EL MOLINO Y LA HIGUERA Ediciones del
Azafrán Santiago de Chile, 1993
UN HOMBRE SOLO EN UNA
CASA SOLA
Un
hombre solo en una casa sola No tiene deseos de encender el
fuego No tiene deseos de dormir o estar despierto Un hombre solo en una casa enferma.
No tiene
deseos de encender el fuego Y no quiere oír más la palabra
Futuro El vaso de vino se ha marchitado como un magnolio Y a
él no le importa estar dormido o despierto.
La escarcha ha
empañado las ventanas Pero a él sólo le importa mirar la apagada
chimenea Sólo le gustaría tener una copa que le contará una vieja
historia A ese hombre solo en una casa sola.
Una historia
como las que oía en su casa natal Historias que no recuerda como
no recuerda que aún está vivo Ve sólo una copa vacía y una
magnolia marchita Un hombre solo en una casa enferma.
HOY SOY UN MIEMBRO DEL CLUB DE LOS
CORAZONES SOLITARIOS
Hoy
soy un miembro del Club de los Corazones Solitarios. En la
clínica espero, aburrido, el desayuno. Mientras mi compañero de
mesa mira el muro recién blanqueado y comenta, riendo, una
película de gangsters.
Nunca te envié ni siquiera una postal,
y no sé por qué me acuerdo de ti.
Debes estarle dando
desayuno a tus hijos ¿Cuántos son? ¿Se parece alguno a
mí? Debes haberte casado con un profesor primario o un jefe de
Correos.
Vas a la huerta y hablas con tu madre Sobre tu
padre y sus amigos muertos que hoy deben estar en el cielo
jugando brisca rematada, tras dejar como herencia casas a medio
morir saltando.
Yo, antes de ir al Liceo, te hablaría bien
del peor alumno del curso y del partido de fútbol que ayer ganó
el "Águilas del Barrio Norte". Yo no sabía que iba a viajar bajo
tantos cielos agonizantes, y que en ningún país hallaría alguien
que compartiera el silencio.
Yo no sabía que iba a cumplir
cincuenta años sin nadie y por eso te veo mientras espero el
desayuno. Sonreías en el puente cuando te decía que no moriríamos
en Napóles y que en el Sena te obligaría a subir a un
bateau-mouche.
Tú vuelves a hacer hablar a la cocina a
leña y tus días pasan como si no pasaran: Son un tropel de
bueyes que tu hermano lleva a la feria y yo sigo escribiendo
versos tontos que debería echar al fuego.
Hoy soy un miembro
del Club de los Corazones Solitarios.
ANTES DEL
DESORDEN
Yo
caminaba por la Avenida Macul. ¿Qué edad tenía? ¿Veintidós anos,
veintitrés años? Sobre los plátanos orientales El sol
otoñal Se deshacía como el vitreaux de una iglesia
abandonada.
Yo no buscaba ningún recuerdo Pero vi brillar
ante mí los soles de tu ausencia.
Yo me sentaba en la terraza
de Los Cisnes frente a una cerveza Un pobre carrusel de fiesta de
pueblo giraba en mi mente Y me impedía leer el diario de la tarde
y hacer el pronóstico de las carreras Un amor que yo aún
desconocía se me reveló en una pequeña nube rojiza Aunque sólo me
esperaba el silencio de la pensión donde debía
regresar Acompañado por una lámpara que yo creía era el faro de
todos los encuentros Y un espejo que reflejaba sólo moradas
irreales Y un futuro donde ella me esperaba junto a una muchacha
nacida junto a dos peces divergentes.
CUANDO YO NO ERA
POETA
Cuando yo no era poeta por broma dije que era
poeta aunque no había escrito un solo verso pero admiraba el
sombrero alón del poeta del pueblo.
Una mañana me encontré en
la calle con mi vecina. Me preguntó si yo era poeta. Ella
tenía catorce años.
La primera vez que hablé con
ella llevaba un ramo de ilusiones. La segunda vez una anémona
en el pelo. La tercera vez un gladiolo entre los labios. La
cuarta vez no llevaba ninguna flor y le pregunté el significado de
eso a las flores de la plaza que no supieron responderme ni
tampoco mi profesora de botánica.
Ella había traducido para
mí poemas de Christian Morgenstern. A mí no se me ocurrió darle
nada en cambio. La vida era para mí muy dura. No quería
desprenderme ni de una hoja de cuaderno. Sus ojos disparaban
balas de amor calibre 44. Eso me daba insomnio. Me encerré
mucho tiempo en mi pieza.
Cuando salí la encontré en la plaza
y no me saludó. Yo volví a mi casa y escribí mi primer
poema.
EN CUALQUIER LUGAR FUERA DEL MUNDO
Salgo
de la casa a orillas del río El cartero me ha traído periódicos
de 1935 Saludo a los pescadores a lienza Llego al Restaurant
al aire libre del pueblo Todos los clientes Están siempre
vestidos de Domingo Todos se conocen pero nadie saluda a
nadie La iglesia está cerrada a piedra y lodo Ha vuelto el
Astrólogo que escribe en los muros: "Un sueño sin estrellas es un
sueño olvidado" A lo lejos hay soldados que encienden
hogueras Que empañan la tarde Ellos pronto empezarán a
luchar Ellos nunca entrarán a este pueblo Donde nadie ha sido
marcado Llega una procesión de niñas vestidas de Primera
Comunión Que dejan sus muñecas en las sillas vacías Más tarde
aparecen prostitutas de ojos almendrados Que traen brazadas de
flores silvestres Todas se van Los basureros recogen las
muñecas y las flores Y en sus carretillas las llevan a los sitios
vacíos Nuestras casas se abren Entramos solitarios a
ellas Llueve por primera vez sobre la tumba del hermano
muerto Mañana será el mismo día que mañana.
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