esperaba junto a una muchacha nacida junto a dos peces divergentes.

 

CUANDO YO NO ERA POETA

Cuando yo no era poeta
por broma dije que era poeta
aunque no había escrito un solo verso
pero admiraba el sombrero alón del poeta del pueblo.

Una mañana me encontré en la calle con mi vecina.
Me preguntó si yo era poeta.
Ella tenía catorce años.

La primera vez que hablé con ella
llevaba un ramo de ilusiones.
La segunda vez una anémona en el pelo.
La tercera vez un gladiolo entre los labios.
La cuarta vez no llevaba ninguna flor y le pregunté el significado de eso a las flores de la plaza
que no supieron responderme
ni tampoco mi profesora de botánica.

Ella había traducido para mí poemas de Christian Morgenstern.
A mí no se me ocurrió darle nada en cambio.
La vida era para mí muy dura.
No quería desprenderme ni de una hoja de cuaderno.
Sus ojos disparaban balas de amor calibre 44.
Eso me daba insomnio.
Me encerré mucho tiempo en mi pieza.

Cuando salí la encontré en la plaza y no me saludó.
Yo volví a mi casa y escribí mi primer poema.

 

EN CUALQUIER LUGAR FUERA DEL MUNDO

Salgo de la casa a orillas del río
El cartero me ha traído periódicos de 1935
Saludo a los pescadores a lienza
Llego al Restaurant al aire libre del pueblo
Todos los clientes
Están siempre vestidos de Domingo
Todos se conocen pero nadie saluda a nadie
La iglesia está cerrada a piedra y lodo
Ha vuelto el Astrólogo que escribe en los muros:
"Un sueño sin estrellas es un sueño olvidado"
A lo lejos hay soldados que encienden hogueras
Que empañan la tarde
Ellos pronto empezarán a luchar
Ellos nunca entrarán a este pueblo
Donde nadie ha sido marcado
Llega una procesión de niñas vestidas de Primera Comunión
Que dejan sus muñecas en las sillas vacías
Más tarde aparecen prostitutas de ojos almendrados
Que traen brazadas de flores silvestres
Todas se van
Los basureros recogen las muñecas y las flores
Y en sus carretillas las llevan a los sitios vacíos
Nuestras casas se abren
Entramos solitarios a ellas
Llueve por primera vez sobre la tumba del hermano muerto
Mañana será el mismo día que mañana.

 


 

 

 
 

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